INVICTUS de William Henley, el poema que acompañó a Mandela en más de 27 años de cárcel, cada día...
En la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias
no he gemido, ni llorado.
Ante las puñaladas del azar,
si bien he sangrado,
jamás me he postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos
acecha la oscuridad con su horror.
No obstante, la amenaza de los años
me halla, y me hallará, sin temor.
Ya no importa cuan recto halla sido el camino,
ni cuantos castigos lleve a la espalda:
Soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.
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