por Alejandro Bercovich
Un ex funcionario clave del equipo económico de Cristina Kirchner que ahora se gana la vida como consultor ya memorizó las preguntas que suelen hacerle financistas y empresarios. Si la expresidenta se va a presentar a elecciones para volver al cargo, si en caso de ser electa dejaría de pagar los bonos de la deuda y si rompería relaciones con el Fondo Monetario son las que nunca faltan y a las que jamás responde tajantemente. Lo que lo sorprendió, en una gira que acaba de cerrar por Nueva York durante la cual requirieron su presencia tanto bancos como fondos de inversión, es lo convencidos que parecen los popes de Wall Street de que la crisis todavía no terminó. Y de que, gane quien gane, el próximo gobierno deberá renegociar el plazo de pago de los monstruosos vencimientos de deuda que heredará de Mauricio Macri.
En medio de un centrifugado político que tensó todos los vínculos en el gabinete y en el núcleo duro de Cambiemos, Nicolás Dujovne volvió a la arena pública para transmitir la idea opuesta: que esta vez sí, al menos en materia cambiaria, lo peor ya pasó. Lo hizo en un reportaje televisivo, anteanoche, con tan mala suerte que ayer el dólar pegó otro respingo y volvió a coquetear con el récord de $45. Como decía Tu Sam, puede fallar.
Fue una semana atípica, partida por el feriado, durante la cual el humo negro de los servicios de inteligencia infiltrados en los tribunales de Comodoro Py volvió a cubrir el camino a las elecciones de octubre. Un camino al cual ayer se sumó una nueva certeza política: al menos durante las próximas semanas, Florencia Kirchner no volverá al país. El padre de su hija, Camilo Vaca Narvaja, voló a La Habana para dejarla con ella y ponerle fin a la crueldad de mantener a una nena de tres años lejos de su mamá. ¿Responderá eso afirmativamente a la primera pregunta que acostumbra escuchar el consultor?
Esta vez es en serio
"No importa quién gane, acá va a ser muy difícil escuchar a un presidente argentino decir que esta vez va a ser distinto", le comentó al exfuncionario uno de los banqueros que visitó en la Gran Manzana. Para esos hombres que surfean rascacielos y mueven miles de millones con un simple clic en sus pantallas, Argentina defaulteó tres veces en los últimos 20 años. En 2001, cuando efectivamente dejó de pagar su deuda; en 2014, cuando los fondos buitres liderados por Paul Singer obtuvieron la sentencia que Axel Kicillof se negó a abonar en efectivo; y el año pasado, con la megadevaluación del peso y el posterior desembarco del FMI.
Ahora los financistas entrevén una reestructuración segura de la deuda argentina: si la hace Macri, especulan, recibirían más dinero pero también deberían esperar más tiempo. Si la hacen Cristina o Lavagna deberían sacrificar capital pero a cambio de un repago más pronto. Es lo que explica que el riesgo país no baje, incluso pese a la irrupción del exministro en la carrera y los gestos amistosos que les dedicó a los mercados.
Para cumplir en tiempo y forma con los vencimientos de deuda por u$s150 mil millones que enfrentará la próxima administración, sea de Cambiemos o del signo opositor que sea, deberían darse dos milagros. Por un lado, que el Fondo acepte patear para adelante íntegramente el repago de los u$s57.600 millones que habrá desembolsado para blindar a Macri cuando concluya su mandato. Por otro, que se repita la hazaña de "Toto" Caputo: el ciclo de emisión de deuda más vertiginoso de la historia de todos los mercados emergentes. Una hazaña doblemente irrepetible por el contexto local (la deuda ya compromete el 86% delPBI) y el global (las tasas de interés son mucho más altas que en 2016).
Dujovne y Guido Sandleris procurarán disimular todo eso cuando la semana próxima viajen a la Asamblea de Primavera del FMI. Saben que el staff del Fondo, a instancias del estadounidense David Lipton, ató su propia suerte a la del gobierno argentino. Pero también saben que las previsiones del staff empiezan a entrar en cortocircuito, como lo puso de manifiesto el primer "waiver" (perdón) que debieron pedirle al Directorio para que apruebe el desembolso de u$s11 mil millones que esperan para el martes próximo.
En seco
Más allá de que haya sido un tecnicisimo, como argumentó Hacienda, o que abra el paraguas para un incumplimiento próximo de las metas pactadas menos de seis meses atrás, el "waiver" expuso la velocidad a la que se desenvuelve la crisis en curso. Apenas un año atrás, el 15 de marzo de 2018, Christine Lagarde juraba en el campus Alcorta de la Universidad Di Tella que no estaba "en el negocio de prestarle plata a la Argentina" porque el país no lo necesitaba ni lo había solicitado. En el medio hubo tres corridas cambiarias, un programa precautorio, dos programas standby y el posterior adelantamiento del cronograma de desembolsos.
El problema es que por el ajuste y la devaluación, la economía frenó en seco. Y tal como destacó ayer el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), marzo fue el quinto mes en que la recaudación nacional cayó en términos reales: se contrajo un 10,2% interanual. Las finanzas provinciales y municipales, por su parte, ven crecer la mora en los pagos de patentes, impuesto inmobiliario y tasa general de inmuebles o ABL. El círculo vicioso se cerrará si a esas provincias y municipios se les empieza a complicar el pago de sueldos y el salario real vuelve a caer.
En ese contexto, cuesta creer que una reedición del plan "Ahora 12" por un lapso de apenas una o dos semanas vaya a reactivar el consumo. El clima es más bien el contrario. La tasa de interés por las nubes impuso un diferimento generalizado en el pago de sueldos que, como las cuasimonedas en 2001, empieza en las provincias más alejadas y se acerca de a poco a Buenos Aires. No hay estadísticas oficiales, pero los banqueros admiten que los sueldos en cuotas ya son una moda entre Pymes y no tan Pymes.
Espejito rebotín
Como informó en este diario Ariel Maciel, Marcos Peña procuró días atrás convencer a un grupo de empresarios de AEA y la UIA de que en las elecciones se dirimen "cosas más importantes" que el rumbo de la economía. El problema de soslayar la crisis para montar el comité de campaña en Comodoro Py, no obstante, son los anticuerpos políticos que el escándalo de Marcelo D'Alessio creó para la oposición imputada, procesada y hasta condenada.
¿Con cuánta legitimidad podría reprocharle un dirigente oficialista a Alberto Samid o a Florencia Kirchner que no se presenten ante sus respectivos tribunales si a la vez aplaude la rebeldía del fiscal Carlos Stornelli ante el juez Alejo Ramos Padilla? ¿Cuán efectiva electoral y mediáticamente será la evocación de los bolsos de José López ante la certeza, a tres años del escándalo de los Panama Papers, de que en Argentina no hubo un solo sentenciado ni un solo renunciado a partir de su aparición? ¿Cómo fue que acá no les pasó nada a los familiares y amigos del Presidente involucrados en esa megafiltración de cuentas offshore y sí haya eyectado de sus cargos a funcionarios de Estados Unidos, Italia, Corea del Sur, Brasil, Uruguay, Venezuela y Ecuador?
Otro caso amenaza con hacer titilar nuevamente ese doble estándar. ¿A quién puede seguir conmoviendo el caso Ciccone o los alquileres de Los Sauces si el Correo Argentino finalmente confirma en estas horas a la controvertida Smartmatic para llevar adelante el escrutinio de las elecciones de octubre? La compañía de origen venezolano tiene como lobista en jefe a Jorge Born (hijo), a quien Hugo Alconada Mon señaló en su libro "La Raíz" como uno de los aportantes de campaña de Cambiemos en 2015 que esperaban "recuperar con creces su inversión" gracias a contratos con el Estado. Acaba de quedarse con el contrato por u$s3 millones para transmitir electrónicamente los telegramas con el cierre de cada urna y aspira a ganar otro por 23 millones más para manejar el escrutinio. La española Indra, su principal competidora, presentó el lunes pasado 50 páginas de objeciones a su propuesta.
Aunque siguen divididos y por eso evitan pronunciamientos conjuntos, los empresarios descreen del plan "Tu Sam" y empiezan a observar con cuidado postales de la unidad opositora como la que ofrecieron ayer en el Congreso Axel Kicillof y José de Mendiguren al recibir a los sindicatos y movimientos sociales que marchaban a Plaza de Mayo. Una postal parecida a la del propio Sergio Massa en Escobar con el intendente K Ariel Sujarchuk. En el almuerzo que compartieron después de esa foto en la quinta de Sujarchuk en Loma Verde, el tigrense habló de "construir la unidad en la provincia de Buenos Aires" y "después ver", en función de si Cristina Kirchner juega o no.
Por lo pronto, Massa mantiene sus estructuras donde las tiene pero no alienta listas municipales nuevas ni monta locales propios, como sí hacía a esta altura en 2013 y en 2015. Insiste en que no será candidato a gobernador y en que Roberto Lavagna sigue por debajo suyo en las encuestas para presidente. Y alimenta el misterio cuando le preguntan si se aliaría al kirchnerismo. Pero las últimas veces que dirigentes le hablaron en privado de la posibilidad de que dos peronistas disputen un eventual ballotage donde quede afuera Macri, respondió enigmático: "¿Y a vos quién te dijo que va a haber dos peronismos?".
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