De la planta de GNL a la interna con los Kirchner: los cinco desafíos que enfrenta Kicillof

De la planta de GNL a la interna con los Kirchner: los cinco desafíos que enfrenta Kicillof

El gobernador bonaerense, el más opositor a Javier Milei, se quebró en el discurso a niños por el Día de la Bandera. Cuáles son los problemas que enfrenta.

 

Analía Argento

Otra vez a Axel Kicillof se le quebró la voz. Ya le había pasado en su discurso ante la Asamblea Legislativa al asumir su segundo mandato después de que Javier Milei ganara la elección. Esta vez fue en la República de los Niños en La Plata donde encabezó la ceremonia de promesa a la bandera que hicieron unos 800 chicos de los municipios de la región. El contexto político y económico para su gestión le presenta aún más desafíos de los que probablemente preveía en diciembre pasado y el Presidente está a punto de lograr dos leyes clave para transformar todo el Estado Nacional. No lloró pero se vio cómo aguantaba las lágrimas.

Después de leer las palabras de rigor y del fuerte "si prometo" de los niños y de elogiar la valentía de Manuel Belgrano recordó que el prócer no aceptó para sí un premio por sus batallas y que lo destinó a cuatro escuelas públicas. Pidió permiso y aludió a las 223 escuelas que construyó en los cuatro años y medio que lleva de gestión como gobernador. Del mismo tema habló Javier Milei este jueves en su discurso por el Día de la Bandera en Rosario.

Alberto Sileoni, Axel Kicillof, Julio Alak y Florencia Saintout en el acto de la República de los Niños

"Más allá de todas las diferencias que hay en la provincia de Buenos Aires se quiere, se respeta y se ama a la bandera" dijo y se interrumpió unos segundos para aguantar las lágrimas.

Kicillof planeó este acto desde el triunfo electoral de Julio Alak con el que el peronismo recuperó la municipalidad de La Plata. Hasta ayer la única vez que había visitado en forma oficial la República de los Niños había sido en pandemia y para supervisar el hospital que se montó en el predio. 

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Los cinco desafíos de Kicillof

El acto se dio además en un contexto en el que el gobernador le reclama a Nación $6.8 billones de deuda. Una semana atrás su gabinete y una gran parte de los intendentes presentaron un documento que contiene el detalle de cada partida que exigen a Javier Milei y que incluyen desde temas sociales a salariales, de seguridad y de obra pública. El ministro de Economía Luis Caputo nunca les concedió audiencia ni les dio respuesta. La deuda obligó a Kicillof y a sus ministros a recortar diversas partidas, demorar obras y eliminar algunos programas como el viaje de egresados a destinos turísticos provinciales para los estudiantes bonaerenses.

Además Kicillof denunció "abandono" de Nación por las obras que se interrumpieron y "asfixia financiera" para el distrito. 

Admiten en La Plata que pronto podrían recibir dos obras clave cuyo costo asumiría la administración bonaerense sin dejar de reclamar el financiamiento del estado nacional.

En sí mismo es una novedad que tiene una razón: para el gobierno Nacional, como para el distrito, es un problema la ruta Presidente Perón y también la bajada de la Autopista La Plata en la capital provincial. En el primer caso por el intenso tráfico pero fundamentalmente por la inseguridad ya que faltan luminarias, cámaras y señalamiento. Por eso además del jefe de Gabinete Guillermo Francos en el traspaso se involucró la ministra de Seguridad Patricia Bullrich.

En el caso de la bajada platense Buenos Aires se haría cargo porque está terminando una obra con AUBASA hacia la ruta 520 y no implicaría una diferencia impagable para el distrito. En el caso de la Perón, deberían buscar cómo afrontar el gasto y allí hay un tercer desafío para Kicillof: cualquier financiamiento de un organismo externo al que podría acceder exige la aprobación del ministerio de Economía de la Nación. ¿Caputo lo firmaría?

La postura abiertamente opositora de Kicillof  lo expone como el símbolo del kirchnerismo contra el que combaten Milei, los libertarios e incluso fuerzas opositoras. Ahora quedó en el centro de la escena por convocar a la marcha al Congreso contra la Ley Bases y el paquete fiscal y por el voto en contra de Unión por la Patria.

En el Día de la Bandera hubo un Messi y otros jugadores con la celeste y blanca en La Plata

En conferencia de prensa Kicillof había dicho que estaba a favor de otorgar beneficios para atraer inversiones pero no de las condiciones que ofrece el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI).  Esta semana se le plantó el presidente de YPF, Horacio Marín, quien aseguró que si Kicillof no adhiere al régimen la planta de GNL (Gas Natural Licuado) que se planea construir con Petronas se instalará en Río Negro en lugar de hacerlo en Bahía Blanca. También el diputado Agustín Romo presentó un proyecto en la legislatura bonaerense mientras otros legisladores del PRO reclamaban acompañar el régimen.

Kicillof guardó silencio mientras respondía el intendente bahiense, Federico Susbielles, que fue presidente del Puerto. "Este tema específico lo hablé con Marín en YPF hace una semana. Lo que dice es que le presentó a ambas provincias un pliego de condiciones de ventajas comparativas, permisos, diversas situaciones. Y que cuando observe cuál es la más competitiva, se lo va a plantear a la gente de Petronas y le van a comunicar la decisión a los gobernadores" señaló y agregó que según esa charla "la provincia que resulte beneficiada deberá adherir al RIGI. Pero no tiene que hacerlo previamente".

Silencio en La Plata

Como es habitual, en La Plata optaron por la prudencia aunque ante la consulta recuerdan el acuerdo firmado entre YPF y los malayos dos años atrás para una inversión muy codiciada de $ 40.000 millones. Los bonaerenses señalan que el RIGI no requiere la adhesión de un gobernador porque los beneficios son sobre impuestos nacionales por lo tanto "deviene en abstracto" y lo sienten sólo como "una extorsión".

"De la planta de GNL se habla desde la época en que Axel era director de YPF" señalan cerca suyo y destacan que ya hubo estudios de factibilidad en el puerto petroquímico de Bahía Blanca. "Nadie trabajó más que Axel para que se haga esta planta", repiten mientras el ministro de Producción Augusto Costa mantiene las conversaciones tanto con Petronás como con el propio Marín.

De concretarse, Buenos Aires tendría que hacer una fuerte inversión en obras en el puerto sostienen mientras justifican el rechazo del RIGI porque "destruye la industria, los servicios y fundamentalmente la metalmecánica".

El quinto desafío de Kicillof es la interna de Unión por la Patria que le estalló en su propia cara el martes último cuando Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes, le hizo un fuerte reproche a su par de Avellaneda Jorge Ferraresi. Fue en el Salón de Acuerdos junto a otros ocho intendentes mientras firmaban un convenio para financiar bienes de capital. Estaban Kicillof, el presidente del Banco Provincia Juan Cuattromo; un par de ministros y un par de funcionarios del BAPRO.

Nada que no hubieran podido discutir a puertas cerradas en una conversación en Avellaneda o en Quilmes. Cercana a Máximo Kirchner, la intendenta volvió a manifestar su malestar con el nuevo entorno del gobernador que como Ferraresi o Mario Secco de Ensenada impulsan su candidatura presidencial para el 2027. Le molestó que la invitaran a un evento compartido con Ferraresi que el fin de semana lideró un acto político en Quilmes sin avisarle. En respuesta el intendente -que quiere que Kirchner deje la presidencia del PJ bonaerense- convocó a un acto en Lanús, otro bastión camporista.

 En defensa del exministro de Planificación y Vivienda varios subrayaban que el senador provincial Emmanuel Santalla, de Avellaneda y muy cercano al hijo de Cristina Kirchner, le pelea el poder y también hace actos sin tenerlo en cuenta y para disputarle el territorio desde La Cámpora.

 

Tampoco esta disputa es una novedad aunque la visibilización permanente del conflicto genera casi más malestar que los problemas actuales de un Kicillof que no tiene pleno poder en su Legislatura, sino que lo tienen Máximo Kirchner y Sergio Massa. Por eso la elección legislativa del próximo año será una doble prueba de fuego.

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