El peronismo aprovecha la debilidad de Villarruel para negociar y sumar poder en el Senado

El peronismo aprovecha la debilidad de Villarruel para negociar y sumar poder en el Senado

Un sector de Unión por la Patria busca su revancha en la Cámara alta y presiona para hacerse de la mayoría de las autoridades en la sesión preparatoria de febrero. El pliego de Ariel Lijo para la Corte Suprema no avanza.

María Cafferata

El peronismo huele sangre y aprovecha. Esto ha sido así en el Senado desde que comenzó la batalla interna entre Victoria Villarruel y Javier Milei. A veces negociando con una, a veces con el otro, Unión por la Patria aprovecha su número para presionar y sumar poder en la Cámara alta. Y ahora, con la excompañera de fórmula de Javier Milei bajo asedio y más débil que nunca, la bancada peronista analiza la posibilidad de conseguir su revancha. El ojo está puesto en las autoridades de la Cámara: uno de los pocos lugares en los que la vicepresidenta de la Nación tenía cierto control, pero que ahora se encuentran casi vacantes debido a la intervención depuradora de Santiago Caputo.

Santiago Caputo acecha a Villarruel y se mete en la discusión por la presidencia provisional del Senado

“Nos equivocamos cuando elegimos las autoridades. No ofrecimos nada y nos cagaron. Fue un error haber renunciado a todo, esta vez tenemos que ir por todo. Va a haber un vuelto”, advierte un senador de Unión por la Patria que, como muchos, viene presionando puertas adentro para hacerse con el control de las autoridades de la Cámara. No solo la presidencia provisional —tercer lugar en la línea de sucesión presidencial—, sino también el resto de las secretarías. 

Cuando Milei asumió, el peronismo se dio un debate interno: siendo primera minoría le correspondía la presidencia provisional en el Senado, ¿correspondía dejársela al oficialismo como gesto institucional o había que pelear para quedársela para sí? El mismo debate se dio en Diputados con la presidencia de la Cámara. Un poco por trauma histórico —el 2001 estaba presente y ninguno quería que lo llamaran “golpista”— y otro poco por la intervención de Cristina Fernández de Kirchner —que falló a favor de darle el lugar a La Libertad Avanza—, las presidencias quedaron en manos del oficialismo. 

Lo mismo terminó sucediendo con las comisiones, aunque esta vez en contra de la voluntad del peronismo. Ahí maniobró Villarruel, logrando juntar a toda la oposición no kirchnerista para hacerse de una mayoría que dejaba en minoría a UxP. Una maniobra que al día de hoy el peronismo cuestiona y mastica con ansias de revancha.

La vicepresidenta Victoria Villarruel NA

Estos deseos de venganza coinciden, ahora, con otro factor: la debilidad de Villarruel en el Senado. El operativo de asedio y desgaste de Casa Rosada sobre la vicepresidenta la ha dejado prácticamente sin aliados. Primero le renunció su secretaria de Derechos Humanos, Claudia Rucci, hija del exsecretario general de la CGT asesinado en el 75. Después su secretaria Administrativa, María Laura Izzo, aunque todavía falta el anuncio oficial. Y ahora Casa Rosada dio inicio a un operativo para hacerse con el lugar del secretario parlamentario, Agustín Giustinian, y el prosecretario administrativo, Lucas Clark. “Tiene terror de que se hagan con el lugar de Clark, que es quien se encarga de la Seguridad de la Cámara”, deslizó un senador que se reunió con la vice. 

Debilitada Villarruel, el peronismo observa que es un escenario propicio para intervenir. Cerca de la vice sospechan que UxP colabora con Casa Rosada para hacerse con las autoridades, como parte de un acuerdo más amplio que incluya el pliego de Ariel Lijo para la Corte Suprema y la suspensión de las PASO. Pero en el peronismo lo niegan.

“Ellos tienen un quilombo interno. Villarruel no quiere a Lijo. Hoy tenemos una nueva composición, tenemos más senadores. ¿El Gobierno va a jugar limpio o va a jugar sucio? ¿En qué tiene interés?”, provoca, críptico, un peso pesado del interbloque peronista. La jefatura de la bancada es consciente de las presiones internas y las deja correr a la espera de poder negociar. Con Villarruel o con Casa Rosada. 

El titular del interbloque peronista, José Mayans Mariano Sánchez | NA

La vice, mientras tanto, ya comenzó a hacer números con senadores aliados, a la espera de poder repetir la mayoría que le permitió retener el control del Senado a pesar de contar solo con 7 senadores oficialistas (hoy son 6, luego de la expulsión del formoseño Francisco Paoltroni por cuestionar la postulación de Lijo para la Corte y pelearse, así, públicamente con Santiago Caputo). Tanteando a radicales, PRO y fuerzas provinciales, Villarruel podría llegar a 34 voluntades para reelegir al puntano Bartolomé Abdala. Eso, siempre y cuando la Casa Rosada juegue a favor, algo de lo que Villarruel duda.

Los aliados observan, sin embargo, que la vice quedó golpeada tras la pelea con Casa Rosada, y que no es la misma. “No está con las mismas ganas de antes”, reconoce un senador aliado. Y, frente a esta debilidad, el peronismo actúa para presionar. Cuenta con que los dos senadores santacruceños, Jose María Carambia y Natalia Gadano, aún no se pronunciaron en favor de la vice (como había hecho el año pasado). De sumarlos, el peronismo podría hacerse de un sólido número para amenazar con quedarse con las autoridades y, así, negociar.

La mayoría peronista

Los 33 senadores peronistas —serán 34 cuando jure la Stefanía Cora en reemplazo del expulsado Edgardo Kueider— representan la mayor amenaza a las fantasías libertarias para estas sesiones extraordinarias. No es solo el debate por las autoridades, que se elegirán a finales de febrero, sino por los proyectos que Milei quiere convertir en ley este verano. 

El principal escollo son los pliegos para la Corte Suprema de Justicia. El Gobierno se anotó una victoria cuando logró que Lucía Corpacci, senadora catamarqueña cercana a CFK, firmase el pliego de Ariel Lijo. Lo hizo en el despacho de “Camau” Espínola, el ex compañero de bloque de Kueider que el gobierno designó como responsable del manejo de los pliegos de la Corte. “Camau” estuvo hace un par de días por Casa Rosada y, pese al escándalo desatado por la detención de Kueider en la frontera con Paraguay, ya está diciendo que trabaja para ser gobernador de Corrientes como candidato del oficialismo.

La firma de Corpacci, sin embargo, fue todo. El Gobierno no avanzó mucho más que eso. Las conversaciones, por estos días, vienen congeladas, y en UxP aseguran no tener ningún interés en aprobar el pliego de Lijo sin que haya, a cambio, un acuerdo más amplio que incluya otros jueces y la posibilidad de ampliar la Corte Suprema de modo de poder incluir su propio pliego. “¿Cuál es la ventaja de regalarle Lijo a Milei? Él no es de nosotros”, afirma uno de los senadores del interbloque que preside José Mayans. “Si ellos quieren su hijo de puta, nosotros queremos al nuestro”, sostiene, más brusco, otro senador del espacio.

Pero el problema no es solo la Corte Suprema, sino también los proyectos que tienen que tratarse primero en Diputados. En el caso de Ficha Limpia, por ejemplo, el PRO y el radicalismo están convencidos que, de aprobarse en Diputados, el proyecto nunca pasará el filtro del Senado. Y los senadores peronistas coinciden. 

Lo mismo sucede con la suspensión de las PASO: si el gobierno desea hacerse con una mayoría especial necesitará del respaldo de una parte de UxP. Solo con los aliados no puede. Y el peronismo cuenta con esto a la hora de negociar.

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