En plena tensión electoral con CFK, Kicillof junta a sus leales en Villa Gesell y profundiza la distancia

En plena tensión electoral con CFK, Kicillof junta a sus leales en Villa Gesell y profundiza la distancia

El próximo martes, el Gobernador encabezará un acto en el municipio de la costa. Presencia de intendentes y necesidad de mostrar músculo político

Por Joaquín Múgica Díaz

n los últimos días de enero del 2019, Axel Kicillof llegó a Villa Gesell en el Clio negro que manejaba Carlos Bianco y que se convirtió en una marca registrada de la campaña electoral que sobrevino meses después. Hizo una mateada en la playa y dejó traslucir su vocación de construir una candidatura en la provincia de Buenos Aires.

Todavía no había arrancado el calendario electoral, pero ya asomaba la cabeza en el interior bonaerense para decir que quería competir con María Eugenia Vidal, la entonces gobernadora, que medía bien en las encuestas y era una rival dura para enfrentar. Kicillof tenía dos cosas que marcaban su camino electoral: el apoyo de Cristina Kirchner y la resistencia de los intendentes.

Seis años después, ya sin el Clio, que en la actualidad tiene 220.000 km y está acondicionado para volver a la ruta, Kicillof regresará a la ciudad balnearia para encabezar un acto de su armado político, donde trabajan para posicionarlo como la figura renovadora del peronismo y construir su candidatura presidencial a paso lento, pero firme.

El encuentro será el martes próximo en el hotel Intersur, a las 14:30, y fueron convocados todos los intendentes, dirigentes y funcionarios que están apuntalando el crecimiento del esquema político que lidera el Gobernador. “Nos va a servir para saber dónde estamos parados”, reflexionó uno de los principales armadores del espacio.

En el kicillofismo se empieza a divisar la necesidad de que haya definiciones sobre el proceso electoral. Los dirigentes del segundo y tercer anillo del dispositivo político advierten que el tiempo apremia y que si la interna con CFK explota, van a tener que armar listas propias en los 135 municipios y en las ocho secciones electorales de la provincia. Se tienen que preparar para una cruzada muy compleja.

La intención del encuentro es mostrar músculo político, contar las caras y las intenciones, y saber quiénes van a estar parados al lado del Gobernador si en los próximos meses la interna se recrudece. La importancia mayor reside en la presencia de los intendentes que, en definitiva, son los que traccionan votos en el territorio.

Antes del encuentro hará una pequeña recorrida con el intendente local, Gustavo Barrera, que es parte de su círculo político, e inaugurará unas viviendas y una Casa de Abrigo. La iniciativa para hacer la reunión fue del intendente. Unos quince días atrás se lo propuso a Kicillof, que recién este miércoles confirmó que iba a estar presente.

Barrera juega cerca del Gobernador desde un primer momento. Es uno de los jefes comunales más cercanos y de los que viene poniendo la cara en público para defender la necesidad de un cambio generacional al frente del peronismo. “La alternativa y el futuro está puesto en Axel”, dijo un puñado de días atrás en una radio local.

A medida que avanzan los días, el kicillofismo está tratando de sostener, con hechos políticos, el liderazgo del mandatario bonaerense. De a poco se va acercando la etapa de definiciones electorales y existe la necesidad de mostrar volumen y convicción en el plan de acción.

El acto del próximo martes en Villa Gesell tiene la intención de mostrar músculo político

Si el Gobierno logra suspender o eliminar las PASO a nivel nacional, Kicillof seguirá el mismo camino en la provincia y, posteriormente, tiene pensado desdoblar la elección bonaerense. Si concreta esa idea, se desbloqueará un nuevo nivel de la extensa interna del kirchnerismo. A partir de ahí, serán días de furia.

Quienes frecuentan a Cristina Kirchner dicen que no se termina de convencer de que Kicillof es capaz de romper la coalición. Que piensa que tensará hasta el final, pero terminará negociando la unidad. Porque si se fractura el espacio, el peronismo corre el riesgo de perder las elecciones.

“Es su hijo político. Le duele lo que está haciendo. Y, además, la defrauda”, aseguró un importante dirigente del peronismo bonaerense que tiene buena relación con la ex jefa de Estado. Y agregó: “Los que están en su entorno le dicen que es el número uno, que es Churchill, le están comiendo la cabeza”.

En las entrañas peronistas advierten que la ruptura será la consecuencia inmediata de ejecutar la decisión de desdoblar, que es lo que CFK pidió no hacer. “Si adelanta las elecciones, se rompe todo. Se rompen los bloques legislativos y se rompe el espacio político”, sostuvo un intendente que está en la vereda la ex presidenta. Visualizan un escenario caótico.

Durante el verano, Kicillof decidió visitar varias ciudades del interior bonaerense. Estuvo en Guaminí, Sierra de la Ventana, Tornquist y Mar del Plata. La semana que viene estará en Villa Gesell, Claromecó y Pehuencó. En febrero pasará por Santa Clara, Balcarce, Junín y San Nicolás. Todas localidades del interior, donde el Gobernador, desde su campaña en el 2019, siempre intentó hacer pie y fortalecer su imagen.

En la hoja de ruta hay dos municipios del interior que no están. Una de la costa atlántica y otro que es de los más grandes de la provincia: Monte Hermoso y Bahía Blanca. En el primero, donde estuvo de vacaciones la ex presidenta, gobierna Hernán Arranz y el jefe político del peronismo local es Alejandro Dichiara, actual vicepresidente de la Cámara de Diputados bonaerense y hombre cercano a Martín Insaurralde.

En la localidad del sur de la provincia gobierna Federico Susbielles, uno de los doce intendentes que tiene La Cámpora. La ausencia en los dos lugares no parece casualidad. Los tres actores políticos se manifestaron a favor de la presidenta del PJ Nacional en los meses donde la interna fue un polvorín.

La división es cada vez más marcada. Hay algunos intendentes que aún mantienen las formas y se muerden la lengua para no criticar a Kicillof. Porque, en definitiva, es el gobernador de la provincia. Están esperando una eventual ruptura para cuestionarlo y jurar lealtad plena a Cristina Kirchner.

Otros jefes comunales tratan de estar bien con las dos partes. Van a los actos de todos y priorizan hacer equilibrio. Otros tienen posturas definidas, como los camporistas, o, en el caso de los que son del Frente Renovador, se mantienen distantes del conflicto por pedido de Sergio Massa.

Kicillof quiere mostrar músculo político e insistir en la construcción de una alternativa al Gobierno. Su espacio territorial considera que el desdoblamiento será el momento oportuno para darle mayor visibilidad a su figura y subirlo al ring con Milei. En el cristinismo piensan lo contrario. Consideran que, sobre la base de la elección bonaerense, el peronismo debe dar una discusión nacional.

La resolución del proceso electoral llegará pronto. Mientras tanto, el Gobernador alterna mensajes políticos con recorridas de gestión, señales de autonomía de CFK con días de perfil bajo. Kicillof camina sobre una cuerda fina, haciendo equilibrio, discutiendo poder hacia dentro del peronismo. Sus palabras, sus silencios y sus acciones parecen dejar en claro cuál es el plan que está durmiendo en el interior de su cabeza.

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