Tras el violento motín del 30 de octubre, los guardiacárceles se han hecho cargo de las tareas que antes realizaban los operadores. Cómo piensan normalizar la aituación.
“Cuando les prepararon la merienda, las seis chicas internadas les pidieron a las penitenciarias que les batieran el café, como acostumbraban hacerlo las operadoras”, señaló Sebastián Sarmiento, director del Servicio Penitenciario que debió hacerse cargo de la institución por orden de la jueza de menores, María Amalia Fontemachi, luego del amotinamiento que dejó a siete penitenciarios heridos.
Los chicos presos prácticamente no tienen pertenencias dentro de sus celdas, a diferencia de las cárceles mendocinas. Todo lo tienen que pedir. Cepillo de dientes, pasta dental, máquina de afeitar, champú y jabón deben solicitarlos al trabajador que esté a cargo del sector, quien les facilita las cosas a través de una ventanilla con reja.
“Los chicos pueden fumar, siempre se les da cigarrillos y dependiendo de cómo se portaron es la cantidad que les pasan”, indicó un penitenciario a cargo de los siete jóvenes alojados en el Sector B de máxima seguridad.
Pero también tienen exigencias, por ejemplo, el estudio. Por orden de la Justicia de Menores y por tratarse de chicos de entre 16 y 18 años, deben ir a clases. De los casi 130 internos que dependen del Sistema Penal Juvenil, 100 continúan sus estudios con normalidad. El resto debe participar en los talleres.
Estudiar favorece a los jóvenes con informes positivos, lo que llegado el momento los puede beneficiar para que la Justicia los mande a sus casas con sus familias y para que tengan un seguimiento ambulatorio controlado por los profesionales del Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil de la provincia.
Pibes a cargo de penitenciarios
Desde el día que los operadores abandonaron el edificio de Godoy Cruz, los chicos quedaron sin actividades y permanecieron encerrados más tiempo del habitual hasta calmar el conflicto. El jueves pasado se retomaron las actividades de los adolescentes casi en su totalidad: talleres, clases, actividades deportivas y las visitas de familiares.
Mientras tanto el Servicio Penitenciario continúa a cargo del Sector A, B, C y E: unos 65 agentes divididos por turnos custodian a una población de poco más de 60 internos.
“La idea es ir devolviendo los sectores a manos de los operadores que se vayan incorporando después de haber pasado por una junta médica, que se creó para saber si 43 trabajadores están aptos para continuar sus funciones después de la revuelta de los chicos de máxima seguridad”, indicó el prefecto Néstor Luvelo, quien actualmente está a cargo del ex COSE.
No obstante, existe el compromiso de que una vez logrado ese objetivo dejarían hasta fin de año un Grupo Especial de Intervención, compuesto por seis penitenciarios para que intervengan en cualquier sector en caso de que haya alguna trifulca.
“Además se dedicarán a capacitar a los operadores en técnicas básicas de reducción de personas”, añadió Luvelo.
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