Kicillof es el dirigente que más mide y camina rumbo a la reelección. Juntos se quedaría con la Legislatura. La foto sección por sección. Alerta ultraderecha.
Por: Kevin Cavo.
Podría decirse que, en el mazo peronista, Axel Kicillof es el ancho de basto con el que la coalición oficialista decide jugar la partida bonaerense. La carta mayor, claro, sigue siendo la autoproscripta Cristina Fernández de Kirchner, a quien, por presión del espacio que ella comanda, el Frente de Todos (FdT) en pleno irá a pedirle que sea candidata. Se sabe: el peronismo no puede prescindir de su nombre en el cuarto oscuro, sea cual fuere la categoría por la que compitiera. Las papas queman y ya no es tiempo de ponerle palos en la rueda al gobernador al que las encuestas siguen dándole bien, pese al desgaste de tres años de gestión en pandemia, la inflación galopante y el deterioro de una coalición concebida solo para ganar elecciones. Pero otro fantasma acecha al oficialismo en la Buenos Aires del 38 por ciento del padrón electoral nacional: la oposición está a un paso de dominar ambas cámaras de la Legislatura. Sí, podría ocurrir que el FdT retuviera el Ejecutivo, pero quedara en desventaja legislativa, confirgurándose una especie de “cogobierno”, con un mandatario a merced de permanentes negociaciones con la oposición que acaso le costarían demasiado caro.
En el Senado, la paridad entre el FdT y Juntos es total: 23 bancas por lado. En la Cámara de Diputados, compuesta por 92 representantes, el oficialismo tiene 42 sillas, una más que la oposición. Las otras nueve se reparten entre los bloques Espacio Abierto Juntos (2), Avanza Libertad (2), FIT (1), 17 de Noviembre (1), Unidad para la Victoria (1), La Libertad Avanza (1) e Izquierda Socialista en Frente Izquierda Unidad (1).
Aunque cada una de las ocho secciones en que está dividida Buenos Aires es una batalla particular –por el cargo legislativo que se pone en juego y por la dinámica electoral de cada pago–, en general el oficialismo no juega solo contra su adversario, sino también contra sí mismo. Como en el ranking del tenis, lo condenan la muy buena performance que tuvo en la competencia anterior, en este caso, la de 2019, y el presente sinuoso. Son las bancas obtenidas en aquella elección las que se ponen en juego este año, la mayoría de las cuales fueron para el peronismo.
Puede resultar engorroso, pero es necesario hacer algunas cuentas para dimensionar el peligro de cogobierno que se avecina. Tomando como referencia los resultados de la elección de 2021 para sacar los cálculos de reparto de bancas, el FdT perdería este año siete lugares en la Cámara baja y dos en el Senado; de 37 en juego, solo retendría 28. A contrapelo, Juntos ganaría 7.
A excepción de la Tercera y la Octava secciones, donde se ponen en juego senadurías y el reparto quedaría igual (6-3 en favor del oficialismo y 2-1, a favor de la oposición, respectivamente), en las seis restantes sumaría Juntos y, en algún caso, cosecharía la ultraderecha.
Un repaso rápido muestra una situación muy complicada para el FdT en la Primera, la región donde hay 4.786.617 personas habilitadas para votar. De las 9 diputaciones que pone en juego, sólo retendría seis. Juntos se quedaría con las seis que tiene y sumarían Avanza Libertad y la Izquierda, una cada una.
Para la populosa Tercera sección, histórico bastión del peronismo, vale un asterisco: la fuerte penetración del discurso de la ultraderecha que marcan las encuestas encienden luces de alarma en el campamento de Juntos, que teme perder una de las tres bancas a manos del espacio que representan Espert y/o Milei.
En la Segunda y la Sexta, la oposición le arrebataría sillas del Senado. Por la región norte de la provincia, donde se ponen en juego 5 bancas, Juntos invertiría la actual correlación de fuerza quedándose con tres. En la región del sur bonaerense, donde el macrismo pega más y el radicalismo se hace fuerte -como en todo el interior-, la oposición se quedaría con cuatro de las seis bancas.
En la Cuarta y la Quinta puede estar la clave para que la oposición le arrebate al FdT la Cámara baja. En el noroeste bonaerense se ponen en disputa 14 bancas, siete de las cuales están en manos de la oposición, 6 son del oficialismo y la restante, del monobloque presidido por Fabio Britos. Si Juntos logra reiterar los resultados del 21, cuando sacó el 50% de los votos y una distancia de 16 puntos al FdT, se quedará con 9 butacas. En la Quinta, donde hace dos años le sacó 20 puntos de ventaja a su oponente, la oposición se quedaría con siete bancas.
Un observador de la política legislativa bonaerense cercano al universo larretista sugiere que la oposición está ante una gran oportunidad de liderar las dos Cámaras, pero advierte que el éxito depende en gran medida del desarrollo de la interna en Juntos, que –dice– por momento transita con “virulencia desmedida” en la cúpula de la coalición.
Hasta el momento, para dirimir parte de la contienda interna surgen dos estrategias, cada una de las cuales tiene sus detractores. La estrategia de la Y, con la que se permitiría a un candidato colgarse de más de una boleta, y las listas mixtas o cruzadas. La primera opción desata críticas de los sectores que insiste con una candidatura única, por caso, la de Diego Santilli para la gobernación. Sobre la segunda, en un acuerdo PRO-UCR, nadie sabe explicar exactamente cómo se integrarían las listas después de la interna en las primarias de manera tal de no dejar heridos.
Sí, #FaltaMenos para empezar a resolver los problemas que te complican la vida todos los días. Por eso quiero ser Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Voy a seguir trabajando para que puedas vivir mejor de una vez por todas. Falta menos y te pido que me acompañes. pic.twitter.com/yQGqpLVTr4
— Diego Santilli (@diegosantilli) February 15, 2023
Es clave la manera en que la oposición dirima la cuestión, de eso dependerá, por ejemplo, cual de las dos fuerzas mayoritarias de Juntos se quedará con más bancas. A priori, en virtud de lo que arriesga cada una, el radicalismo podría resultar vencedor. Dato: el vidalismo pone en juego el 90% de sus escaños.
En la otra orilla, pese a que sabe que debe hacer una excelente elección para no quedar mal parado legislativamente, el Frente de Todos comenzó a mover todo lo que tiene para, aunque sea, atemperar el golpe. Kicillof no detiene su marcha por el interior, desembarcos en los que su hombre de confianza Carlos Bianco es figura clave; Máximo Kirchner sacude la modorra del PJ y comenzó a reunir a los titulares del partido en distritos donde no gobierna el peronismo, mientras azuza el operativo clamor CFK 2023. El jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, agita el conurbano.
La oferta electoral que termine configurando la ultraderecha juega también un papel central. Hasta el momento, solo tiene a Espert lanzado a la gobernación, aunque hasta en su propio entorno lo acusan de jugar para Horacio Rodríguez Larreta. Por las dudas, el dueño del palomar ya metió en su equipo a Cynthia Hotton. Ganancia doble: evita que le reste votos y al mismo tiempo le suma.
El fenómeno Milei preocupa en ambos campamentos. En usinas de campaña del massismo afirman que también se queda con una porción de votos peronistas, un sector volátil y desencantado que podría comprar el discurso de la antipolítica. Como sea, hacer crecer a este sector radicalizado que la coalición no se anima a sumar parece ser negocio para el peronismo.
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