El avance de uno de los principales polos económicos genera quejas de los residentes en el sector. Zonificar, una materia pendiente. Tarde o temprano habrá que definir cómo se sigue.
Constituido desde hace años en uno de los principales motores de la economía local y regional, la zona lindante del Puerto en, Quequén, crece inexorablemente y su expansión, ya sea con terminales de carga, plantas de cereales y otras actividades ligadas, empieza a colisionar con la población radicada desde hace años en el sector, conviviendo con las consecuencias que genera este importante movimiento de la economía.
¿Podrán seguir la actividad portuaria que no parará de crecer y los intereses de quienes viven en el área? Es probable que sí, pero cada vez se acentuarán más las controversias y secuelas, si es que no se define y ejecuta de una vez por todas, una planificación de aquí en más.
Se trata de un tema que viene de décadas. Desde fines de los 70 cuando Quequén fue anexada a Necochea las autoridades municipales han expresado en más de una oportunidad el interés por planificar un ordenado desarrollo de las actividades derivadas del puerto. Sin embargo ha seguido creciendo sin control.
El desordenado tránsito de camiones, que ha merecido más de una crítica y que tuvo una propuesta de solución de la Comisión Playas de Quequén presentada en junio del año pasado, sin que se la haya considerado; las quejas por la polución ambiental, que se grafica en el intenso polvillo que suele existir en la estación marítima y sectores aledaños; y el impacto sonoro que provoca el intenso movimiento en el área, son los ejes de los reclamos que de vez en tanto plantean los vecinos.
Y en ese marco de "apretada convivencia” entre el incesante quehacer portuario y los residentes, se vive en el potencial peligro de accidentes de diversa gravedad, como fuera la pérdida de la vida de una joven vecina por un derrame de agroquímicos en 2015.
Industrias, plantas cerealeras y vecinos comparten cloacas, agua, calles y tendidos eléctricos. A simple vista un desorden con latentes derivaciones de distinto tenor. Sin planificación
Ecos Diarios buceó años atrás en la problemática, y a través de expertos consultados quedó en claro que la normativa vigente data del año 1980, surgiendo durante el periodo 2004-2011 un posible desarrollo a través del Plan Urbano Ambiental (PUA) y del Código de Desarrollo Sostenible (CODES).
El modelo de ciudad y desarrollo de los setenta es obvio que ha quedado en el tiempo. De hecho el vigente decreto Ley 8.912/77 avala que en el área urbana todas las parcelas tienen derecho a poseer una vivienda, independientemente del perfil de zona que se establezca.
La zona colindante al puerto se denomina "industrial mixta” y cómo las plantas, fábricas y cerealeras ligadas al quehacer portuario están enclavadas en dicha área, la propia norma habilita el descontrolado desarrollo en estos años.
Tanto lo planteado en el PUA como en el CODES, como las comisiones formadas de vez en tanto para ver cómo poder corregir el descontrol o planificar de aquí en más, han caído en saco roto con el avance del tiempo.
En la actualidad no han surgido mayores novedades. Sólo un plan director del desarrollo del puerto de aquí a 2026, en elaboración por parte de un equipo contratado por el Consorcio de Gestión de Puerto Quequén, y la creación de esta entidad del área de del área de Ambiente y Desarrollo Sostenible, para observar y coordinar y exigir a las empresas un tratamiento adecuado para reducir la polución y dar una respuesta a los reclamos ambientales de los vecinos.
En tanto, casi como una anécdota en tamaña improvisación, si ha quedado establecido que ante el cierre de un emprendimiento, por caso una cerealera o una planta de silos, no puede ser reabierta en el mismo sitio por una nueva firma.
Una decisión de peso
Para desatar el nudo creciente que resulta una barrera para el desarrollo ordenado de emprendimientos relacionados con el puerto, como sí ocurre en otras estaciones marítimas del país, donde las viviendas particulares no están en el corazón del quehacer portuario, se hace necesaria una decisión de peso, que comprometa no solo a los actores vinculados en forma directa, sino a entidades intermedias y principalmente al Estado, que hasta ahora no ha sabido, o no ha querido resolver la cuestión, más preocupado en resolver la coyuntura diaria que en la planificación futura de la ciudad. Y cuando se habla de Estado hay que contemplar al provincial y hasta el nacional, porque no se trata de un tema de fácil resolución.
Prima facie, por ahora, la situación resulta por lo demás compleja. Hay derechos adquiridos tanto por los residentes como las empresas instaladas desde hace años, las que fueron habilitadas sin tener en cuenta una planificación. ¿Será posible que los vecinos que tienen sus casas al lado de las plantas o fábricas, resignen el lugar donde nacieron y se muden previo acuerdo, con suerte, con la empresa más cercana? También es una decisión que pueden resolver sólo las partes.
Empezar con el reordenamiento territorial de Quequén es un tema crucial para el devenir económico y social de nuestra comunidad. Por ello que es necesario resolver cuanto antes cómo se sigue en cuanto a la expansión inexorable de la actividad relacionada al Puerto.///
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