Con la cancha marcada por Máximo Kirchner, el Gobernador persiste en su intento de conducir al peronismo. Los desafíos para ordenar a la tropa sin salir de la órbita del dedo de Cristina.
“Si los que fueron señalados por el dedo de Cristina se quejan, ¿qué nos queda a los que no hemos sido señalados y seguimos haciendo todo lo que tenemos que hacer?”, se preguntó el líder de La Cámpora. Haciendo caso omiso a la portación de apellido, el diputado salió a marcarle la cancha al Gobernador en un intento por contenerlo en el corral kirchnerista.
Buena parte del discurso del viernes, en el relanzamiento de La Cámpora en La Plata, estuvo dedicado a Axel Kicillof y su construcción en el peronismo por fuera de las directrices de la exvicepresidenta. Aparentemente, Máximo teme una imposición del kicillofismo por sobre el kirchnerismo en el armado político venidero del peronismo.
Haber resultado ganador dos veces en la provincia más poblada del país representa una clara amenaza al kirchnerismo pura cepa. Además, teniendo en cuenta que el diputado en 2015 encabezó la lista de diputados nacionales por Santa Cruz y resultó derrotado, a contramano de los tramos presidencial y local de la boleta del FPV, que ganaron. En 2019, Máximo Kirchner obtuvo una banca en la Cámara Baja en la provincia de Buenos Aires, para luego renunciar a la presidencia del bloque del Frente de Todos y volver a integrar la lista de Unión por la Patria en 2023.
Pese a esta debilidad electoral, el hijo de Cristina Kirchner ha sabido conseguir el poder para que su dedo también designe funcionarios, candidatos y delimite las aspiraciones electorales de Axel Kicillof. Sin posibilidad, aún, de medir las consecuencias de estas rispideces, la figura del Gobernador no logra erigirse como líder natural del peronismo en tanto no pueda contener al resto de los caciques que reniegan de él.
Sin embargo, como una de las esperanzas de aquellos que buscan una alternativa para una nueva conducción y en quienes se distancian cada vez más de La Cámpora, Kicillof amplía sus fronteras y reagrupa su tropa de cara a las legislativas de 2025.
El planeta Kicillof
Kicillof mantiene intacto su primer anillo de confianza, compuesto por el grupo que lo acompaña desde que dio sus primeros pasos en la política, entre los que se encuentran- entre otros- Carlos Bianco, Jesica Rey, Augusto Costa, Pablo López y Agustina Vila. Con el correr de su tarea al frente del Gobierno ganó aliados y adeptos que le aportan un despliegue territorial que no poseía. La vicegobernadora, Verónica Magario, es una de las figuras con las que ha forjado una gran relación. Junto al vínculo que construyó con Fernando Espinoza tiene llegada directa a La Matanza.
Andrés Larroque, Cristina Alvarez Rodríguez y Walter Correa forman parte de La Patria es el Otro, un armado de espacios peronistas clásicos puesto al servicio del Gobernador. En tanto, el Frente Popular Patria y Futuro -creado por Bianco- junta a agrupaciones progresistas. Este grupo también acerca a líderes sindicales provenientes de las dos CTA (Roberto Baradel, Hugo Yasky, Hugo "Cachorro" Godoy) y de la CGT (Pablo Moyano, Abel Furlán, Sergio Palazzo), y hacen buenas migas con la organización social Somos Barrios de Pie y un sector del Movimiento Evita. El otro miembro de peso del gabinete que juega en el axelismo es Gabriel Katopodis que, mientras sueña con sucederlo en 2027, apuesta por unificar a una gama amplia de sectores bonaerenses y ya junta adhesiones de varios jefes comunales.
Los intendentes son clave para darle desarrollo por abajo a Kicillof, y entre ellos resaltan los que tiene un perfil alto: Jorge Ferraresi, Mario Secco y Gustavo Barrera. Buscan reagrupar a varios de sus pares para diferenciarse no sólo de Máximo Kirchner y su aliado Martin Insaurralde, sino también del ministro de Infraestructura y Servicios Públicos. Otros que resaltan, tanto del Conurbano como del interior son Juan José Mussi, Julio Alak, Andrés Watson, Alfredo Fisher, Julio Marini, Germán Lago y Rodrigo Aristimuño.
En cuanto a las diferencias, por lo bajo surgen reclamos de los más críticos con La Cámpora hacia quienes no expresan públicamente una banca más fuerte a Kicillof. A su vez, hay divergencias entre los que no le perdonan una al camporismo por el nivel de beligerancia empleado y las consecuencias que les genera en sus distritos. En tanto, el rol de dirigente de consenso que posee Katopodis es diametralmente opuesto al de los que eligieron la confrontación interna como camino para llegar al objetivo de ungir al mandatario como conductor. Además, miran de reojo el ímpetu que le pone a la carrera hacia la Gobernación y se preguntan si es momento de hacer tal despliegue.
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