De hacerlo, se levantarán barreras. Así lo aprobó ayer la Legislatura porteña para las autopistas de la Ciudad.
La espera en los peajes porteños no podrá superar los tres minutos. La Legislatura porteña aprobó ayer la modificación de un artículo en el Código de Tránsito y Transporte de la Ciudad que establece ese límite de tiempo para los carriles que comparten autos y camiones, y que fija una demora máxima de dos minutos en las ventanillas que son exclusivas para autos.
La iniciativa del diputado Claudio Palmeyro, del bloque Sindical Peronista, basada en la normativa vigente en rutas nacionales y autopistas de acceso a Buenos Aires, fue aprobada con 26 votos positivos de los legisladores opositores contra 24 de los diputados del PRO.
Hasta ahora, una resolución establecía la obligatoriedad de levantar las barreras cuando las filas de vehículos detenidos en la estación de peaje superaban los 120 metros en el 80% de las cabinas. De las autopistas porteñas que están a cargo de AUSA, la empresa de la Ciudad que las controla, la 25 de Mayo es la que más problemas sufre en las horas pico, cuando los vehículos se amontonan frente las cabinas de los peajes y los automovilistas sufren demoras. Pero el fenómeno también afecta a la Perito Moreno y en menor medida a la Illia.
Cuando se aplique la ley que se aprobó ayer, además del límite de dos o tres minutos, el paso deberá ser liberado cuando las filas superen los quince rodados o los 120 metros de extensión que, como ahora, deberán estar demarcados con una línea pintada sobre el asfalto. En caso de que la capacidad de operación de una barrera de peaje sea superada por la demanda, se liberará el paso hasta que la operación pueda realizarse con ajuste a los tiempos y a la cantidad máxima de vehículos en espera establecidos. Además, sigue vigente la obligación de que haya banderilleros ordenando el tránsito.
Según los fundamentos del proyecto, la norma apunta a contrarrestar los congestionamientos habituales “que van en contra del beneficio que busca el automovilista cuando decide tomar una autopista”. Y además, argumenta que el peaje es un contrato que obliga a la prestadora a dar un servicio sin demoras excesivas.
Otro de los argumentos para apoyar la iniciativa tiene que ver con que quienes toman la autopista lo hacen para reducir su tiempo de viaje respecto de lo que demorarían si no utilizaran las vías rápidas, por lo que el peaje no debería ser un obstáculo.
“Uno paga el peaje a cambio de tener fluidez en el tránsito y así ahorrar tiempo y combustible. Si la empresa no puede garantizar esa fluidez, no tiene que cobrar. Estoy de acuerdo con lo que votó la Legislatura, pero también deberían levantar las barreras si hay un piquete, un choque o cualquier otro motivo que provoque congestión”, dijo Ricardo Lasca, titular de la Comisión Nacional de Usuarios Viales, y agregó: “No son problemas del usuario, pero le terminan cobrando igual por un servicio que no le prestan”.
El despacho de minoría fue firmado por los bloques Sindical Peronista, Confianza Pública, Coalición Cívica y Nuevo Encuentro. El PRO, por su parte, tenía otro despacho en el que argumentaba que al liberar cada vía de peaje en forma individual solo se lograba atentar contra la seguridad vial.
El diputado del PRO Héctor Huici justificó el voto en contra al afirmar que “la liberación de una sola barrera que llegara a las condiciones planteadas de 120 metros de fila atentaría contra la seguridad vial, porque se van a producir cruces de autos para pasar, con el consecuente riesgo de producir accidentes”.
“Lo más importante es que a partir de ahora el usuario va a poder hacer valer un derecho que antes no podía ejercer” dijo Palmeyro, impulsor del proyecto, una vez finalizada la sesión de ayer.
Regulaciones similares a la que aprobó ayer la Legislatura porteña se aplican en otras grandes ciudades con autopistas en las que también se imponen límites de tiempo en caso de embotellamientos. Además, hay otras ciudades en las que directamente no hay cabinas, según describe Lasca. Allí, en las estaciones de peaje las ventanillas son reemplazadas por sistemas electrónicos que hacen más fluido el tránsito. “En EE.UU., por ejemplo, en algunas vías la gente tira las monedas en una máquina y sigue su viaje”, explica.
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