La guerra entre La Cámpora y Axel Kicillof derrama en todo el partido. Disputa por el control del PJ y crisis de identidad. Equilibrio de Massa y el rol de CFK.
Por: Gabriela Pepe.
El 22 de marzo, el peronismo hizo catarsis pública en el Congreso nacional que se celebró en Ferro. En medio de reproches, anunció el armado de una comisión de acción política que empezaría a trabajar en la reconstrucción partidaria. Desde entonces, la plana mayor del PJ no volvió a reunirse. Lo iba a hacer esta semana, pero todavía no logró ponerse de acuerdo en nada.
La vida institucional del partido puede parecer una anécdota mientras la sociedad padece las consecuencias de un ajuste económico brutal, el “más grande de la historia”, según Javier Milei. Pero las internas que traban cualquier tipo de entendimiento en términos de organización también paralizan las acciones políticas y las respuestas que una porción importante del electorado le reclama con urgencia a la oposición.
Lo vivió la CGT, cuando intentó coordinar con Unión por la Patria (UP) la participación en la marcha del 24 de enero, en una reunión organizada por Axel Kicillof en la casa de la provincia de Buenos Aires, en la que no hubo ningún representante de La Cámpora. Hasta entonces, la organización que lidera Máximo Kirchner no se había pronunciado a favor del paro convocado por la central obrera. “Se están matando entre ellos. Así no podemos hacer nada”, se quejó en aquel momento un dirigente gremial de primera línea que intentaba mediar en el diálogo entre unos y otros.
“Ellos” son el kirchnerismo, ahora dividido entre Máximo Kirchner y La Cámpora, por un lado, y Kicillof y otros referentes del kirchnerismo, por el otro. La interna también derrama sobre el bloque de UP de la Cámara de Diputados, que todavía no juntó los votos para voltear en el recinto el DNU 70/2023, mientras muestra cada vez más grietas internas entre el camporismo, los aliados massistas y el grupo autodenominado “federales”, donde habitan kirchneristas, legisladores que responden a gobernadores y otros sin jefatura territorial.
La incomodidad es evidente. “La interna del kirchnerismo nos está carcomiendo el bloque”, se quejan desde una banca que pertenece al Frente Renovador, que esta semana protestó puertas adentro por el reparto de comisiones y acusó al cristinismo de acaparar demasiados lugares entre las autoridades. Los “federales” también protestaron. El santafesino Germán Martínez, presidente de la bancada, hace equilibrio entre todos.
Sergio Massa, el equlibrista modelo 2024
En el massismo hay quienes piensan que la unidad del bloque tiene los días contados. Algunos integrantes de la mesa chica de Sergio Massa empujan la ruptura desde diciembre. El líder del Frente Renovador mandó a Cecilia Moreau a cuidar la sociedad con los Kirchner. Cada vez se le hace más difícil entre los propios.
La relación de Massa con Cristina Fernández de Kirchner está sólida, pero en las bases crecen los ruidos. Al excandidato presidencial le llegaron quejas por la interna entre La Cámpora y Kicillof. Algunos dirigentes territoriales del massismo piensan que hay que cuidar al gobernador, que, en definitiva, manda en el mayor distrito que le queda en pie al peronismo. Creen que las tensiones internas que hubo entre el Frente Renovador y Kicillof tienen como única explicación el acuerdo con Kirchner. Massa y el gobernador se vieron en los últimos días. Los chispazos parecen haberse controlado.
Kicillof está muy activo entre los diputados. Durante la primera edición de la discusión de la ley ómnibus, los legisladores se sorprendieron al verlo pasar por el bloque en varias oportunidades, mate y termo en mano. Concluyeron que, a su manera, tiene voluntad de conducir.
CFK, entre La Cámpora y Axel Kicillof
Cristina está molesta porque cree que Kicillof y un grupo de dirigentes que construye a su alrededor, como Andrés Larroque, adelantaron la discusión por el armado de las listas 2025. Quienes conversan con la expresidenta creen que siente algo parecido a lo que le pasaba con Alberto Fernández. Piensa que Kicillof, Larroque y otros (ahora) díscolos llegaron donde están por los votos que les transfirió ella y deben reconocer su conducción. La Cámpora, además, tiene su propio peso territorial: gobierna 12 intendencias en territorio bonaerense y es la única agrupación del peronismo con armado nacional. Es la agrupación de su hijo y es la única que reconoce únicamente su jefatura.
“Si ganamos Buenos Aires fue porque Cristina diseñó esa estrategia en 2023. Privilegió la provincia por sobre la Nación, trabajamos para que ganara Axel”, apunta un hombre del peronismo que dialoga con todos los sectores. Larroque, los intendentes Jorge Ferraresi, Mario Secco y sindicalistas como Hugo Yasky y Abel Furlán, que fueron muy cercanos a Cristina, ya lanzaron el clamor por la candidatura presidencial de Kicillof para 2027. Se plegaron kirchneristas que siempre renegaron de La Cámpora y piensan que es momento de empezar a tocar nuevas melodías, como propuso Kicillof. Una de las más entusiastas es la diputada Victoria Tolosa Paz, fogonera del chat de federales de Diputados.
Jorge destacó la importancia de cuidar las relaciones exteriores de Argentina, por su importancia geopolítica como octava extensión territorial en el mundo, con una variedad de recursos y riquezas como para afianzar su posicionamiento estratégico y global. pic.twitter.com/nK95E0HLIV
— Jorge Ferraresi (@jorgeferraresi) April 18, 2024
La tensión escaló en las últimas semanas. Dirigentes identificados con el kirchnerismo recibieron mensajes para que evitaran la foto con los díscolos. A algunos exfuncionarios del gobierno de Cristina les sugirieron que no participaran de las actividades que arma Ferraresi en Avellaneda. A algún gobernador le pidieron que no recibiera a Fernando Gray, el intendente de Esteban Echeverría que intentó arrebatarle el PJ bonaerense a Kirchner.
La pelea por el PJ nacional
La discusión bonaerense copó también el PJ nacional, que podría volver a reunirse esta semana para definir el armado de la mesa de acción política que Kicillof anunció en marzo, en Ferro. Sin embargo, el tironeo no se limita a la integración de la comisión. Radica, sobre todo, en quién se quedará con el control del partido – y con la firma- después de la renuncia de Alberto Fernández y hasta tanto se elija una nueva conducción.
Kicillof presionaba para que quedara en cabeza de Cristina Álvarez Rodríguez, jefa de asesores del Gobierno de Buenos Aires y vicepresidenta del partido. La Cámpora impulsaba a la senadora Lucía Corpacci, exgobernadora de Catamarca. Una tercera vía decía que, en realidad, los cinco vicepresidentes, Álvarez Rodríguez, Kicillof, Analía Rach Quiroga, Juan Manzur y Corpacci, que figuran en la lista que fue proclamada en 2020 en ese orden, están en igualdad de condiciones para sellar una conducción colegiada.
Todavía no hubo acuerdo, pero en la última reunión llamó la atención que Kicillof reclamara apoderados propios en el partido. ¿Habrá elecciones internas para elegir un nuevo presidente? ¿Entre quiénes sería la interna? ¿La Cámpora versus el resto del mundo? “¿Y Axel dónde va a estar, con Cristina o con el resto del mundo?”, se pregunta un hombre de larga trayectoria en el partido.
No queda claro quién integraría el otro sector. Los gobernadores miran la puja desde afuera, fastidiosos, mientras intentan apagar los incendios financieros de sus provincias. Mientras, otros tratan de apagar las internas distritales. Este sábado, Agustín Rossi logró juntar en San Juan a José Luis Gioja y a dirigentes que responden Sergio Uñac en un encuentro de la Corriente Nacional de la Militancia. Hasta hace poco, ambos coterráneos estuvieron en guerra. Perdieron la provincia en manos de Juntos por el Cambio.
A los oídos de varios dirigentes del peronismo llegó en los últimos días que el senador Wado de Pedro anduvo sondeando posibilidades para encarrilar el futuro del partido. En el entorno del exministro del Interior lo niegan, pero, según cuentan en la provincia, visitó intendentes y les comentó, al pasar, que algunas voces lo impulsaban como futuro presidente del PJ nacional. “¿Ya tienen el bonaerense y también se quieren quedar con el nacional? Ni en pedo”, le dijo un jefe territorial a un integrante del bloque de UP.
La definición sobre la conducción es central para saber qué marco de alianzas podría hacer el peronismo en las próximas elecciones. “Ningún dirigente que hoy esté afuera del PJ va a volver mientras el partido esté en manos de Cristina o de La Cámpora. El kirchnerismo no puede conducir más. Vamos a tener que dejar a otros”, dice un bonaerense que fue muy cercano al Instituto Patria.
¿Qué es el peronismo?
Hace varios meses que el exvicejefe de Gabinete Juan Manuel Olmos empezó a hablar con cuadros medios del peronismo de todas las provincias. Son dirigentes de entre 30 y 50 años, con responsabilidades de gestión o legislativas, que quieren trabajar por la reconstrucción partidaria pero no saben por dónde empezar.
“Hay una carencia de armados políticos que contemplen la realidad del peronismo de las provincias. No sabemos a quién hablarle ni qué decir”, le dice a Letra P uno de los dirigentes del interior que conversó con Olmos en las últimas semanas y le pidió que asumiera el rol de armador que, en tiempos de Néstor Kirchner, tuvo Juan Carlos Mazzón, “El Chueco”. Entre los referentes territoriales del interior hay, también, preocupación por la interna entre La Cámpora y Kicillof. “¿Cuál es el plan? ¿Bombardear al único emergente que tuvo el peronismo en la última elección?”, se pregunta un diputado provincial.
En el entorno de Olmos dicen que no busca avanzar en un armado político: se trata de un sondeo para escuchar preocupaciones y pensar la forma de organizarse. El proceso comenzó en el verano. Olmos cuenta con una ventaja. Es uno de los pocos que habla con Cristina, con Massa y con los gobernadores. Cuida con celo su papel de articulador.
Los dirigentes del territorio comparten preocupaciones. ¿A quién le habla el peronismo? ¿Qué ideas tiene sobre el mundo del trabajo? ¿Cuál es el proyecto de futuro que quiere venderle a la sociedad? ¿Cómo se actualiza la doctrina? Es un común denominador la decepción por la última experiencia nacional, comandada por los Fernández, la idea de que el peronismo tiene que representar una opción más de centro en términos ideológicos y el rechazo que devuelven a la dirigencia los sectores productivos y, en particular, los más jóvenes, hoy interpelados por Milei.
El último Congreso nacional del PJ mostró las tensiones entre Axel Kicillof y La Cámpora.
Algunos dirigentes se preocuparon al notar que, en la última reunión de la mesa Ejecutiva del PJ, hubo solo tres dirigentes menores de 50 años. “Después sacamos un documento de siete páginas. ¿Quién va a leer eso? Es una vergüenza. No le hablamos a nadie”, se quejó una senadora nacional que participó del cónclave.
En medio de las urgencias, algunos se dan el tiempo para parar la pelota y pensar en el futuro, mientras marchan estudios y focus group. Hace tiempo que el exintendente de San Antonio de Areco Paco Durañona anda de recorrida con su crítica al encierro del peronismo en el conurbano en desmedro de la realidad del resto del país. “Nadie le habla a la sociedad. Tenemos que ser disruptivos en nuestra propuesta e involucrar a todos los sectores en la construcción política”, dice.
La ruptura de Milei y la posibilidad de construir, por ejemplo, un consenso de rechazo al DNU junto con otros actores sociales y políticos podría ser la oportunidad.
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