Por: Ernesto Tenembaum. El escándalo de la criptomoneda $LIBRA dejó expuesta la fragilidad del equipo íntimo del presidente Milei. Los tres vértices del “triángulo de hierro” temblaron al mismo tiempo.
El viernes pasado, en su discurso ante el BID, el presidente Javier Milei cometió dos errores. El primero, al describir la cabeza de los pulpos. Milei le explicó a sus interlocutores que hay un grupo de argentinos a los que él llama “cabeza de pulpo” porque “los pulpos tienen el intestino en la cabeza y por lo tanto la tienen llena de excrementos”. No es exactamente así. Los pulpos tienen tentáculos y un cuerpo –al que Milei llama cabeza—donde se concentran la mayoría de sus órganos. Parece ser un bicho de lo más fascinante. Muchos biólogos han sostenido que su cerebro es el más complejo de los invertebrados. Hay documentales que dan cuenta de su capacidad emotiva, de su memoria de largo plazo y su inteligencia práctica. En cualquier caso, la materia fecal de los pulpos tiene poca relación con sus ideas. Se trata de un error comprensible: nadie, ni siquiera Javier Milei, puede saber sobre todo.
El segundo error consistió en que manejó mal su celular. Milei lo dejó encendido para transmitir su discurso a través de un vivo de Instagram. Pero no lo muteó. Alguien, entonces, intentó comunicarse con él y se escuchó el sonido de la llamada. El Presidente interpretó que se trataba de una conspiración para que no se difundieran sus palabras. Vaya uno a saber. Milei denuncia conspiraciones casi con frecuencia diaria. Pero si fuera así -si realmente hubiera tantas conspiraciones en marcha- sería mejor anticiparse y silenciar el smartphone. De otro modo, los “cabeza de pulpo” tendrán más chances de ganar la batalla en su contra.
Eso mismo vale para lo ocurrido en la peor semana de este Gobierno. Si hay muchas conspiraciones en marcha, mejor no proceder de la manera en que procedió el Gobierno, porque entonces los enemigos van a triunfar muy fácil. Incluso, tal vez no hagan falta enemigos: por momentos pareció que se trataba de un proceso de autodestrucción deliberado. Es difícil de entender de otro modo todo lo que ocurrió:
-El presidente Milei se involucró sólo en un escándalo financiero de repercusión internacional al promocionar –o difundir, como él prefiere llamarlo— la existencia de un activo financiero desconocido, cuyo valor escaló hacia el infinito luego de su sugerencia, y después se derrumbó estrepitosamente. En ese ratito, un puñado de inversores bien informados hicieron decenas millones, mientras miles de despistados perdieron lo suyo. Sin la participación del Presidente, nada de eso hubiera sucedido.
-Cuando los hechos se difundieron en las redes, el Presidente trató de aclarar que no estaba “interiorizado” en ese proyecto y que no tenía vínculo con sus creadores. En pocas horas quedó claro que los conocía, que había trabajado para algunos de ellos, que se había encontrado con otros en hoteles de cinco estrellas y dependencias oficiales y que tenía información privilegiada sobre la inversión.
Milei junto a Hayden Davis, creador de $LIBRA
-El presidente anunció entonces que se sometería a una investigación de la Oficina Anticorrupción, que depende de su ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Un día después, informó que tal vez Cúneo Libarona sería su abogado en las causas judiciales que investigarán el tema. En un caso sería investigador y en el otro defensor del investigado: la misma persona.
-Al crecer más el escándalo, el Presidente concedió un reportaje que potenció todas las sospechas. La nota, en principio, fue anunciada por Hayden Davis, el creador del activo financiero $Libra, que a estas alturas ya había dicho que era asesor del Presidente. En pocas horas, la inesperada filtración de un corte editado reveló que la nota, al menos en algunas de sus partes, estaba pautada. Mientras tanto, distintos personajes del mundo cripto contaban en el exterior que les habían pedido dinero para reunirse con el Presidente, o que les constaba la existencia de un pago millonario para que el Presidente participara en el lanzamiento de Libra.
-Finalmente, cuando un sector de la oposición intentó formar una comisión investigadora, el oficialismo lo impidió, con el apoyo del PRO y la mitad de la UCR. El cuerpo parlamentario que, en tiempos muy cercanos, era definido por el Presidente como “un nido de ratas”, lo protegió de una investigación independiente sobre su conducta.
El proyecto para crear una comisión investigadora fue rechazado en el Senado de la Nación
“Fue solo un tuit”, “quien desconfíe de la honestidad del Presidente es porque no lo conoce”, “los que lo critican son los peores ladrones de la historia”, “a la gente este tema no le importa”, “los mercados no se conmovieron por el escándalo porque lo fundamental está bien”: de esos elementos se compuso, a medida que pasaban los días, el relato oficial.
Pero, claro, ese relato debió convivir con otro antagónico, que recorrió el planeta. Por ejemplo, un pequeño diario de Berlín llamado Tagesspiegel, explicó así el entuerto:
“En la plataforma X de Argentina es tendencia una etiqueta que debería doler especialmente al presidente Javier Milei: #MileiEstafador. Precisamente de eso lo acusan en las redes sociales y, desde el domingo, también algunos abogados. Precisamente él, que representa otra forma de hacer las cosas. Él, que quiere reducir radicalmente el tamaño del Estado y acabar así con las políticas, a veces corruptas, de los gobiernos anteriores, a los que gusta de llamar ‘la casta’… Milei representa la esperanza de que la crisis y la corrupción por fin terminen. Nada menos que él habría de ser ahora, presuntamente, parte de un esquema piramidal, que ha costado sus ahorros a decenas de miles de personas”.
Esa narrativa se repitió en medios conservadores como The Economist, más cercanos a la socialdemocracia como El País de Madrid o herederos de la España monárquica, como el Abecé: “Este viernes se dio luz verde al proceso para esclarecer lo ocurrido con la difusión del presidente argentino de Libra, que resultó ser una estafa. El ‘criptofiasco’, promovido por Milei, ronda pérdidas de 251 millones de dólares”. Y así en cada rincón del mundo.
O sea que, después de esta semana fatal, la narrativa sobre el presidente argentino está dividida. ¿Se trata de un héroe en la lucha contra la corrupción, o alguien que se llena la boca con esa retórica para hacer sus propios negociados? Solo hay que imaginarse la respuesta que daría al respecto aquel fogoso y enérgico candidato si el protagonista de esta historia hubiera sido Sergio Massa, Alberto Fernández o Mauricio Macri.
Javier Milei en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés) en el Gaylord National Resort & Convention Center, el sábado 22 de febrero de 2025, en Oxon Hill, Maryland. (AP Foto/Jose Luis Magana)
No solo eso cambió en la Argentina en los últimos diez días. También quedó expuesta la fragilidad del equipo íntimo del Presidente. Muchas veces, durante su corta y exitosa carrera, Milei destacó el rol de su hermana Karina en términos muy claros. “Trabaja de filtro para que no me traigan cosas que me fastidian. Porque si no a los tres días me canso y me voy. Y es quien lleva mis números históricamente. Y cuando paso demasiado tiempo haciendo política, me dice que los números no cierran, andá y laburá. Y después, que es la tarea más importante, que estas basuras jamás van a entender: mi hermana me marca los límites morales. Esto es crucial. Porque vos muchas veces vas por el camino y te traen ofertas, propuestas. Y la mente te hace trampa. Y vos te hacés trampa porque querés justificar lo injustificable. Lo que hace ella es marcarme los límites. Por acá no. Por acá no. Es la única que se atreve a decirme: ‘Eso está mal’. Y me lo dice de una”.
Ese mecanismo, evidentemente, no funcionó. Aparecieron además denuncias concretas sobre presuntos comportamientos vidriosos de la mujer de más confianza del Presidente. Encima, el otro hombre de confianza, Santiago Caputo, fue quien interrumpió la nota fallida. Los tres vértices del “triángulo de hierro” temblaron al mismo tiempo en esta misma semana. Mauricio Macri golpeó allí: “Un presidente descuidado”, dijo.
Javier Milei, Santiago Caputo y Karina Milei
Pero además asomó un Milei poco conocido. La semana anterior, el jefe libertario había expulsado del mundo propio al titular de la Anses, Mariano de los Heros, a Sonia Cavallo y a Ramiro Marra. Era la “guillotina” de Karina actuando en tiempo real. Parecía implacable. Esta vez, ante conductas mucho más dañinas para el Gobierno, no tomó ninguna medida, ni siquiera contra los “criptoboys” que lo arrastraron al escándalo. ¿Por qué tanto castigo a unos y tanta tolerancia a otros? Tal vez allí anide otro capítulo de este escándalo.
En agosto del 2021, ocurrió un hecho que es, a la vez, parecido y diferente a este: la aparición de la foto que exponía cómo Alberto Fernández había violado la cuarentena que le había impuesto al resto de la población. El contraste era terrible entre el hombre que prometía hacer cumplir el aislamiento con sus propias manos y el que, en secreto, brindaba por un cumpleaños familiar sin respetar ninguna distancia. Ahora, el líder anticasta aparece cobijado por la casta para zafar de una investigación sobre su participación en una estafa.
Otra vez, el contraste.
Aquello, claro, fue más grave. La sociedad venía de padecer un momento espantoso, la situación económica empeoraba y Fernández perdía día a día autoridad por la situación interna del Gobierno. Milei tiene, a diferencia del ex presidente, más puntos de apoyo y menos golpes recibidos. Por eso, seguramente las consecuencias sean menos desastrosas.
Aun así, hay detalles que se van sumando. Las referencias discriminatorias contra las minorías sexuales, las agresiones contra cualquier disidente, la participación en actos internacionales donde aparece en forma recurrente un saludo muy parecido al que hacía Adolf Hitler, los escándalos y las denuncias permanentes de conspiraciones: por momentos parece que el Presidente está buscando un límite.
Y eso es un problema.
Porque las personas que buscan un límite suelen encontrarlo.
Comentá la nota