Mientras sale a cazar opositores, Milei cede ante el agronegocio, asustado por la quema de reservas. El show xenofobo de Trump, un tiro en el pie para la economía estadounidense. Las contradicciones internas en el bloque de la extrema derecha.
Por: Diego Genoud
Después de una semana de gira internacional, Javier Milei aterrizó en la urgencia de un gobierno sin dólares y tuvo que admitir su debilidad real. Con reservas negativas en el Banco Central, alguien le hizo advertir al presidente y a su ministro de Economía que la estabilidad atada al dólar barato no duraba hasta las elecciones. Por eso, resignó el mandato del ajuste y la baja de la inflación para cerrar un acuerdo de apuro que privilegia a las grandes multinacionales aceiteras nucleadas en la poderosa CIARA-CEC. La marca de la improvisación quedó en la superficie: la entidad que nuclea a gigantes como Bunge, Cargill, Luis Dreyfus, Molinos Agro, Aceitera General Deheza, Cofco Internacional y Glencore fue convocada tarde para definir la letra chica del decreto. Entre los productores sojeros se quejan de que el gobierno reinstaló el diferencial en favor de las grandes aceiteras y favorece una transferencia de ingresos en beneficio de las trasnacionales del polo exportador.
La baja de retenciones llega en un momento de ofensiva de las empresas. En los últimos días, la Federación de Trabajadores Aceiteros denunció despidos e incumplimiento de los convenios en compañías como Viterra, Danica Llavallol, Vicentin/Renopack y Explora S.A, una empresa que tiene sede en Puerto General San Martín y apareció custodiada por efectivos de la Prefectura. El sindicato advirtió que puede haber una huelga en el sector.
El giro de Milei fue repentino, propio de un gobierno que sobreactúa una fortaleza que no tiene y se concentra en perseguir opositores y minorías, mientras se escapa de los problemas. Entre los gobernadores de la Región Centro, todos se declaran sorprendidos por la decisión. Dos días antes, Luis Caputo los había maltratado por pedir la baja de retenciones. Una semana antes, además, se había negado a recibir a la Mesa de Enlace.
En el gobierno dicen que el ministro tuvo que acatar la orden de su sobrino. Ante el riesgo de quedarse sin dólares para financiar la ficción del superpeso o atento al malhumor sojero conspire contra la ambición electoral de la ultraderecha, Santiago Caputo empujó a su tío a protagonizar una conferencia que pretendía evitar. Mientras el Banco Central tenía la peor seman del mes, a pura quema de reservas, en la Casa Rosada preveían que febrero y marzo iban a ser complicados. Ahora en cambio se ilusionan con que el agronegocio liquide entre 10 y 15 mil millones de dólares hasta junio.
El dólar soja de Milei descomprime el frente interno pero es parte de un esquema donde prima el cortoplacismo y la improvisación. La sociedad Caputo-Bausili venía de reducir a la mitad el ritmo de devaluación mientras el agronegocio se quejaba de que la baja de los commodities, el riesgo de sequía y el dólar planchado habían alterado todos sus cálculos. Todo es provisorio.
Como en una remake clase B de Donald Trump, Milei puede argumentar que comparte problemas similares con su líder. El republicano volvió a la Casa Blanca con un poder descomunal pero en un contexto local y global que le pone límites a su plan. Trump quiere expulsar a los migrantes de una economía que los necesita como nunca para volver a crecer, porque Estados Unidos tiene pleno empleo y la tasa de fertilidad más baja de su historia.
La persecución a migrantes puede generar un show del horror que rinda grandes ganancias para constructores de muros y dueños de cárceles privadas. Pero en la práctica es un tiro en el pie para los planes del otra vez presidente. Es lo que advierten economistas como Paul Krugman o Hank Paulson, ex secretario del Tesoro de Bush hijo. Krugman marca que los migrantes hoy son el 75% de los trabajadores agrícolas -la mitad indocumentados- y el 20% de los trabajadores de la construcción. Sin estadounidenses para reemplazarlos, las deportaciones masivas pueden provocar el aumento de los alimentos y elevar la inflación, uno de los grandes problemas que Trump puede tener en su segundo período.
Trump volvió al poder cuando pocos lo esperaban, producto de su tenacidad pero también del fracaso del establishment político bipartidista que no pudo sacarlo de la cancha. Aunque conoce al poder mejor que antes y dice haber aprendido de su tiempo a la intemperie, el aluvión de órdenes ejecutivas que firmó muestra que repite parte del viejo manual fuera de contexto.
Entre 2017 y 2025, China globalizó su economía y se volvió menos dependiente. En cambio, Estados Unidos retrocedió y perdió influencia geopolítica. China compite en el desarrollo de la Inteligencia Artificial, pero además en la carrera espacial, las comunicaciones, energía y las ciudades inteligentes. Tiene la red de trenes de alta velocidad más extensa del planeta, construye los barcos más grandes del mundo para transportar GNL y empieza a usar los aviones de pasajeros que se fabrican dentro de sus fronteras. “Los chinos se benefician de un sistema muy vertical, planificado y organizado que se vale de las reglas de mercado. Todo lo hacen igual, mejor y siempre más barato que Occidente. Es entendible la desesperación de Trump”, dice un diplomático que tiene relación con el gobierno de Milei.
En una nota publicada en Asia Times, Juan Tokatlian marcó en los últimos días los problemas de Trump en relación a América Latina. En su disputa con China, afirmó, hoy Estados Unidos aporta muchos menos recursos -inversión, ayuda, comercio- de lo que aportaba a la región en tiempos de la guerra fría. Sin embargo, exige más compromisos. Por eso el experto en Relaciones Internacionales opina que Trump encontrará menos resignación y más resistencia de América Latina si intenta coaccionar a la región con una agenda negativa.
A esas dificultades objetivas, hay que sumarle las contradicciones internas en la coalición que devolvió a Trump al poder. La presencia de los magnates tecnológicos en su asunción da cuenta del viraje ideológico de la élite empresaria que se concentra en la demócrata California. Pero no todos son lo mismo. Quedó claro en la primera semana, cuando Trump postergó a Elon Musk y anunció una megainversión de 500 mil millones de dólares en cuatro años para el proyecto Stargate. Para el objetivo de construir cinco centros de entrenamiento de Inteligencia Artificial, Trump no convocó a Musk sino a uno de sus rivales directos, el CEO de Open AI y creador del Chat GPT, Sam Altman. Incapaz de soportarlo, el empresario más rico del mundo salió a desacreditar el proyecto desde X y dijo que el consorcio empresario no tenía los fondos que prometía. Fue la oportunidad para que Steve Bannon volviera a castigar a Musk en público por segunda vez en apenas un mes.
El ex estratega y gran propagandista del movimiento MAGA expresó un malestar que comparten asesores y le dio un ultimátum a Musk: advirtió que alguien que critica a Trump no puede estar al lado del despacho presidencial y le ordenó que se concentre en lo único que tiene que hacer: ajustar el déficit desde el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Conductor de War Room, uno de los podcasts preferidos del trumpismo, Bannon se declara a la derecha de Trump, pero apunta contra el establishment de Wall Street y Silicon Valley. Dice que los señores tecnofeudales y “oligarcas de las grandes tecnológicas” quieren desplazar a los trabajadores estadounidenses con inmigrantes mal pagos. Lo que Bannon coincide en llamar tecnofeudalismo otros lo denominan tecnofascismo, el sueño de un poder sin límites que arrase con sus opositores para maximizar las ganancias de una elite. .
Santiago Caputo puede sentirse más cerca de Bannon que de Marcos Peña. El asesor estrella de Milei viene de cargarse a Rodolfo Barra, el ex ministro menemista que entre sus jugosos antecedentes había quedado inmortalizado haciendo el mismo saludo que hizo Musk. A Barra lo echaron porque no lo veían comprometido con la agenda paleolibertaria.
Después de haber elegido el Foro de Davos para leer el guión de Agustín Laje y relanzar su campaña contra la comunidad LGTB+, Milei se enfurece cuando lo acusan de nazi. De lo que no hay dudas es de que funciona como un peón disciplinado de la extrema derecha. Por eso lo aclaman. Este lunes, el presidente tendrá una oportunidad inmejorable para volver a montar su show: será el principal orador en el acto del Museo del Holocausto que preside Marcelo Mindlin, el dueño de Pampa Energía y la constructora SACDE.
Como jefe de la estrategia comunicacional de la extrema derecha, Caputo está a cargo del gobierno y se complementa con Milei en un juego que resulta funcional a los dos lados de la polarización. Para no asumir que el presidente es el que lo maltrata, Mauricio Macri culpa al consultor de todas sus penas y humillaciones. Como si el presidente fuera un ser de luz y el egresado del colegio católico Manuel Belgrano, un demonio.
Caputo se divierte con la campaña electoral que está por empezar y busca mantener a La Libertad Avanza separada del PRO. En una convivencia no siempre armónica con Karina Milei, piensa en una estrategia para la provincia de Buenos Aires. Hace unos días, Caputo invitó a Javier Iguacel, otro egresado del Manuel Belgrano, a visitar la Casa Rosada. En el gobierno dicen que no hay chances ni intención de sumar al ex secretario de Energía de Macri que fue intendente de Capitán Sarmiento. Iguacel hoy está de regreso en el mundo del negocio petrolero en el que se inició. Pero Karina deja correr la versión de que quiere arrebatarle a Macri a un dirigente del PRO para ampliar los marcos del oficialismo y pelear contra el peronismo en el territorio madre de todas las batallas. Enemiga de José Luis Espert, la secretaria general de la presidencia piensa en que el peronista Diego Santilli siga los pasos de Diego Valenzuela y se sume a las fuerzas de ultraderecha. Macri puede tenerlo merecido porque siempre destrató al ex vicejefe de gobierno.
Del otro lado de la vieja grieta, Milei y Caputo junior también generan divisiones. Los mismos que critican al presidente pueden elogiar a Caputo por denunciar la persecución que organizó Macri contra Cristina desde la UIF. El asesor estrella tiene línea con gran parte de la oposición y su influencia llega más allá del frente de derecha. Como muestra está el acuerdo con el radicalismo de Emiliano Yacobitti que la Auditoría General de la Nación que preside Juan Manuel Olmos se encargue de fiscalizar los números de las universidades, uno de los grandes ejes de conflicto de 2024. Además, mantiene el contacto con deleagos de Cristina para avanzar en un acuerdo por la suspensión de las PASO y los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla. Al revés de lo que sugiere Macri, algunos cerca de la ex presidenta entienden a Milei como un exponente bajo del fascismo, pero suponen que Caputo es pragmático y negociador.
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