Un peronismo disperso, se debate en una interna profunda que deja en evidencia la falta de conducción

Un peronismo disperso, se debate en una interna profunda que deja en evidencia la falta de conducción

Los cruces entre Cristina Kirchner y el senador José Mayans, así como el enfrentamiento del intendente Jorge Ferraresi con La Cámpora, entre otros tantos cruces abiertos o encubiertos a nivel nacional, ponen al peronismo en una encrucijada de cara al futuro. 

Por Horacio Aranda Gamboa

En un clima enrarecido, el peronismo entró en una disputa interna que dejó al desnudo la falta de conducción y de liderazgos que atraviesan al espacio, lo que precipitó enfrentamientos directos entre viejos aliados como la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el senador nacional por Formosa, José Mayans, o como el intendente Jorge Ferraresi -otrora vicepresidente del Instituto Patria-, hoy enfrentado a la agrupación La Cámpora que lidera el diputado nacional Máximo Kirchner, titular del PJ bonaerense.

El contrapunto que protagonizaron en los últimos días Cristina y Mayans en torno a la identidad peronista de la vicepresidenta Victoria Villarruel, que derivó en mensajes públicos cruzados entre ambos a través de la red social X, donde se chicanearon por los dichos de la ex mandataria, en los que afirmó que "pericia psiquiátrica le vamos a pedir a los que dicen que Villarruel es peronista", obligaron a una reunión entre las senadoras Juliana di Tullio y Anabel Fernández Sagasti con su par formoseño para aclarar los tantos.

En el encuentro de marras entre las legisladores alineadas con la ex mandataria, estas buscaron dejar en claro la posición de Cristina, quien no ve con buenos ojos un acercamiento con sectores que reivindiquen el accionar represivo de la pasada dictadura militar.

Pero también manifestaron que si bien el bloque que integran mantiene una férrea oposición a las políticas de ajuste feroz llevadas adelante por el Gobierno libertario, no evalúan la alternativa de un juicio político contra el mandatario nacional, alternativa que había esbozado el formoseño.

El cortocircuito entre Cristina y Mayans, legislador referenciado en los gobernadores, deja por otro lado al descubierto el hastío que atraviesa a los mandatarios provinciales hacía la figura de las dos veces expresidenta y su modo de conducción, así con como las designaciones a dedo que en el peronismo se convirtieron en una constante, dejando resultados poco felices en materia política.

El puñado de gobernadores que lograron salir airosos en las pasadas elecciones generales y que aún no han sacado los pies del plato, tal como sí sucediera con el tucumano Osvaldo Jaldo, el catamarqueño Raúl Jalil y el salteño Gustavo Sáenz -que responde a Sergio Massa-, vienen respaldando además, al riojano Ricardo Quintela para presidir el PJ nacional.  

En Provincia, Kicillof y Máximo no se dan tregua

En paralelo, en la provincia de Buenos Aires se vienen registrando cortocircuitos entre sectores alineados al Gobernador Axel Kicillof y los encuadrados detrás de Máximo Kirchner, lo que ha dejado al desnudo que pese al tembladeral que generó en las filas del peronismo la denuncia judicial por violencia de genero contra el expresidente Alberto Fernández, presentada por su esposa, Fabiola Yáñez, no alcanzó para calmar la interna dentro del oficialismo bonaerense.

Para el caso, dos de los alfiles que en el territorio provincial impulsan la figura del Gobernador rumbo a las presidenciales de 2027, los intendentes Ferraresi (Avellaneda) y Gustavo Barrera (Villa Gesell), encabezaron él último sábado en la ciudad balnearia, un multitudinario encuentro de la militancia.

Ante ese escenario, Barrera indicó que "el único escollo" que encuentra el Gobierno Nacional "es la Provincia, es Axel. Somos la resistencia. No hay tiempo que perder", agregó que quienes tienen responsabilidades solo tienen que rendirle cuentas a los votantes, y luego de preguntarse "¿qué vamos a esperar?", buscó dejar en claro: "No estamos en contra de nadie, estamos a favor de Axel".

En tanto que Ferraresi, quien viene recorriendo los municipios del territorio bonaerense impulsando los encuentros con las bases militantes, llamó a avanzar hacia una instancia que garantice la democracia interna, donde "los candidatos sean los que ganen elecciones", al tiempo que consideró que el principal referente político del peronismo es el Gobernador, el que desde la asunción de Milei viene dando una batalla desigual en defensa de los intereses de los sectores afectados por los recortes del Gobierno libertario. 

"Axel Kicillof es el futuro Presidente de Argentina en 2027", agregó el jefe comunal de Avellaneda, quien tras reclamar que se garantice "la participación en todos los distritos", lanzó una advertencia: "Si no lo podemos hacer desde nuestro Partido, utilizaremos otro mecanismo que nos permita construir una alternativa, como lo hizo Cafiero con la presentación del Frente Renovador Justicialista". 

  

Los cortocircuitos también hacen mella en las organizaciones sociales, dentro de las cuales se comienzan a fijar posiciones a uno otro lado de los sectores involucrados, tal como sucede en el Movimiento Evita, donde su titular, Emilio Pérsico, mantuvo el último jueves una reunión con Máximo Kirchner y la intendenta Mariel Fernández (Moreno).

Con la mirada puesta en el corto plazo en las elecciones de mediano termino y a futuro, en la sucesión al sillón de la gobernación provincial, teniendo en cuenta que Kicillof no podrá ser reelegido, el líder de La Cámpora viene impulsando un armado bonaerense con intendentes y referentes sindicales y de organizaciones sociales, lejos del armado que impulsan los lugartenientes que responden al mandatario bonaerense.

Alineado a las filas de Kicillof,  quedó Gildo Onorato, otro de los referentes del Evita, designado en abril pasado como presidente del Instituto Provincial de Asociativismo y Cooperativismo, quien en su momento no dudó en señalar en su momento, que en el peronismo "hay un ciclo histórico que se está terminando".

La dispersión que registra el peronismo tiene varios ingredientes, por un lado, apunta a dar por terminada una etapa signada por un excesivo verticalismo, aspira a recrear un debate interno que los incluya a todos a la hora de la toma de decisiones, a ponerle freno a las nominaciones a dedo, a generar una autocritica profunda y a construir un discurso que les permita recuperar el favor perdido del electorado; el tiempo dirá si todo eso es posible. 

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