Verna, Insfrán, Manzur y Ledesma controlan nueve votos claves en el bloque del FPV
En política no siempre rigen las reglas matemáticas. Por lo menos eso ocurre en el Senado, donde no existe los alineamientos automáticos de otros tiempos y tres gobernadores pueden sumar la misma o mayor cantidad de votos que otros seis mandatarios, fenómenos éstos que la administración de Mauricio Macri parece no terminar de comprender en este complicado fin de año legislativo para el Gobierno.
Un primer ejemplo de este fenómeno se registró con la reforma electoral, donde apenas tres gobernadores alcanzaron para convertirse en el mascarón de proa que sirvió para hundir el proyecto más preciado del primer año de gobierno de Macri.
El mismo escenario amenaza repetirse con la discusión de los cambios en el impuesto a las Ganancias. Al igual que con la reforma electoral, la Casa Rosada sigue sin tomar nota de que su política de amenazas y críticas mediáticas no alcanza para torcer el rumbo de ciertas discusiones políticas y que mostrar una foto con muchos gobernadores, a veces, no sirve de nada.
Los gobernadores peronistas de mayor peso son Carlos Verna (La Pampa), Gildo Insfrán (Formosa), José Manzur (Tucumán) y Claudia Ledesma Abdala (Santiago del Estero). Sólo estos cuatro mandatarios -en el caso de Santiago del Estero el poder real lo maneja el senador y esposo de la gobernadora, Gerardo Zamora- administran nueve votos en el bloque del FPV, un número por demás importante, si se toma en cuenta que el oficialismo apenas si cuenta con 15 senadores propios.
Pero además, en la troika Verna-Insfrán-Zamora pesa otra variante: los tres hablan con la voz de la experiencia de sus administraciones provinciales anteriores y actuales; eso les da un nivel de ascendencia sobre la bancada peronista que otros gobernadores no poseen.
Y he aquí otro variante de la relación gobernadores-senadores propia del poskirchnerismo: la de los gobernadores nóveles, delfines que están haciendo sus primeros pasos como caciques provincias y, por lo tanto, todavía sin el poder omnímodo de sus predecesores.
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En esta lista entran gobernadores como Gustavo Bordet (Entre Ríos), de excelente relación con los senadores Pedro Guastavino y Sigrid Kunath, pero que, dado su escaso tiempo en el poder, encuentra límites a la hora de exigirles que voten de determinada manera.
En una situación similar se encuentra Hugo Passalacqua (Misiones). La senadora Sandra Giménez responde al sector del Frente Renovador misionero que lidera el ex gobernador y ahora diputado nacional Maurice Closs, razón por la cual decidió dejar el bloque del FPV para, precisamente, no tener que cumplir a pie juntillas las órdenes de su gobernador. El peronista Salvador Cabral, por su parte, es toda una incógnita que nunca se sabe para qué lado terminará definiéndose.
En peor situación se encuentran Sergio Uñac (San Juan) y Domingo Peppo (Chaco), sin ascendencia sobre ninguno de sus senadores.
Los cuadros de ambas provincias son parecidos. En el caso sanjuanino, Ruperto Godoy es un hiperkirchnerista sin retorno, mientras que Marina Riofrío descubrió que entrando al último año de su mandato y con pocas chances de reelegir el mejor papel es jugar de opositora cerrada. En Chaco, papel de kirchnerista que rechaza todo lo que propone el Gobierno lo cumple María Pilatti de Vergara, mientras que Eduardo Aguilar no responde al gobernador, por sus propias aspiraciones políticas y por su alineamiento con Jorge Capitanich.
Menos conflictiva es la relación de Sergio Casas (La Rioja) con sus senadores. Teresita Luna tiene juego propio desde que se unió al Movimiento Evita, mientras que Hilda Aguirre, forma parte del ala kirchnerista del FPV; a pesar de esto ambas legisladoras han atendido las necesidades de su distrito.
Otros mandatarios peronistas manejan apenas uno de sus dos senadores. Lucía Corpacci (Catamarca) cuenta con la fidelidad de la kirchnerista Inés Blas, pero debe soportar la libertad de movimientos de su ex vicegobernador Dalmacio Mera, aliado de sangre (son primos) y político de los Urtubey.
En la misma situación se encuentra la fueguina Rosana Bertone, que cuenta con la lealtad de José Ojeda pero no con la de Julio César Catalán Magni, que responde al ex ministro kirchnerista Florencio Randazzo.
Otro tanto ocurre con Salta, donde la relación entre el gobernador, Juan Manuel Urtubey, y su hermano senador, Rodolfo, funciona de manera aceitada. Pero en los últimos meses comenzó a mostrar ciertas diferencias con la ex renovadora Cristina Fiore Viñuales.
Santa Cruz es el único caso en el que la terminal de sus senadores está más allá de la gobernadora Alicia Kirchner; ambas, Esther Labado y Virginia García responden de manera directa a El Calafate.
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