La involución del peronismo en la provincia ya no es un fenómeno pasajero, años de una conducción deficiente tanto en materia de valores políticos como al momento de disputas electorales. El menosprecio por el afiliado, los negocios con el oficialismo, el rechazo de todo proyecto reformador, la perpetuidad de los cabecillas de la derrota, son tan solo alguna de las causas para que el histórico partido termine por repartirse bancas con las fuerzas minoritarias. El presidente del PJ Rubén Rivarola comanda para una elite de aliados sin importarle la decadencia de su partido.
Hacer una crónica local y reciente de los sucesos electorales vividos por doctrinarios del general Perón es una misión sumamente difícil de lograr en un par de líneas; por ejemplo debe incluirse que luego de cómodas décadas acaparando la masa de votantes jujeños, 2015 sería un punto de quiebre histórico: tras la derrota en manos del incipiente Frente Cambia Jujuy vendría una sucesión de tragedias (aún sin subsanar) incluyendo intervención federal – crisis de identidad – fuego amigo – desconexión nacional. Un espiral descendente que ha llevado a la histórica fuerza política a competir en igualdad de condiciones con el joven y humilde Frente de Izquierda.
El frente de Todos (ex Frente para la Victoria y Unidad Ciudadana) es una mutación del justicialismo tradicional con un gruesa dosis de kichnerismo new age administrado en buena parte por La Cámpora. Este ADN híbrido estuvo muy presente en el Jujuy pre 2015 y ha dejado fotografías inolvidables entre los electores que tienden a ser relacionadas (injustamente o no) con violencia, caos y corrupción.
Esa debilidad implosiva fue capitalizada por el radicalismo y dos años más tarde por el FIT durante las históricas legislativas provinciales que permitieron el acceso a cuatro bancas. Los poderes republicanos provinciales se reconfigurarían de una manera totalmente nueva.
No es casualidad, un apellido íntimamente relacionado con el justicialismo atraviesa los años, acaparando los manejos de la sede de Senador Pérez 1.165 y en sus ansías de perpetuarse llegó ha acordado un sinnúmero de veces con el oficialismo con tal de mantener sus negocios saludables.
Se trata de Rubén Armando Rivarola, uno de los empresarios más acaudalados del pago, presidente del PJ desde 2017 y evidente operador de Gerardo Morales en la Legislatura. Luego de un año intervenido por Celso Jaque, designado oportunamente por la comisión nacional, el destino del Partido Justicialista jujeño quedaría en sus manos tras la presentación de una única lista.
Curiosamente unos cuantos miembros de esa mesa directiva hoy son enemigos jurados de Rivarola: Diego Martín Palmieri, Julio Moisés, Guillermo Snopek, entre los más destacados. Fundamentos les sobran, la coexistencia fue insostenible con el paso del tiempo, a tal punto que muchos históricos del partido fueron desafiliados sin explicación por obra y gracia del controversial presidente.
El Partido Blanco de los Trabajadores, Bases Nacionales Peronistas, Arriba Jujuy, advirtieron un sinfín de veces el desmanejo déspota rivarolista. Pero el aparato al que se enfrentaron los dejaba en condiciones de lucha desigual, por consiguiente rompieron relaciones, protagonizaron duros cruces de pasillo, bochornosos episodios de violencia en la sede y se denunciaron mutuamente. Hasta el ex presidente del PJ nacional José Luis Gioja debió ponerle los puntos en alguna ocasión cuando la conducción estaba evidentemente desviada.
A duras penas pudieron coincidir en la lista de diputados 2019 que llevó a Carolina Moisés – Julio Ferreyra hasta el Congreso en la única elección victoriasa que pudieron obtener frente al FCJ del gobernador. Pero sería un oasis electoral, una alianza por necesidad.
Rodeado de amigos en puestos clave y amparado por el oficialismo que se retroalimentó del divide y vencerás, ninguna objeción fue suficiente para derrocar al hombre que desangró/a al peronismo jujeño. Proscribió a la única lista que democráticamente pensaba disputarle el mando del justicialismo con Guillermo Snopek a la cabeza.
Es tal el desinterés de RAR que de haber conciliado con sus correligionarios, durante las últimas elecciones provinciales habrían derrotado a Omar Gutiérrez y compañía. Por el contrario el peronismo jujeño se fragmentó para deleite de la competencia, perdió terreno a nivel provincial garantizando inobjetable mayoría para hacer y deshacer a gusto de GM:
Pedro Belizán (Frente de Todos PJ) 13,45% - René Casas (Primero Jujuy) 7,22 - Carlos de Aparici sumó (Todos por Jujuy) 6,51% – Diego Palmieri (Unidad para la Victoria) 5,36% – Daniel Gutiérrez (Con Toda el Alma) 3,02% - José Luis Martiarena (Jujuy Puede) 2,74% - Guillermo Sapag (Popular por Vos) 2,4% - Roberto Moya (Juntos por Jujuy) 1,44%.
Por eso no extrañará nada si Rivarola se mantiene inmutable ante la flamante derrota electoral fruto de una débil performance del Frente de Todos el pasado 14/11, al fin y al cabo su hijo Ernesto Cristian otro empresario del clan devenido en funcionario se sumará a la Casa de Piedra ni bien asuma la diputada electa Chaher en el Congreso (su cuñado Alfredo Gerry asumió banca en 2018).
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