Pequeños comerciantes de la ciudad que tienen especialmente negocios de barrio ya advierten que la nueva ley de descanso dominical puede llegar a perjudicarlos si se mantiene tal como se puso en vigencia, ya que se ven obligados a cerrar sus puertas el domingo pese a que no tienen empleados.
El Centro Empleados de Comercio reivindica la medida como un regreso a las fuentes del descanso dominical, luego de que durante la etapa neoliberal se flexibilizaran los horarios y en los grandes supermercados se volviera norma para los empleados la necesidad/obligación de cumplir tareas como si se tratara de un día más.
La Cámara de Comercio también presentó la novedad como un beneficio para el sector, partiendo de la base de que la medida afectaría sobre todo a las grandes superficies (las cadenas de supermercados).
Pero puesta en práctica, la ley ya preocupa a los responsables de pequeños negocios barriales que tienen superficies mayores a los 40 metros cuadrados, que los domingos no tienen empleados, sino que afrontan ellos mismos la tarea cotidiana.
Esos planteos habrían sido realizados de manera informal ante los dirigentes sectoriales pero cayeron en saco roto, según cuentan algunos de los involucrados.
Por eso, algunos de los afectados tienen la idea de organizarse en un encuentro el próximo domingo a las 11 de la mañana en la plaza San Martín, frente a la Municipalidad de Santa Rosa, para “coordinar acciones a seguir”.
Piden cambios
El planteo de extender la superficie afectada ya se hizo por parte de las cámaras piquenses: pretenden que los comercios afectados sean solo los que tienen más de 100 metros cuadrados de superficie cubierta.
Para ello, habría que modificar la ley, paso que ahora no suena nada fácil: la legislación se aprobó por unanimidad, con acuerdo de distintos sectores, y se presentó a La Pampa como provincia “pionera” en la materia, con la idea de extender la misma normativa al resto del país.
El diputado radical Carlos Bruno, que además es comerciante, ya rechazó de plano esa idea. El Centro Empleados de Comercio planteó que reformular la iniciativa “no entra en la cabeza de nadie”, según las palabras que usó el secretario de Organización, Rodrigo Genoni.
Pero lo cierto es que hay pequeños comerciantes de barrio seriamente afectados: aunque no tienen empleados, se ven obligados a cerrar sus puertas y se privan de los ingresos que habitualmente suelen quedarles en tres o cuatro horas que abren el domingo a la mañana.
Los motorizadores del encuentro del próximo domingo se atreven incluso a cuestionar la constitucionalidad de la ley 2.717, ya que el artículo 14 de la Carta Magna otorga el derecho de trabajar, comerciar y disponer libremente de la propiedad.
“¿Cuál es el fundamento para que un comercio con más de 40 metros cuadrados de superficie deba permanecer cerrado el día domingo? Yo no tengo empleados, por lo tanto no le estoy quitando a nadie el derecho del descanso dominical”, dijo a modo de ejemplo un comerciante de la Villa Santillán que tiene una despensa y verdulería.
Contó que hace dos años decidió cerrar los sábados a la tarde y abrir los domingos a la mañana. Los sábados a esa hora percibía poco movimiento (“la mayoría aprovecha ese momento para ir al supermercado”) y para disfrutar de fiestas familiares sin tanto cansancio o de espectáculos que siempre tienen lugar los sábados a la noche. También se les facilitó disfrutar de algún encuentro al aire libre con sus hijos adolescentes, que los domingos a la mañana duermen hasta tarde.
A cambio de ese descanso de los sábados a la tarde, abren los domingos a la mañana, siempre trabajando en familia y sin necesidad de contar con empleados.
Otra comerciante cuenta su experiencia: “Cuando se comenzó a hablar del cierre dominical para las grandes superficies nos pusimos muy contentos pensando que esto iba a favorecer a los pequeños comerciantes de Santa Rosa, sin saber ni imaginar que esta ley nos ocasionaría semejante perjuicio, ya que la venta que a veces hacemos en tres horas y media del domingo equivale a una jornada de diez horas de cualquier día de semana”.
El perjuicio -hacen notar algunos responsables de negocios barriales- alcanza a las distribuidoras mayoristas locales que, de acuerdo a los cálculos, también verían mermadas sus ventas. Otro comerciante aludió al papel de los acreedores, con quien “no podremos cumplir con las obligaciones contraídas en tiempo y forma”.
Los comerciantes no ignoran, además, otras circunstancias actuales: la inflación y la reducción de los márgenes de ganancia para el sector, que no es privilegiado.
Otro responsable de un negocio avisó su situación: con las ganancias del domingo -dice- paga parte del sueldo del empleado de lunes a sábado, con lo cual ingresa en zona de riesgo y evalúa la posibilidad de reducir el horario de ese trabajador.
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