Panorama Político Local: Raverta conduce Unión por la Patria con el estilo de siempre y un buen vínculo con Kicillof. El Frente Renovador tensionó en la ciudad antes que en la Legislatura. Pulti asumió mayor protagonismo. Un hilo conductor y agendas separadas.
Por: Ramiro Melucci.
La derrota local era algo que podía preverse. El triunfo en la provincia estaba en los planes. El golpe del balotaje fue letal. Después del largo proceso electoral del año pasado, que lo expulsó del Gobierno nacional, el peronismo vuelve a dar señales de vida. Volvió Cristina Kirchner con críticas a Milei. Volvió de España Alberto Fernández. Regresó Máximo Kirchner con un encuentro del PJ bonaerense. Regresará Sergio Massa con un mitin del Frente Renovador.
En ese marco, la oposición marplatense empieza a recorrer los últimos cuatro años de Guillermo Montenegro con la convicción de resistir las políticas del Gobierno nacional y la incertidumbre por el impacto social de las medidas económicas, pero con una discusión por ahora silenciosa sobre la mejor manera de convertirse en alternativa de gestión.
Encuentro Marplatense, el acuerdo electoral que firmaron Fernanda Raverta y Gustavo Pulti, dejó de existir tras la derrota en las urnas. Permitió, de todos modos, el reencuentro de dos dirigentes que estuvieron enfrentados un largo tiempo por las decisiones preelectorales de 2019. Ahora esa distancia abismal que los separaba es parte del pasado. La división en tres bloques en el Concejo Deliberante debe interpretarse como una cuestión de identidades.
El gesto más fuerte fue el del Frente Renovador, que decidió no seguir compartiendo bancada con el kirchnerismo, en una clara decisión de los concejales Juan Manuel Cheppi y Ariel Ciano de no someterse a las directivas de Raverta. “No pasó en ningún lugar de la provincia. En todos lados el bloque es uno solo”, aducen con recelo en el entorno de la ex titular de Anses. “Pero con esta composición ya no hacemos el trabajo legislativo más pesado para que se luzcan otros”, deslizan.
La semana que pasó la nota la dieron los diputados provinciales del massismo: no se sentaron en sus bancas de la Legislatura y enviaron un mensaje de descontento al gobernador Axel Kicillof por reclamos de intendentes del Frente Renovador. La movida tuvo el aval de Massa y se generó como protesta ante deudas del Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA) y cuestiones educativas y de seguridad pendientes con los municipios.
Imposible no pensar que la jugada local de diciembre no tuvo, también, el aval de Massa. “A la hora de explicitar la identidad fuimos unos adelantados”, ironizan en el bloque, aunque no creen que se llegue a una ruptura en el plano provincial.
La oposición marplatense empieza a recorrer los últimos cuatro años de Montenegro con la convicción de resistir las políticas del Gobierno nacional, pero con una discusión por ahora silenciosa sobre la mejor manera de convertirse en alternativa de gestión.
Fernanda Raverta conduce Unión por la Patria con la misma lógica de siempre. Integra el PJ nacional, es consejera seccional del partido en la provincia y controla el sello de Mar del Plata. Tiene presencia en la Legislatura bonaerense a través de Pablo Obeid, un bloque de cinco integrantes en el Concejo y un gabinete propio de delegados locales del gobierno bonaerense. Al que le hizo retoques para la nueva etapa: el último fue la salida de Gastón Vargas como director de Zona Sanitaria VIII; lo reemplazará Santiago González. Antes había ubicado a Marcos Gutiérrez en la silla del Consorcio Portuario en lugar de Gabriel Felizia.
La excandidata a intendenta es la elegida de Cristina y Máximo Kirchner y mantiene un vínculo fluido con Kicillof, quien la reconoce como referente del espacio en Mar del Plata. Recibió en la semana al ministro de Gobierno, Carlos Bianco, y al de Justicia y Derechos Humanos, Juan Martín Mena, para la firma de la escritura de cesión de la ex Casita Azul a la Municipalidad. En el inicio del verano también ofició de anfitriona del gobernador.
En esos actos también pueden rastrearse las tensiones con el Frente Renovador. “A nosotros no nos invitan”, lanzan en el massismo. Podría argumentarse que, en rigor, fuera del alcance de los flashes se lo vio a Ciano en el acto con Mena. Pero lo hizo porque forma parte de la Mesa Interinstitucional contra la Trata y mantiene un viejo vínculo personal con el funcionario, no porque le hayan reservado una butaca cerca del escenario. “Con el que estamos trabajando bien es con Gustavo”, diferencian en el FR, en alusión a Pulti.
Las agendas están separadas. Mientras Raverta le advertía a Montenegro que ahora la responsabilidad de convertir en museo la casa que fue prostíbulo es del él, en el bloque del FR celebraban la repercusión que tuvo el respaldo del sector turístico local al Previaje y Pulti –con protagonismo en ascenso desde la Cámara de Diputados bonaerense–, proponía un “Frente Federal en Defensa de la Educación” ante los recortes del Gobierno nacional.
En los actos con autoridades provinciales también pueden rastrearse las tensiones con el Frente Renovador. “A nosotros no nos invitan”, lanzan en el massismo.
El hilo conductor es hoy la resistencia a los cambios profundos que propone el gobierno de Milei antes que una estrategia común para oponerse a Montenegro. Ni pensar en su sucesión, a pesar de que la imposibilidad de reelección les alimenta la ilusión de un cambio de signo político.
“Hay que ver con qué escudería competimos, en qué contexto, con qué reglas de juego. Lo importante es la amplitud”, define un hombre del Frente Renovador que ve a Massa y Kicillof como posibles líderes de la etapa que viene. “Las elecciones están lejos. Todavía no sabemos cómo le va a ir al país y a la provincia”, apuntan con cautela en el kirchnerismo local.
En ese sector las últimas elecciones dejaron una conclusión: la sociedad vota de acuerdo con los contextos nacionales, por lo cual las posibilidades de triunfo en la ciudad estarán estrechamente relacionadas con el humor social que generen las políticas nacionales más que los planteos que puedan hacerse en el plano local. Es probable que lo nacional tenga un gran peso, pero desde esa óptica faltan elementos para comprender del todo la derrota de 2019.
En el ecosistema opositor hay quienes creen, en cambio, que se necesita impronta propia, así como una estrategia, una táctica y un discurso electoral adecuados. “Hay que hablarle a Mar del Plata de cierta manera”, dicen.
Los memoriosos ven ciertos puntos de contacto entre la etapa actual de la gestión con el último tramo del gobierno de Daniel Katz. La gran diferencia es que el proceso electoral que desembocó en la derrota de su elegido para la sucesión, Sergio Fares, el radical lo transitó junto al peronista Frente para la Victoria. No es una diferencia menor en una ciudad como Mar del Plata, en la que al peronismo todo le cuesta más.
“Hoy el statu quo en el peronismo sigue siendo el mismo que antes de las elecciones del año pasado. Si queremos tener alguna posibilidad hay que replantearse muchas cosas. No podemos hacer siempre lo mismo”, reclaman desde el sector del exdirector del Correo Argentino, Rodolfo Iriart, que después de 25 años tomó distancia de Daniel Scioli y mantiene su enfrentamiento con Raverta. “No puede ser que a las organizaciones que en las internas del PJ sacaron el 43% y lograron la minoría no las hayan llamado nunca más”, se quejan.
Montenegro inaugurará esta semana un nuevo período ordinario en el Concejo. Después de una temporada que –a diferencia de lo que planteó la mano derecha del gobernador– en Mar del Plata no fue tan mala como podía esperarse, el segundo mandato del intendente se pondrá decididamente en marcha. Para los distintos sectores del peronismo y sus parientes cercanos, lo que se pone en marcha es la posibilidad de reinventarse para volver a ser una alternativa. O sucumbir en el intento.
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