La ocupación de 160 hectáreas en el Club de Planeadores lleva más de un año y se expande. Esta semana hubo otro intento masivo en Villa Garibaldi. Crónica de un fenómeno que se disparó en la pandemia y no para de crecer.
Por: José Maldonado.
Hace poco más de un año, justo antes de que se desate la pandemia y Argentina entre en cuarentena, una cien familias de distintos barrios de la zona más pobre de Los Hornos ocuparon con carpas, lonas y palos el descampado en que se había transformado el Club de Planeadores, un enorme predio de 160 hectáreas abandonado a su suerte desde hacía tiempo.
Fueron la avanzada de los que vinieron después. Al poco tiempo, al predio llegaron miles más desde todo el oeste de La Plata y el Conurbano sur. Hoy, son casi 2.500 las familias que se instalaron en esas tierras fiscales del gobierno nacional, donde la Provincia trabaja para armar un barrio con servicios, escuelas, centros barriales, mientras la Municipalidad pide el desalojo inmediato, con el argumento de que son tierras de la cuenca del Maldonado y por lo tanto inundables.
La del ex Club de Planeadores, de unas 15 por diez manzanas, es hoy la ocupación de tierras más grande de toda la provincia de Buenos Aires, donde la crisis económica por la pandemia hizo explotar un fenómeno que se terminó instalando en el centro de la agenda pública y mediática.
A fines de octubre de 2020, un masivo operativo policial de la Bonaerense transmitido en vivo por todos los canales de TV hizo efectivo el desalojo de la famosa usurpación de Guernica, donde miles de familias pasaron el invierno en condiciones infra humanas, con tal de quedarse con un pedazo de tierra donde vivir.
El jueves pasado, las imágenes se volvieron a repetir, en un predio de tres hectáreas ubicado en 7 y 632 de Villa Garibaldi, propiedad de un matrimonio de la zona, ocupado por unas treinta personas que levantaron casillas y resistieron a piedrazos el desalojo policial.
La toma de Los Hornos es hoy eje de una pulseada política entre el gobierno de Axel Kicillof y la administración de Julio Garro, que la señala como un emblema del “descontrol” que hay con el tema de las usurpaciones de tierras en la Ciudad.
En la actualidad, según un relevamiento oficial hecho por la Municipalidad de La Plata y al que tuvo acceso EL DÍA, hay al menos 35 tomas de terrenos activas repartidas por distintos puntos de la periferia del partido, desde Villa Elisa hasta Parque Sicardi y en el ancho oeste, la región con los índices de pobreza más altos de la Ciudad.
La mayoría de las tomas de terrenos activas ocupan predios municipales y del Ferrocarril, tanto a la vera de las vías como en lotes de los talleres.
Hay, según los registros de la Comuna, unas nueve tomas de predios privados activas, aunque extraoficialmente se reconoce que el número varía semana a semana, ya que las “micro tomas” no se detienen y decenas de damnificados sienten que son impotentes ante el despojo. Acudir a la Justicia significa un camino que requiere mucho tiempo y a veces se trata de pequeños lotes en los que se aspiraba a concretar el sueño de la casa propia.
Según el mapa, las ocupaciones activas se despliegan por toda la Ciudad, desde el Camino Centenario y 450, frente al Parque Ecológico hasta la que está en las vías del ferrocarril en 120 entre 42 y 50, a pocas cuadras del Casco Urbano, pasando por las decenas de tomas en el oeste y el sur de la Ciudad, desde Abasto hasta Villa Garibaldi.
“Hay unas 30 tomas judicializadas. Nosotros permanentemente cruzamos datos, porque semana tras semana estamos interviniendo en conflictos que se desatan a partir de este tema. Y desactivamos muchísimos intentos de ocupaciones, tanto en predios fiscales como privados”, dice María Botta, secretaria de Planeamiento de la administración Garro.
La Plata no escapa a una realidad que se extendió por todo el Gran Buenos Aires y que tuvo un pico durante la pandemia, por distintos factores. Para algunos analistas, la situación de hacinamiento y encierro, además de la profundización de la pobreza, empujaron a muchos a salir a ocupar terrenos para montar viviendas precarias.
En el primer semestre del 2020, cuando según todos los analistas se dispararon las usurpaciones, las mediciones oficiales hablaban de una pobreza que superaba el 40 por ciento, uno de los peores índices en la historia argentina.
Pero quienes trabajan de cerca con el tema de las usurpaciones, creer que el fenómeno se explica solo por el agravamiento de las condiciones sociales es tener una mirada ingenua sobre el tema.
En Guernica, en Los Hornos y en todo el Conurbano, atrás de las usurpaciones hay dos fenómenos que se entrelazan y retroalimentan: la necesidad de familias desesperadas y el accionar de grupos violentos de delincuentes que se hacen fuertes en las tomas y a través de la coacción se adueñan de lotes que después se venden a través de las redes sociales.
Lo saben bien todos los vecinos de El Rincón, ese barrio del norte platense que explotó demográficamente en la última década a través del Procrear y que el año pasado vivió una verdadera pesadilla, cuando un grupo conocido como “Los Misioneros”, que controlaba terrenos usurpados a la vera del y los vendía por internet, aterrorizó a cada una de las familias que animó a denunciarlos.
En el ala política del gobierno provincial también señalan este fenómeno. “Yo sobrevolé todas las tomas importantes del Conurbano”, dice un alto funcionario bonaerense fuera de micrófono. “Es imposible que una toma espontánea se instale y se desarrolle como los hacen la mayoría de las tomas grandes que vimos, con ese nivel de organización. En casi todos los casos hay grupos de familias enormemente necesitadas que son utilizadas por los que están haciendo el negocio detrás, que son los que venden los lotes por Facebook”, describe.
LOS HORNOS
Desde el año pasado, la Provincia viene intentando convertir a la toma de Los Hornos en un caso testigo de un modo diferente de abordaje del fenómeno. Como los terrenos son del Estado nacional y no hay privados que reclaman, se resolvió comenzar un proyecto de urbanización que incluye el ordenamiento de la enorme toma, abriendo calles, delimitando lotes y llevando servicios básicos. El objetivo final es convertir esa toma en un barrio para 2.500 familias.
Pero para el gobierno municipal, lo que está haciendo la Provincia es un error. Los funcionarios de Julio Garro piden por eso que se detengan las obras y que el proyecto urbanísticos no siga hasta que haya un desalojo de las familias
“En casi todos los casos hay familias necesitadas que son utilizadas por los que hacen negocios”
“Nosotros seguimos esperando el desalojo de la toma de Los Hornos, como ocurrió en Guernica”, dice María Botta, responsable del área de Planeamiento de la Municipalidad. “Hay un informe de la UNLP presentado en el Juzgado Federal que lleva la causa. Son terrenos inundables. La toma es ilegal y lo primero que hay que hacer es desalojarla”, asegura.
La funcionaria garrista menciona las quejas de vecinos de la zona que afirman que creció el delito en el barrio desde que se instaló la toma y el accionar de quienes venden terrenos a través de redes sociales.
Además, en la Comuna dicen tener documentado en videos que algunas de las casillas de la toma no tienen en realidad viviendo familias, sino que son puestas por “punteros” para señalar terrenos de su propiedad. “Son una escenografía”, describen en la administración de Garro.
Pero para Botta lo peor es otra cosa, “el efecto réplica”. “Los vecinos ven que el Estado no hace nada, que la Justicia no hace nada, que se ocupan tierras alegremente. Que lo que viene después, como vemos en Los Hornos, es una organización que vende lotes por redes. Y eso genera un impacto muy grande”, describe.
“Seguimos esperando el desalojo de Los Hornos como ocurrió en Guernica”
Desde el gobierno bonaerense, los funcionarios responsables del trabajo territorial en las tomas cuestionan esta mirada y dicen pararse con otro enfoque.
“Nosotros elegimos este camino”, dice Rubén Pascolini, subsecretario de Hábitat de la Provincia y uno de los referentes dentro de la gestión de Axel Kicillof a la hora de hablar de usurpaciones. “Este camino”, dice, es no desalojar la toma de Los Hornos y trabajar para convertir ese campamento improvisado de ranchos, lonas, cartones, chapas y familias a la intemperie en un barrio con todos los servicios.
Pascolini describe el trabajo que están haciendo en la toma varios ministerios, que contemplan desde la apertura de calles hasta las perforaciones para acceder al agua y el tendido de la red. Por ahora, todo ocurre en un sector de la toma, conocido como el sector 1. El resto, la enorme mayoría de la ocupación, sigue sin acceso a lo mínimo e indispensable para vivir.
“Nosotros elegimos convertir ese campamento improvisado en un barrio con servicios”
El funcionario reconoce que hay venta de terrenos y que algunos “quieren preparar el barrio para que sea una plataforma de comercialización de drogas”. “No nos desentendemos. Ni tampoco avalamos la ocupación de territorios, porque eso sería irresponsable. Pero nosotros desarrollamos un proyecto urbanístico junto al Municipio y ellos tienen que retomar el compromiso”, dispara. “Es una zona rodeada de pobreza y desigualdad, aunque en la Municipalidad crean que están gobernando un Cantón suizo”, lanza.
La olla a presión social en que se convirtieron muchos barrios por la pandemia es lo mismo que apunta el padre José Luis Segovia, de la Iglesia de Los Hornos. Cada semana, abre el patio de la parroquia para que se reúna una mesa con referentes del barrio de la toma y funcionarios de la Provincia.
El Padre José Luis es un referente de enorme peso para los vecinos de todo el oeste de La Plata. Hace diez años, cuando lo trasladaron a Los Hornos los vecinos de Abasto salieron a la calle para pedir que se quede. “Lo que se ve todos los viernes, cuando son las reuniones de la mesa, son familias que pagaban alquileres, que viven de changas y que por la desesperación terminaron viviendo ahí”, describe.
A pocas cuadras, la toma crece día a día. Ya es, dicen los que conocen, la más grande de toda la provincia de Buenos Aires.
Comentá la nota