El equipo del Chacho Coudet corrigió en Florencio Varela el déficit de los malos arranques de cada partido que venía realizando. En ese sentido dio otro paso adelante.
El empate en Florencio Varela dejó una insatisfacción en jugadores y cuerpo técnico de Central porque todos coincidieron en que el equipo hizo los méritos suficientes como para sumar de a tres, especialmente por lo realizado en el primer tiempo. Y es allí donde se intenta apuntar. Parece raro establecer este tipo de parámetros para un equipo que desde que arrancó el torneo viene siendo protagonista, pero esa faceta fue una de las cuestiones a corregir en casi todos los partidos, algo que logró en cancha de Defensa y Justicia. Prueba superada entonces. Después puede discutirse o no la afirmación de que se trató del mejor partido del Canalla en el campeonato (así lo expresó Coudet), lo que no deja de ser un dato aleatorio. Porque lo cierto es que el equipo del Chacho había viajado al sur del conurbano bonaerense con esa mochila sobre el lomo y en ese sentido quedó claro que soltó lastre para seguir en el lote superior.
Ya había pasado mucho tiempo de aquel gran primer tiempo (en realidad tuvo buen rendimiento durante los 90 minutos) en el debut en cancha de Racing. Y en medio de ese gran lapso aparecieron rendimientos flacos en los arranque de cada encuentro. Fue tema de charla, de análisis y de reflexión de todos los intérpretes. Coudet y sus dirigidos se expresaron al respecto infinidad de veces, reconociendo que había un salto que debía darse en ese sentido.
No es un mal ejercicio echar un vistazo a lo ocurrido para entender el paso adelante que se dio en Varela. Por la simple razón de que, exceptuando aquel partido en Avellaneda, todos los demás habían entregado un saldo negativo en esa cuestión. No en los resultados, sino desde el mismísimo comportamiento futbolístico, que es lo que arrima o acerca a cualquier equipo a la satisfacción que provoca un triunfo o al desánimo cuando ocurre lo contrario. Hasta Defensa y Justicia en las etapas iniciales habían existido un triunfo, cuatro empates y dos derrotas. Amén de los números, lo más preocupante era, se insiste, el juego propiamente dicho.
Todas esa malas performances fueron las que llevaron a Coudet a realizar variantes muy rápidas, muchas de ellas en el entretiempo. El buen resultado final casi siempre acompañó.
No convenció en absoluto lo de Tigre (el triunfo llegó en el final después del incidente del que fue víctima Gustavo Alfaro). En Misiones se protagonizó otro mal arranque de partido, con un juego de bajo calibre (la victoria también llegó en el segundo tiempo). Llegó el turno de Olimpo, en Bahía Blanca, y no sólo no se jugó bien, sino que Central se fue al descanso abajo en el marcador. Después fue Temperley, en el que el DT volvió a cargar sobre las falencias del equipo en la primera etapa. Olvidable fue también lo ocurrido en Rafaela, donde la Crema también hizo que la marcha a los vestuarios fuera con la cabeza gacha (0-1). Y Ante Colón, pese a haber convertido (la primera etapa terminó 1 a 1), la cosa no alcanzó ni el calificativo de discreto. En medio de cada uno de esos encuentros hubo acertada autocrítica y, por supuesto, una clara intención de cambiar, lo que no resultó sencillo.
A esa altura se imponía una variante, un comportamiento que eche por tierra con la permisividad que el equipo les entregaba a todos y cada uno de los rivales, más allá de que esa falencia nunca había logrado hacer mella a la hora de las conclusiones finales. Porque Central sigue invicto.
Y llegó el turno de Defensa. Y fiel a su costumbre, Coudet volvió a meter mano en el equipo porque pretendía más volumen de juego, algo que, consideraba, iba a lograr a partir de la posesión. Adentro el Chelito y Nery Domínguez, más allá de que la cuestión no parecía tener grietas en los nombres propios. Lo cierto es que en ese ítem en especial se dio una vuelta de página. Porque fue, claramente, el mejor primer tiempo del torneo. El segundo período no fue de la misma calidad, pero tampoco ofició de contrapeso.
Para la discusión de fondo o la charla de café quedará si se trató del "mejor partido del torneo", como dijo Coudet. De lo que no quedaron dudas es que, pese a la falta de oficio para aguantar tres veces el resultado, Central dejó de ser generoso en los primeros tiempos. Esta vez, amén de la bronca que dejó el empate, tuvo un desempeño más equitativo.
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