Un plan de guerra ejecutado contra la población

Un plan de guerra ejecutado contra la población

La brutal represión en el Congreso confirma la esencia del gobierno y deja de lado las formas de la democracia. El salto de confrontación que estimula la extrema derecha y el escenario inédito que se abre.  

Por

DIEGO GENOUD

Con heridos de extrema gravedad y detenidos por decenas, el operativo represivo que organizó el gobierno de Javier Milei contra la marcha de las hinchadas de fútbol en apoyo a los jubilados volvió a confirmar la esencia de su proyecto político. El corazón del ajuste más grande de la historia es innegociable y son las personas mayores que cobran una jubilación. Los principales beneficiarios son los actores que ganan con la bicicleta financiera. El esquema hace agua y por eso el presidente se decidió a hacer lo que repudiaba en campaña: salir corriendo para pedirle socorro al Fondo. 

El salvaje operativo represivo que diseñó Patricia Bullrich puede ser leído como un eslabón más en la cadena de terror que impone la ministra de Seguridad como forma de acumulación política, hacia el interior del gobierno y de los circulos del poder. Sin embargo, la movilización que terminó en las puertas de la Casa Rosada puede tener consecuencias impredecibles y generar una escalada en un momento inconveniente para el gobierno de extrema derecha.  

 

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Con Donald Trump en la Casa Blanca y discípulos como Milei en Argentina, el escenario global resulta difícil de descifrar, sobre todo si se insiste en analizarlo en base a las coordenadas estalladas que llevaron a la crisis de los últimos años. Cuando en Argentina La Libertad Avanza gobierna por decreto, se encamina hacia un segundo año de gestión sin presupuesto y amenaza con elevar la deuda con el FMI sin el apoyo del Congreso, las ideas del filósofo y sociólogo italiano Maurizio Lazzarato ofrecen una perspectiva tan lúcida como inquietante. 

El autor italiano utiliza como punto de partida una obviedad que la democracia de posguerra logró diluir bajo la forma del consenso: el nacimiento o desarrollo del capitalismo, apunta, es inseparable de la guerra, de la guerra civil, del uso de la fuerza y de la violencia física sobre las cosas y las personas. Las escenas de la Plaza de los Dos Congresos encajan perfecto en la descripción. Por eso, desde la perspectiva de Lazzarato, el error garrafal del pensamiento crítico fue adoptar la mala costumbre de separar lo político de lo militar y lo económico de la guerra. En esa deriva, pretendió eliminar o prescindir de tres conceptos nodales: los de imperialismo, monopolio y guerra civil, entendida como traducción del conflicto entre clases sociales. Para Lazzarato, dejar de lado esos tres conceptos impide entender el cambio que se profundizó en los últimos tiempos en la relación entre Estado y capital. Pero además, obtura cualquier alternativa superadora. Detrás del discurso contra la casta y a favor de la libertad, Milei no hace más que reponer esas ideas como pilares de un ensayo de resonancias globales, en especial la noción de guerra civil, una política de gobierno contra sus opositores. 

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El pensador italiano recuerda que el monopolio no es solo una categoría que se limita a la esfera económica, sino que viene de la mano del monopolio del Poder Ejecutivo y el monopolio del uso de la fuerza militar. Entre sus libros recientes, se destacan “Guerra o revolución. Porque la paz no es una alternativa” (2022), “El imperialismo del dólar. Crisis de la hegemonía estadounidense y estrategia revolucionaria” (2023) y, especialmente, “¿Hacia una nueva guerra civil mundial?” (2024). En este último, también editado por Tinta Limón, menciona varias veces a Milei como exponente de un proyecto alineado con Estados Unidos y subraya un dato de dramática actualidad. “Occidente está integrando en la democracia las técnicas y dispositivos de poder de los fascismos del siglo pasado, incluso el genocidio se reivindica ahora ampliamente como política exterior”, dice. Vivimos períodos en que se puede ver fácilmente la implicación de la mutación de una democracia que adopta las formas del fascismo y deja de lado los buenos modales. Las imágenes de la salvaje represión con Policía, Prefectura y Gendarmería en las inmediaciones del Congreso argentino, este miércoles 12 de marzo, se proyectan en un loop al infinito. Para Lazzarato, no es un cambio intempestivo, sino un deslizamiento que comenzó cuando los gobiernos electos comenzaron a apelar cada vez más a las leyes de emergencia, las leyes contra el terrorismo y el establecimiento de la crisis permanente como forma de gobierno. 

En un mundo donde el trumpismo se desvive para contener el desafío de China, el filósofo italiano advierte una realidad que cuesta asimilar en base a la educación de una democracia que traicionó la mayoría de sus promesas: la existencia de una guerra civil asimétrica en la que solo un bando combate con determinación, el que fusiona los intereses de los estados con los de diferentes tipos de capitalismo político, que están compitiendo entre sí, desde ideologías que compiten por ver cuál es más reaccionaria. Lo que más le interesa de la guerra civil, admite el italiano, es su negación como matriz del poder vigente. El elefante en el bazar o la clave de bóveda de la nueva era. 

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La crisis de las hipotecas en 2008 fue una bisagra histórica que introdujo al capitalismo en una etapa de una deriva impredecible. En “¿Hacia una nueva guerra civil mundial?”, Lazzarato señala un componente central de la insatisfacción democrática que resuena de sur a norte, el aumento de los precios. La inflación, señala Lazzarato, derribó la última mediación que sostenía la promesa democrática, la del consumo privado y público. De acuerdo a su análisis, era el consumo más que las instituciones republicanas, la verdadera garantía de consenso y pacificación del sistema democrático. Después de haber elevado al consumo como categoría vital del capitalismo triunfante, la falta de acceso al consumo para las mayorías convierte a la democracia en una cáscara que tiene gusto a poco. 

Para Lazzarato, el capitalismo es irreductible a la economía del poder y es también una forma de eficacia política. “El poder acompaña al beneficio, al monopolio de la fuerza, a la propiedad”, escribe. Desde el Sur del mundo, un presidente clown como Milei hoy deja poco margen para la risa: encarna y expresa la brutal disposición para el combate que exhiben los que tienen el poder. 

Lazzarato lo reconoce como una virtud de la extrema derecha, que insiste en englobar bajo la categoría de “comunistas” incluso a quienes se definen por estar lejos de serlo: “Señalar al enemigo es un lúcido instinto de clase de los reaccionarios, apoyado por un odio partidista igualmente intenso”, escribe. Sin dólares, con ajuste, con destrucción de empleo y con represión, ¿Milei empieza a construir una oposición a su medida?

Es a partir de ahí donde el autor aborda la pregunta por cómo construir la posibilidad de una alternativa en un contexto de una doble asimetría, los dueños del poder no solo lo concentran sino que además están dispuestos a todo para aplastar a los enemigos que atenten contra sus privilegios. Cómo ejercitar una inteligencia política que permita sostener el enfrentamiento, cómo elaborar una respuesta que deje de lado las categorías del pasado, tras el fin de las sociedades industriales y la licuación de  la democracia, son los dilemas que plantea el libro. En ese contexto, analiza también los límites y dificultades de movimientos de distinto tipo para trascender las luchas sectoriales y hacer un salto a la macropolítica. “El todo que requiere este conflicto no puede ser cerrado sino abierto, un proceso que no unifique ni homogenice la multiplicidad, al tiempo que garantice la centralización a pesar de la diversidad”. Lo admite Lazzarato: se trata de una solución difícil de lograr, aunque -para él- la única alternativa viable. El autor italiano sostiene que el verdadero objetivo de Milei es ir hacia una  privatización generalizada que tiene como única beneficiada a la casta contra la cual el presidente argentino construyó su campaña electoral.

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