Una de las medidas centrales de la gestión de Alberto Fernández fue establecer un programa de lucha contra el hambre en la Argentina. La volatilidad mundial, en el marco de una pandemia sin precedente, obligó a dar un cambio drástico en las prioridades de la administración nacional. Cómo sigue el plan que buscaba ser el mito central del gobierno de Todos.
Lo dijo en la campaña, lo dijo al asumir, y, ya en mandato, lo repitió cada vez que tuvo oportunidad. “No puede ser que en Argentina haya gente pasando hambre”, fue una de las frases más repetidas por el presidente Alberto Fernández a lo largo de los últimos nueve meses. En ese marco, no dudó en que la lucha contra la desnutrición y el hambre en el país sean los motores que marquen el rumbo de su administración.
Así como Mauricio Macri, en su momento, pidió ser evaluado como mandatario por el índice de pobreza, la lucha por quedar en la historia, para Alberto, pasa por el hambre. Claro, no en soledad, sino de la mano de la solidaridad. Por caso, la especialista en comunicación política, Paola Zuban, comentó a LaTecla.info que “Alberto eligió que la solidaridad sea su mito en la gestión”.
Es que, para avanzar en la lucha contra el hambre, el Presidente apeló a la solidaridad de los argentinos para redistribuir recursos y centrarse en los sectores más golpeados. De esa manera, junto al primer ministro que confirmó, Daniel Arroyo (Desarrollo Social), implementaron la Tarjeta AlimentAR, como principal punta de lanza del Plan Argentina contra el Hambre.
El objetivo de la credencial que reparte la cartera social es inyectar dinero en las economías vulnerables y regionales. Ocurre todos los terceros viernes de cada mes desde enero. Así, los beneficiarios pueden realizar una serie de compras en locales específicos. La meta de la credencial es doble, garantizar el acceso a productos básicos y que la rueda económica comience a moverse, tanto Alberto como Arroyo dieron cuenta de ello. También lo hizo el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, al adherir al programa en el Salón Dorado de la gobernación.
Todo transcurría con normalidad para el programa mito del Gobierno. Hasta hace una semana. La rápida propagación a nivel mundial del Covid-19, popularmente conocido como coronavirus, más la declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del virus como una pandemia, obligaron a la gestión de Todos a tomar cartas en el asunto.
Claro, atendiendo la densidad demográfica de cada comuna de la Provincia, las credenciales que ya se repartieron en todas los distritos de la Primera y la Tercera Sección electoral, se otorgan con operativos que pueden nuclear desde 150 personas hasta varios miles en un mismo lugar. Justamente, lo que las decisiones presidenciales buscan evitar desde el 13 de marzo. Por ello, se suspendió la entrega cara a cara con personal de Anses como estaba previsto.
Por caso, entre los distritos que todavía no tienen la tarjeta se encuentra La Plata. La capital bonaerense tiene asignadas, según detallaron desde el ministerio de Desarrollo Social, unas 23.547 tarjetas. En Mar del Plata, por ejemplo, son 16.860 las tarjetas y solamente se llegaron a repartir 860, es decir que hay 16 mil marplatenses a la espera de su tarjeta. Conforme a los números, La Feliz produciría un movimiento de unos $81.464.000 mensuales. Mientras que en Bahía Blanca, otro gigante del interior, son bastante menos: 6.346 en total.
Las 200 mil tarjetas que restan repartir - todas en el interior bonaerense - se entregarán por el Correo Argentino a cada vecino y vecina que ya forma parte del padrón. Si bien las credenciales del interior representan un tercio del total bonaerense (560 mil tarjetas), tienen un impacto del orden de los mil millones de pesos mensuales para las economías distritales. Vale destacar que, en todo el país, restan repartir 400 mil tarjetas, solamente la mitad se reparte en las secciones profundas de la Provincia.
Sin embargo, el próximo paso, que ya transita el ministerio de Desarrollo Social, es la validación de los titulares de las credenciales. Para que el envío llegue a buen puerto y no caiga en manos de vivos, se debe constatar el domicilio real de los beneficiarios. En ese punto se encuentran los esfuerzos centrales de la cartera que conduce Arroyo. Una vez que se pase ese punto, se definirán las entregas. Es decir, las tarjetas que iban a culminar su reparto el 31 de marzo, se verán demoradas.
Donde ya se encuentran, funcionan con normalidad. El resto, deberá esperar. Así, conforme a lo señalado desde la cartera nacional a este medio, la demora en la entrega no impactará en uno de los objetivos de la credencial: mover las economías. “Sigue en pie”, sentenciaron desde la órbita del ministro Daniel Arroyo y detallaron: “cada tercer viernes del mes se deposita en cada tarjeta los 4 mil o 6 pesos y eso va a seguir ocurriendo. La gente sigue comprando y moviendo la economía, la plata está y se deposita”.
Ante el escenario de prolongación en la entrega, la cartera social decidió modificar el giro de recursos. A quienes tenían la imposibilidad de recibir la tarjeta hasta los primeros días de abril, se les incorporó el dinero en la partida de la Asignación Universal por Hijos. De esa manera, se buscará que la economía sufra el menor efecto negativo posible y contar con los mil millones de pesos. La solución será momentanea y, una vez superado el aislamiento, se retomarán las entregas presenciales o con el correo, siempre atendiendo el avance del Covid-19.
"Los objetivos son cuidar el ingreso de las familias, garantizar la asistencia alimentaria y hacer que el movimiento económico esté solamente en el barrio para mover la economía de abajo”, sentenció Arroyo para graficar la importancia de poner en circulación las 200 mil tarjetas que esperan familias del interior bonaerense.
Así, ante una crisis sanitaria sin precedente a nivel internacional, el gobierno vio afectado lo que buscaba ser su mito en la gestión. La solidaridad en la lucha contra el hambre, la coyuntura obligó a actuar sobre la marcha para evitar una crisis profunda.
La educación en el plan
Uno de los objetivos de los operativos en las entregas de las credenciales era la educación. Tanto en materia nutricional, como sanitaria. Informar a los y las beneficiarias sobre la importancia de una buena alimentación, guiar en la compra de alimentos de acuerdo a las necesidades de las familias, y la prevención de enfermedades, como el dengue. Así, con el fin del reparto cara a cara de las tarjetas, unas 200 mil familias bonaerenses no tendrán la capacitación sanitaria y nutricional a cargo del ministerio de Salud y de Desarrollo Social.
En ese sentido, conforme a lo señalado desde la cartera que conduce Daniel Arroyo, se destinó un equipo para trabajar en la folletería que responda a las necesidades educativas de los beneficiarios. Las mismas serían entregadas con cada credencial que se otorgue a través del Correo Argentino..
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