La designación de Santiago Bonifatti como secretario de Gobierno del intendente electo Guillermo Montenegro, fue el tiro de gracia para el frente electoral Consenso Federal, cuya primera crisis se suscitó cuando se le impidió al candidato alfonsinista Mario Rodríguez ir a una interna con el “Petiso”.
Desde el espacio político que apoyó la candidatura presidencial de Roberto Lavagna, la ex candidata socialista Paula Hourcades arremetió, a través de las redes sociales: “Me siento estafada, traicionada. Pero sobre todo, siento vergüenza ante mi gente, mis amigos. Pido disculpas por no haber sabido ver. Para mí, no todo es lo mismo, y pagué costos en mi carrera profesional por eso. No es un cargo ni mi bolsillo, lo que me mueve a hacer política”
Asimismo ante la “borocoteada” de Bonifatti, el Partido Socialista de Mar del Plata ratificó su “posición claramente opositora al gobierno municipal de Juntos por el Cambio, que en estos últimos cuatro años ha demostrado estar en las antípodas de nuestro pensar y sentir político”.
Tampoco cayó en gracia su nombramiento “in pectore” dentro del complejo entramado de socios accionistas de Juntos para el Cambio, donde la disputa por la Presidencia del Concejo Deliberante puso de manifiesto el malestar de Agrupación Crear al cual podría pertenecer el ministro de gobierno Joaquín De La Torre – alegando un supuesto compromiso – reclama el sillón que hoy ocupa Sáenz Saralegui para Alejandro Carrancio.
Por su parte, los socios radicales advirtieron que las incorporaciones al gabinete de Montenegro de Sebastián Puglisi y Emilia Brahim al frente de la Secretaría de Educación y Carlos Balmaceda como secretario de Cultura, revisten carácter personal y no partidario.
Casi un doble standart, que suena ambiguo, difícil de explicar y agrega otro condimento con respecto a la militancia y el acceso a los cargos rentados, hoy muy codiciados en la política y porque no excluyentes como objetivos.
En este contexto como marco referencia, la elección de un ex candidato a intendente opositor en un cargo clave dentro del gabinete de Montenegro, tensa aún más la cuerda con los socios que hicieron su aporte electoral en la campaña, con expectativas de posicionamientos en la futura gestión.
En los corrillos del Palacio, algunos ya ventilan en off el malestar, cuestionando que el ex titular del EMVIAL « dejó el Ente con un 85% de máquinas fuera de uso, cuentas cerradas en canteras, corralones y estaciones de servicios. Además quedó pegado en el affaire de Rancho Móvil, construyó su cabañita y cuando se armó el escándalo, la desmontó y se hizo el gil. Sí Montenegro piensa seguir sumando gente honesta como el “Petiso”, estamos en el horno”, reflexionaron.
Lo que llama la atención es que Montenegro no haya consultado o haya sido advertido por quien tuvo a su cargo en representación de Arroyo, la transición en 2015 por parte de CAMBIEMOS y cerró la misma con Pablo Fernández Abdala, que actuó en nombre del gobierno de Pulti de Acción Marplatense, desde donde proviene también Santiago Bonifatti.
Ya en tono de especulación, el modo sorpresa de las designaciones no debería descartarse que el rotulado como socialista Juan Anastasía, (ex funcionario de Gustavo Pulti) terminara mojando dentro de la Secretaría de Obras, un experto en excepciones, que se manejaron en edificios en construcción y/o en ampliaciones.
Anastasía fue otra de las sorpresas que sumó el intendente electo durante su campaña. Se preguntan si hubo un aggiornamiento del socialismo o el neoliberalismo curte una onda que responde a residuales del histórico Partido Socialista que supo honrar los gobiernos del esplendor de Mar del Plata.
Bonifatti y Ariel “Cholito” Ciano, también husmearon juntos en Consenso Federal, luego de la implosión de Acción Atlántica y su derrumbe en 2015, del cual no han podido recuperarse, aunque los amagues del “Changuito” Bonifatti retomaron jirones en un gabinete en formación que parece haber arrancando con cuestiones que tienen que ver con indefiniciones u otras cuestiones de fondo.
La temporada a full como se espera servirá para disimularlas, aunque la improvisación no es sana consejera.
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