La pobreza en la era Javier Milei, la mala noticia más anunciada

La pobreza en la era Javier Milei, la mala noticia más anunciada

El INDEC revelará la cifra del primer semestre. Superaría el 50%, 10 puntos arriba de la última medición. Narrativa y cambio de clima. Seis señales del tobogán.

 

Por Marcelo Falak

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) revelará este jueves su informe sobre Incidencia de la pobreza y de la indigencia al primer semestre, el que confirmará un temor y una certeza: que ese flagelo ya envuelva en su red a más de la mitad de una sociedad que, aunque acaso esté olvidada de sí misma, supo ser otra cosa. Será el primer mapa social de la era de Javier Milei y gran tema de la semana que comienza, sobre el cual caerá una controversia de fondo.

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Diferentes proyecciones privadas anticipan el dato. El Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP) prevé un 54,6%; la Universidad Torcuato Di Tella, 51,9% y el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, 52%. Mientras, la indigencia se acercaría dramáticamente al 20%.

La situación de los menores, en tanto, justificará el adjetivo de "escandalosa" usada la semana pasada por el Comité de los Derechos del Niño de la ONU. Para peor, el guarismo del INDEC no registrará los deterioros ulteriores a julio, agosto…. Estos quedarán para futuras "sorpresas".

 

 

Reparto de culpas

Alberto Fernández le dejó a Milei un panorama desolador: 41,7% de la población o, más gráficamente, 12,3 millones de argentinos bajo la línea de pobreza y, entre ellos, 11,9% –3,5 millones– en la indigencia.

Además de esa maldita herencia, el panperonismo legó una macroeconomía desquiciada, que era necesario equilibrar, algo que podía asumirse que conllevaría costos. La cuestión, y es lo que el anuncio del INDEC pondrá de manifiesto, es cuánto costo, durante cuánto tiempo y, especialmente, con qué distribución de cargas. Este es el debate que le resultará difícil ganar al presidente anarcocapitalista, diga lo que diga su red de troles.

Justamente, la idea de que la crisis multidimensional en curso es culpa de Fernández va cediendo espacio en las encuestas, que comienzan a señalar las responsabilidades que le caben a Milei.

La forma en la que el papa Francisco salió a la cancha en los últimos días y la decisión del Gobierno de –por ahora– no tensar la cuerda con el Vaticano son hechos que resultan reveladores acerca de las estrecheces de la narrativa de la "pesada herencia" y de un cambio de clima perceptible en la opinión pública.

Con excepción de alguna aislada, la abrumadora mayoría de las encuestas recientes registra un deterioro acusado de la imagen presidencial y de la ponderación de la gestión. De acuerdo con estas, las opiniones negativas ya superan –en algunos casos con creces– a las positivas.

Se te ve la casta, Javier Milei

Si se hace memoria, la tendencia no es enteramente novedosa y de hecho había comenzado en julio, justo cuando una racha ascendente del dólar y el amesetamiento de la inflación inocularon a una cantidad importante de argentinos con el venenito de la duda.

Toto Caputo y Victoria Villarruel en el Congreso, para la presentación del Presupuesto.

Luego, la decisión de Toto Caputo de ventear los dólares de las exportaciones para bajar a la fuerza los tipos de cambio paralelos modificó esa tendencia, el blanqueo y el RIGI comenzaron a mostrar alguna entrada de divisas y, sobre todo, la decisión de pisar el dólar sine die rehabilitó el pernicioso mecanismo de la bicicleta financiera, el carry trade que es la herramienta favorita del ministro de Economía. De la mano de todo eso, el mercado financiero anticipó la primavera, pero el tobogán de las encuestas no se detuvo.

Pasa que el Gobierno multiplicó sus errores, esos que suelen ser presentados por todas las administraciones de turno como fallas de comunicación, pero que en verdad siempre son falencias políticas de fondo.

El veto al aumento a los jubilados, fue la primera falla que explica la mala racha oficial.

La segunda, vinculada a lo anterior, la evidencia –esto es un hecho que no requiere demostración– de una compra de votos en la Cámara de Diputados, vaya a saberse a cambio de qué contraprestación.

La tercera, la cadena nacional para anunciar un ajuste perpetuo, novedad que pueden celebrar los acreedores del Tesoro, pero no una población agobiada.

La cuarta, el asado de agasajo a los "87 héroes" del veto previsional, cuyo tono festivo debió ser bajado por Manuel Adorni, Guillermo Francos y otros voceros oficiales u oficiosos, enésima demostración de que la necesidad de aclarar siempre expone un problema. La activación del pago de 20.000 pesos a los comensales ante la primera percepción de que el agasajo sería en error pudo haber contenido la idea del dispendio, pero no la percepción de que se celebró un "triunfo" sobre los más vulnerables.

Una digresión en medio de la enumeración de las gaffes oficiales: lo de las fiestas en la Quinta de Olivos ya es un karma. ¿Habrá llegado Milei con su asado al punto de Fernández con el festejo de cumpleaños en pleno confinamiento? Por ahora no parece, pero eso sólo lo dirá el tiempo.

Quinta, la al parecer inminente vuelta de rosca del veto –esta vez a la ley de financiamiento universitario– y el esperable intento de insistencia en el Congreso.

¿Volverán los festejos en caso de que los "héroes" reiteren su hazaña? Ojo: las universidades son las instituciones que mejor ponderación social conservan y constituyen acaso el último sostén de las aspiraciones de ascenso de sectores que se resisten a dejar de considerarse medios.

En sexto lugar hay que contar el ascenso ministerial de Adorni y la acumulación de alias de influencers en el elefantiásico "ministerio de propaganda" del Gobierno, con aumentos de sueldos que en otros lados no se consiguen y canonjías varias.

Entre lo dicho, algunos elementos son más visibles o irritantes que otros, pero todos tocan a algún sector importante.

Mientras al oficialismo se le ve la casta cada vez más, el trasfondo está hecho de recesión; caída de ingresos y pobreza; consumo en retirada; deterioro de los servicios de educación, salud y transporte; tarifazos que ni parecen cerca de terminar y, en paralelo a esto, el anticipo de cortes de luz programados durante el próximo verano, algo que –de concretarse– sería capaz de alterar el ánimo social como pocas cosas.

El peligro de black out, no atribuible a nueve meses y pico de mileinomía, de cualquier marida mal con subas de tarifas que representan un porcentaje cada vez más insostenible de los ingresos familiares. Se trataría de otro elemento difícil de justificar plenamente ante la sociedad con el argumento de la herencia.

Así las cosas, ¿qué se espera de una ciudadanía a la que, cuando se trata de futuro, no se le entrega más que culpas retrospectivas y relato?

¿Clase media, adiós?

Volvamos sobre el tema de la semana. La certeza de que, como tras la crisis de 2001, hay más argentinos hundidos debajo de la línea de pobreza que sacando con lo justo la cabeza por encima de la superficie del agua es, junto a mucho de lo mencionado, un agravio a la memoria histórica. Reiteremos: no debería sorprender a nadie que tenga otra vez carácter masivo la defensa de las universidades ahogadas por el Caputazo tras el veto prometido. También la respuesta social está prometida.

Estudiantes, docentes y no docentes marcharon hasta Plaza de Mayo en reclamo al recorte universitario

Con sus virtudes y defectos, sus excesos de demanda y su "sálvese quien pueda", la cultura de clase media hasta hace algún tiempo predominante en la Argentina había sido el mejor refugio de rebeldía social frente a gobiernos sucesivos que, por lo menos desde 2011, no supieron generar un modelo de crecimiento económico sustentable, dotado a la vez de imprescindibles equilibrios y consensos sociales. ¿Será culpa del juego suicida a la grieta sin fin?

Ese refugio hoy no existe y numerosos sondeos expresan el "dolor de ya no ser" una "sociedad de clase media", caldo de cultivo de una segunda y solapada oleada de bronca, acaso más arrasadora que la que encumbró al propio Milei. Porque una cosa es la pérdida de un estatus y otra el sentimiento de que esa ausencia puede ser irreversible.

El Presidente no la ve y tampoco la mayoría de sus detractores. Estos están obsesionados por guerras internas como la que le planteó a Axel Kicillof el líder camporista Máximo Kirchner, con vocación suicida, en el acto del último viernes en La Plata.

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