Mientras el Gobierno insiste en que sacó de la pobreza a "10 millones de argentinos", un nuevo informe privado que cruzó la evolución de los ingresos contra el IPC señaló que “la reducción de la pobreza que indican las cifras oficiales parece estar sobreestimada” y explicaron que los sectores medios ya no tienen las mismas probabilidades de mejora.
Por
Eugenia Rodríguez
Tras el escándalo oficial con la criptomoneda $LIBRA, el Gobierno lanzó una serie de anuncios de mayor desregulación económica y hasta de intentos de privatización de empresas públicas con el objetivo de correr el foco de lo que sería una estafa multimillonaria “difundida” por el propio presidente Javier Milei quien, en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso del sábado pasado, aseguró a su vez que “desde abril la economía no para de crecer". Sin embargo, mientras el jefe de Estado resaltó medidas como la reducción de Bienes Personales, recorte de retenciones y el blanqueo de grandes capitales, que beneficiaron exclusivamente a los sectores de mayor poder económico del país, lo cierto es que, con paritarias a la baja, la mayor parte de la población sigue sin llegar a fin de mes.
La contracción económica y el deterioro salarial son muestras de la crisis en curso y se expresan en una realidad concreta: el shock económico no solo afectó a los sectores bajos, sino que deterioró en gran medida las condiciones de vida de los sectores medios al punto de que si se comparan los ingresos de los hogares contra el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se observa que “registran caídas de magnitud en su poder de compra lo que es relevante ya que son los ‘pobres menos pobres’ con más probabilidades de salir de la situación de pobreza”. Se suma como factor extra el cada vez mayor endeudamiento familiar que demanda porciones importantes de los ingresos familiares pero no es contemplado en las mediciones de pobreza.
Así lo señaló un informe privado que remarcó “los límites metodológicos que presenta la medición de la pobreza en esta coyuntura”. "La falta de actualización de las canastas en el tiempo pone en cuestión los resultados ya que la Canasta Básica Total se estima expandiendo el valor de la CBA mediante el coeficiente de Engel (CdE), definido como la relación entre los gastos alimentarios y los gastos totales de la población de referencia que surge de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) de 2004-2005. Sin embargo, los hábitos de consumo pueden sufrir modificaciones en el tiempo por lo que es necesaria su actualización mediante nuevas Encuestas”, continuó.
Ello puede vincularse con los datos de consumo de las familias ya que mientras en la Canasta Básica Total se mantiene un peso elevado del componente alimentario, “en contextos de alta inflación y cambios abruptos en los precios relativos, puede no reflejar la evolución en la capacidad de consumo de la población”. De hecho, según los datos oficiales, la venta en supermercados -bienes de consumo masivo- cayó 11% en 2024 y datos de la consultora Scentia anticiparon una retracción del 10,6% en enero y del 7% en febrero de este año.
La clase media, cada vez más pobre
La recesión económica del primer año de gestión de Javier Milei afectó directamente las posibilidades de empleo de la población. El golpe a las y los trabajadores no solo se canalizó a través del aumento de la desocupación (6,9% en el tercer trimestre del 2024 versus 5,7% en igual lapso del 2023) sino también, y en gran medida, en el deterioro de las condiciones de trabajo de quienes sostuvieron sus puestos.
Si se mira lo sucedido en la cantidad de puestos de trabajo, sobresale que la presión efectiva sobre el mercado laboral, que contempla tanto a la desocupación como a quienes teniendo un empleo están buscando otro, escaló del 20,9% al 24,9% de la población económicamente activa. Esto quiere decir que cerca de 800 mil personas más se sumaron a quienes buscan un empleo, según los últimos datos oficiales disponibles (EPH 3T 2024). En esta coyuntura, mientras la cantidad de ocupados formales cayó en más de 300 mil puestos, como contracara, creció en similar magnitud el autoempleo (+329 mil cuentapropistas).
Todo ello en un momento donde, si se pone el foco en los diferentes sectores de la economía se observa que, en el primer año del actual gobierno nacional solo tres actividades tuvieron un crecimiento significativo: la actividad agropecuaria, la explotación de minas y canteras y hoteles y restaurantes. En cambio, nueve actividades retrocedieron lideradas por la construcción, el comercio, la industria y los servicios comunitarios, sociales y personales.
Por su parte, en materia de ingresos, después de la mega devaluación de diciembre 2023, la sostenida pérdida de poder adquisitivo de los ingresos y la destrucción de fuentes laborales, los salarios empezaron a recuperar, en la segunda mitad del año, parte de lo perdido en un marco de desaceleración de la inflación que frenó la caída del poder adquisitivo. Sin embargo, los datos cerrados de 2024 ponen sobre la mesa la fuerte pérdida de poder adquisitivo de las y los trabajadores registrados en solo un año de gestión de La Libertad Avanza: el mayor golpe fue para estatales (-22%) seguidos de privados (-7%). Esto es clave si se considera que los ingresos laborales constituyen la principal fuente de ingresos de los hogares y son determinantes para la medición de la pobreza.
Considerando dicho escenario un informe elaborado por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP) puso de manifiesto cuál fue el impacto real en las condiciones de vida de las familias y cuáles son los niveles de pobreza que golpean a la sociedad. Así, si se compara la evolución de los ingresos contra dos variables diferentes -Canasta Básica Total como la medición oficial o el Índice de Precios al Consumidor- se obtienen resultados dispares.
“En la primera medición, comparado el ingreso familiar con la Canasta Básica, se observa que todos los deciles presentan una mejora interanual, aunque mientras los deciles extremos son los que más se recomponen, el estrato medio evidencia una mejora más moderada”, señalaron los economistas. Por otra parte, indicaron que “en cambio, al deflactar por el IPC, se mantienen mejoras reales en los deciles extremos, mientras los deciles 4 al 8 registran caídas en su poder de compra”. Esto último es clave si se tiene cuenta que “los pobres menos pobres, con más probabilidades de salir de la situación de pobreza, se ubicaban entre los deciles 4 y 6”, indicaron dando cuenta del impacto de la política económica actual en los sectores medios.
Para entender las implicancias de los diferentes resultados (según se deflacte por CBT o IPC), los economistas ampliaron que ello exhibe “los límites metodológicos que presenta la medición de la pobreza en esta coyuntura”. En detalle, “la falta de actualización de las canastas en el tiempo pone en cuestión los resultados” y recordaron que “la Canasta Básica Total se estima expandiendo el valor de la CBA mediante el coeficiente de Engel (CdE), definido como la relación entre los gastos alimentarios y los gastos totales de la población de referencia que surge de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) de 2004-2005. Sin embargo, los hábitos de consumo pueden sufrir modificaciones en el tiempo por lo que es necesaria su actualización mediante nuevas Encuestas”.
En Argentina, si bien la última ENGHo corresponde a 2017-2018, aún no se ha utilizado para actualizar la medición de la pobreza ni tampoco la del IPC. No obstante, permite vislumbrar cambios en los hogares: “se redujo el peso de Alimentos y Bebidas, mientras que ganaron importancia otros rubros como vivienda y servicios básicos, transporte y comunicaciones”.
A partir de esto último el centro coordinado por el economista Claudio Lozano planteó que “la discusión en torno a la estructura de ponderadores -peso de los diferentes rubros- se vuelve especialmente relevante en el último año debido a que el recorte de subsidios a las tarifas de servicios públicos en conjunto con la liberalización de precios regulados llevó a que durante el 2024 vayan cobrando relevancia los ingresos de los hogares destinados a estos componentes”. Sin embargo, mientras la Canasta Básica Total mantiene un elevado peso del componente alimentario, “en contextos de alta inflación y cambios abruptos en los precios relativos, puede no reflejar la evolución en la capacidad de consumo de la población”.
De esta manera, se planteó que “el ejercicio de comparación da cuenta de las dificultades metodológicas para valorizar los consumos de la población” ello en un contexto económico recesivo donde las cifras del consumo masivo muestran caídas significativas en todos los meses del año. En consecuencia, “la reducción de la pobreza que indican las cifras oficiales parece estar sobreestimada”, señalaron.
Deuda: lo que no mide el indicado de pobreza
En un periodo de crisis económica y social, con especial injerencia en los primeros meses de la gestión libertaria, aparecieron a su vez las estrategias de subsistencia de los hogares argentinos dado el impacto en el bolsillo familiar.
De acuerdo con el informe del IPyPP es posible distinguir la situación de los sectores populares donde “se ha incrementado sustancialmente la necesidad de gastar ahorros, así como también de recurrir al endeudamiento, trasladando sus erogaciones a futuro”. Sobre ello crece el peso en los ingresos de créditos formales, pero sobre todo informales. El uso de ahorros en este segmento de la población creció 6,3% (3T 2024 vs 3T2023), los préstamos familiares 4,6% y la deuda con financieras 3,3%.
Por otra parte, “la población no pobre debió utilizar en mayor medida sus ahorros familiares, afectando su patrimonio”. En este caso el uso de ahorros escaló 2,7%. Esto introduce una característica adicional a la realidad de los hogares ya que “si bien hay algunos que pueden haber salido de la pobreza debido a que sus ingresos superaron circunstancialmente el valor de la Canasta Básica Total, ello no implica necesariamente que hayan vuelto al nivel de consumo que poseían previamente, debiendo recurrir a otros recursos más allá de sus ingresos corrientes”, explicaron los economistas.
Finalmente, el endeudamiento creciente demanda porciones importantes de los ingresos familiares, afectando los recursos disponibles y la situación económica familiar, “aspecto que no es contemplado en las mediciones de pobreza” y que se vincula con el círculo vicioso de escasos ingresos, deuda, necesidad de saldar ese endeudamiento, y toma de más deuda para hacerle frente a lo cotidiano y a los compromisos financieros asumidos.
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