Fueron 40 de distintas naturaleza, algunos en ocasión de robo, otros intrafamiliares y la mayoría por ajuste de cuenta o peleas. Se reconocieron dos hechos característicos de femicidio y otro, como el de Lucía Pérez, que está bajo investigación. Especialistas tratan de entender las causas de la notoria baja.
Un extraño fenómeno, tan extraño que ni los especialistas se atreven a definirlo, afectó a Mar del Plata durante el año 2016 en términos criminales y permitió que la tasa de homicidios se redujera de forma drástica.
Los hechos violentos con intervención de terceras personas que derivaron en una muerte fueron 42, aunque algunos de ellos terminaron entendiéndose como episodios sin dolo o con justificación suficiente para no imputar al autor.
De cualquier manera, contra los 74 del año 2015, los 77 de 2014 y los más de 80 de 2013 la cifra abre expectativas de una sostenida tendencia a la baja.
Para enfocar el tema hay que partir desde una premisa: transformar los muertos –para peor, los asesinados- en números supone una irreverencia que solo puede admitirse a los efectos de diagnosticar la problemática que los causa y esperanzarse, por qué no, en definir un patrón eficaz para minimizarla. En la historia de las personas, una muerte cercana equivale al peor de los escenarios. En la responsabilidad de un estudio más general, los números son decisivos.
Los indicadores de los años previos, con el mismo margen actual de precisión –los asesinatos difícilmente pueden eludir el estado judicial y público-, colocaban a Mar del Plata por encima de la media del país, aunque por debajo de otras urbes como Rosario, Santa Fe o algunos partidos del Gran Buenos Aires.
Pero este año 2016 que se acaba mostró una realidad diferente: hubo casi la mitad de homicidios que el año anterior y cerca de un 65% menos que en 2013. “Cerramos el mejor de los últimos 8 años”, explicó Fernando Telpuk, jefe de la policía local y responsable operativo de las políticas municipales de seguridad.
Las causas que posibilitaron este avance son múltiples, complejas, interrelacionadas y, en última instancia, relativas. Como dice el consultor internacional en seguridad ciudadana, Tobías Schleider, “en problemáticas de seguridad complejas, como la de los homicidios, no es posible justificar oscilaciones de tasas o valores absolutos de manera lineal”.
Los asesinatos de 2016 en Mar del Plata fueron realmente muy pocos, apenas promediando los 3 por mes. Por ejemplo, el mes de diciembre recién tuvo su primer homicidio el día 29. En abril no se reportaron crímenes de ese tipo.
Dentro del análisis periodístico, del que solo pueden desprenderse más reflexiones que respuestas, es necesario destacar una particularidad: hubo 3 homicidios en el penal de Batán. Aunque esas muertes se agregan a los índices que luego son utilizados para analizar cuestiones de “inseguridad”, vale recordarlo que se producen en sitios de encierro con reglas de convivencia y control diferente a la sociedad abierta.
Víctimas mujeres
Otra de las situaciones relevantes fue la de los femicidios. Muy distante de lo sucedido en el año 2015, en estos últimos 12 meses se avistó una baja sustancial. Aquí, tal vez, sí pueda atribuirse esa mejora a la conciencia social despertada en los tiempos recientes.
Este año fueron asesinadas en ese contexto Celeste Merlo, víctima de su pareja que luego se suicidó y Valeria Brítez, quien murió a manos de su concubino Walter Scott, detenido. Debe agregarse a esa lista Blanca Esteche, atacada por su ex pareja mientras dormía con Jorge Cuelli. Ambos fueron asesinados.
El caso de Lucía Pérez fue sin dudas el más impactante del año y aunque en la investigación judicial se cambió recientemente la carátula hacia la figura de femicidio no parece haberlo sido. De hecho, las dos fiscales que intervinieron no colocaron ese agravante. Es que no toda muerte de una mujer configura el femicidio desde el punto de vista judicial. El juez Gabriel Bombini lo hizo tras aceptar la sugerencia externa de un “amicus curiae”: El Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires.
El crimen de Lucía Pérez es un desafío judicial como pocos se han visto en los últimos tiempos, ya que se sabe mucho del trasfondo pero casi nada de lo que realmente sucedió segundos antes de su muerte. Tan así que la Justicia depende aún del apoyo científico para poder imputar el homicidio e incluso el abuso sexual a los detenidos, Matías Farías y Juan Pablo Offidani. En cuanto a Alejandro Maciel, el otro involucrado en el hecho por un presunto encubrimiento, las pruebas podrían ser insuficientes.
Está claro en este hecho que la menor de 16 años fue abastecida de drogas por Farías y Offidani y que falleció durante una sesión de consumo y sexo.
El resto de las mujeres asesinadas en 2016 Mar del Plata fue en otras circunstancias: Nélida Terenzano en un presunto asalto en el predio del Golf Los Acantilados, Ana Caciagli en un asalto en su casa del barrio Constitución y Juana Peralta en una situación desconocida aunque probablemente vinculada a un robo.
Hubo otros dos casos con víctimas femeninas: el de la bebé Yazmín Milagros, cuyos padres están acusados de haberla torturado, abusado sexualmente y matado; el otro hecho es el de Malena Acosta, la menor alcanzada por un disparo cuando se sacaba una foto. Este homicidio fue calificado como accidental.
Los asaltos y la violencia intrafamiliar
Los homicidios en ocasión de robo fueron 6 y sus víctimas resultaron ser: Ana Ciacagli, Catalino Blanco, Humberto Rodríguez, Carlos Garzia, Heraldo Faidutti y Carlos Gómez. El último tiene la investigación pendiente para determinar sus autores pero también para establecer con certeza si fue víctima en el transcurso de un evento de robo.
En el año 2015 fueron 12 las muertes vinculadas a asaltos en Mar del Plata, por lo que también en este rubro tan ligado a la inseguridad se advirtió una baja. Y vale destacar aquí la labor de la fiscalía especializada en robos calificados en casas de familia. Desde su creación en abril de 2015 logró sacar de la calle a varias bandas que cometían ese tipo de hechos y que elevaban la probabilidad de asesinatos.
A diferencia de los homicidios en ocasión de robo, hay otros sucesos fatales que si bien afectan la tasa de criminalidad no necesariamente la de “inseguridad”. Un ejemplo sencillo es el de una discusión intrafamiliar con personas sin antecedentes que puede derivar en un crimen.
Mar del Plata el 2016 tuvo 5 homicidios en esas circunstancias: un locutor llamado Ricardo Lazarte fue asesinado por su suegro; Sebastián Nicolás por otro integrante de su familia, Yazmín Milagros por sus padres. Una bebé que fue abandonada por su madre tras el parte se suma a esta lista. Finalmente, Hernán Mansilla murió atacado por un primo menor de edad.
El último hecho del año casi en el final del 2016: el viernes 30 se constató el fallecimiento de Pablo Ramos (37) y por el hecho fue imputado su padre.
Ajustes, peleas y legítima defensa
En Mar del Plata todo debe analizarse desde una óptica relativa debido a su fluctuante cantidad de habitantes. Con una población estable superior a los 700.000 habitantes hay semanas completas durante el verano con la cifra duplicada, o fines de semana con afluencia turística importante. Víctimas o victimarios pueden ser habitantes transitorios que, de forma igual a un lugareño, se incluyen en la estadística. En sintonía con los grandes centros turísticos estacionales, todo análisis de cifras con período anual de muestreo debe salvar esa condición. Mucho más si existe un centro penitenciario cercano que permite el egreso de personas que, en muchos casos, no logran resociabilizarse y regresan al delito, a la portación de armas y a la solución de conflictos por medios violentos. Y algunas de esas personas se “radican” en Mar del Plata tras salir de la cárcel a partir de las relaciones generadas en el encierro.
Los hechos de venganza o “ajuste de cuentas” siguen siendo parte importante de la estadística. Fueron 11 los homicidios bajo esa modalidad, siempre protagonizado por personas con antecedentes delictivos e incluso dentro del penal de Batán.
Las peleas se llevaron algunas víctimas fatales, en algún caso por borracheras, en otro por reclamos insólitos como el robo de una balanza o también alguno por estar la venta de droga en medio de la disputa, como fue el caso de Leonardo Cisneros, quien “custodiaba” a travestis en la “Zona Roja”.
Por último, hubo dos homicidios desestimados por la Justicia ya que reconoció la justificación de la legítima defensa. Uno fue el de Claudio Dusinsky, el joven de 19 años que murió de un disparo efectuado por el comerciante al que intentó asaltar en el barrio Los Pinares. El otro es el de Abel Pérez Toledo, que se enfrentó a tiros con la personal de la DDI. Finalmente, Roberto Avalos (27), con problemas psiquiátricos, se resistió al accionar policial que había llegado a su casa para asistirlo. Atacó a los policías y éstos le dispararon causándole la muerte.
Podría también considerarse legítima defensa el ante último homicidio del año, el de Emanuel Casado, si es que se prueba que quien le disparó fue víctima de un asalto.
El análisis no puede dejar pasar por alto un punto a favor y es que no se produjeron hechos de “gatillo fácil” con víctimas fatales.
Debe aceptarse una realidad: desde mediados de 2015 Mar del Plata recibió una gran cantidad de efectivos de calle de fuerzas de seguridad. En el año 2014 apenas se superaban los 1.000 policías bonaerense activos una cifra mínima si se la compara con los 2.500 que patrullan los barrios hoy entre policías provinciales y locales. Esa cantidad de uniformados, en el corto o en el largo plazo, termina siendo un factor disuasivo y de prevención.
Habría que buscar años atrás para hallar uno con sólo 40 asesinatos y resultaría difícil dar con él. Por eso esta oportunidad que se presenta hay que consolidarla con más intensidad de esfuerzo y sin correr el eje. Con articulación de todas las áreas vinculantes como la Justicia para penalizar cómo es debido, la seguridad policial para evitar los hechos y no ser partícipe de ellos y la fuerza política para respaldar con sus leyes.
Comentá la nota