La exministra de Seguridad tuvo que contener a los macristas más extremistas tras las críticas de Monzó y Morales al ala dura; su plan para enfrentar a Larreta y su vínculo con Macri
“¡Nos dijo sicarios!”. Las críticas de Emilio Monzó contra los “halcones” de Pro, la tribu macrista donde conviven los sectores más extremistas de Juntos por el Cambio, encendió un debate interno en el grupo de WhatsApp que comparte Patricia Bullrich con sus leales. Mientras Fernando Iglesias o Waldo Wollf pedían salir al cruce de Monzó, quien había apuntado contra los “monstruos populistas” de JxC que “venden remedios falsos” y “bombardean el diálogo” con el Gobierno, los más moderados y pragmáticos del ala dura aconsejaban poner paños fríos y “no subirle el precio” al extitular de la Cámara de Diputados, quien permanece enemistado con Mauricio Macri y apuntala el proyecto presidencial de Horacio Rodríguez Larreta. “Tranquilos, no nos metamos”, decretó Bullrich, con el objetivo de evitar que su bando se desperfile, caiga en el internismo e irrite aún más a los votantes cambiemitas, que les reclaman unidad frente al kirchnerismo.
Decidida a pelear por la sucesión de Alberto Fernández en 2023, la titular de Pro lidia con un doble desafío: necesita administrar los conflictos con sus rivales del ala dialoguista del conglomerado opositor, una pulseada de “forma y de fondo” por el futuro perfil de la fuerza, y neutralizar tensiones en las filas de los más duros de JxC.
Así como Larreta enfrenta presiones de referentes de los moderados, como Monzó o Martín Lousteau, quienes le piden que asuma un mayor protagonismo en la coalición opositora y arme una mesa de moderados para frenar a los “halcones”, Bullrich se habituó a calzarse el traje de equilibrista para evitar que escalen las peleas entre sus laderos con posturas más intransigentes y eventuales aliados para su proyecto presidencial, como el radical Gerardo Morales. Ayer, intentó sellar la tregua con el jujeño, quien se había mostrado con Larreta tras un cruce de acusaciones con los “halcones” por el préstamo que le otorgó el FMI a Macri durante la gestión de Cambiemos.
Mientras se alista para un raid por la Costa Atlántica y “zonas productivas” del interior de Buenos Aires –también pasará un día por Punta del Este-, con un formato de campaña similar al que utilizó Macri (“puerta a puerta”) en 2015, Bullrich intenta alinear su tropa tras un cierre de año plagado de cruces y conflictos internos en JxC. La jefa de “los halcones” no solo tuvo que interceder para evitar una dura contraofensiva contra Monzó, con quien Bullrich dialoga con cierta frecuencia, sino que también hizo equilibrio ante la polémica por la reforma de la ley que puso fin a las reelecciones indefinidas de intendentes o las tensiones que despertó en JxC la convocatoria al diálogo del Gobierno por la negociación con el FMI.
Bullrich está convencida de que el ala dura salió fortalecida por el veredicto de las urnas. Considera que el “gran valor” de los “halcones” es haber logrado una “mayor inserción” que los moderados, sobre todo por su papel activo durante la pandemia, con las marchas contra el Gobierno. Ese capital político, creen en la cúpula de Pro, empujó a las “palomas” a emplear un tono más combativo frente al kirchnerismo durante la campaña. Por eso, atenta al termómetro social, Bullrich quiere que su tropa tome distancia de las internas y ponga la mira en el Gobierno. “Ya arrastramos a JxC a una campaña de nuestro estilo, ahora no podemos caer en el internismo”, dicen cerca de la exministra. Bullrich busca evangelizar a los “halcones” más extremos, que lanzan dardos filosos contra propios y ajenos desde Twitter. “No podemos anotarnos en todas las carreras ni ser como los perros que salen a ladrar cuando pasa un auto”, comentan en el entorno de la exministra.
Lanzada en la carrera hacia la Casa Rosada, Bullrich apuesta a “representar y defender las causas de la sociedad” para fortalecer su proyecto presidencial. Por tanto, pretendió sancionar a los diputados de JxC -el larretista Álvaro González y la radical Gabriela Brouwer de Konig- que se ausentaron a la sesión en que se votaron las modificaciones en bienes personales. Perdió 14 a 1 la votación en la mesa nacional, pero su objetivo era mostrar una reacción ante un tema que enervó a muchos votantes de JxC. En ese segmento del electorado, dicen en Pro, la cuestión impositiva es un aspecto medular. Bullrich también habló de “mala praxis” en el bloque de JxC, un tiro por elevación a Silvia Lospennato (Pro).
Sus diferencias con Larreta -lo nota más “halcón”- exceden las formas o el estilo discursivo. Mientras el alcalde apuesta por mantenerse en el centro del espectro político para sumar nuevas adhesiones a JxC -desde progresistas hasta peronistas-, Bullrich pretende consolidar al núcleo duro de Pro y teje para incorporar a los libertarios, como Javier Milei o José Luis Espert, para ampliar la base de sustentación de la coalición y evitar fugas. Promotora de la “fuerza del cambio”, quiere discutir en el seno de JxC el modelo de país y las propuestas para salir de la pobreza o combatir la inseguridad. A diferencia de Larreta, cree que el gobierno de Alberto Fernández tiene un programa económico, orientado a generar “trabas” e inflación o mantener las restricciones cambiarias, y que el kirchnerismo no pretende un acuerdo con el FMI por motivos ideológicos.
Tipos de “halcones”
En el grupo de los “halcones”, que tienen a Bullrich y Macri como sus principales exponentes, conviven distintas líneas internas del macrismo. Están los que responden a la titular de Pro, como Gerardo Milman, y los que reportan al expresidente, como Hernán Lombardi. El debate por las re-re y el diálogo con el Gobierno por la deuda dividió aguas en la tropa.
Entre los escuderos de “la Piba” hay varios exlegisladores y exfuncionarios de Cambiemos con los que la titular de Pro había compartido el “Grupo A”, el espacio opositor a Cristina Kirchner que se armó en 2009 en el Congreso. Milman, mano derecha de Bullrich y exintegrante de GEN, intentó arrebatarle la jefatura de bloque a Cristian Ritondo apenas desembarcó en el Congreso –otra votación que perdieron los “halcones”-. Y fue uno de los encargados de salir a contestarle a Monzó. Fue una réplica liviana, con una dosis de ironía por el derrotero político del exintendente de Carlos Tejedor.
También integran el bando de Bullrich la exembajadora ante la Organización de Estados Americanos (OEA) Paula Bertol; la exdirectora del Enacom Silvana Giudici, el exsenador Federico Pinedo y el exdiputado Eduardo Amadeo. Pinedo y Bertol apuestan por un perfil moderado dentro del ala dura. Incluso ambos mantienen un buen vínculo con las “palomas” y sectores del oficialismo. En el círculo de confianza de la exministra también están el legislador porteño Juan Pablo Arenaza y Damián Arabia, secretario de la presidencia de Pro. Todos ellos empujan la “cruzada” de Bullrich por la Casa Rosada. Y se entusiasman con el feedback de su campaña de “contacto”. La propia Bullrich se sorprendió en Mar del Plata por las muestras de apoyo en las calles. “Va a apretar las manos de todos, como Carlos Menem”, dicen allegados a la exministra.
Cerca de Bullrich también sobrevuelan la exfuncionaria Florencia Arietto y el exbailarín Maximiliano Guerra, a cargo de “Pro Social”, entre otros. En el grupo de WhatsApp de los duros también está Laura Alonso, extitular de la OA.
Los más díscolos y extremistas dentro de los “halcones” son Iglesias, quien ingresó en la lista porteña de JxC apadrinado por Bullrich, y Wolff, quien aspira a competir por la Capital en 2023. Ambos incomodaron a la titular de Pro cuando apuntaron sin filtro contra Morales por sus dichos sobre la deuda o repudiaron a los legisladores de Pro y la UCR que votaron a favor de la reforma de la ley de reelecciones en Buenos Aires. Mientras que Monzó los denomina “sicarios digitales” o “centinelas”, los colaboradores de Morales los llaman “lechuzas”. Para Larreta, son sectores minoritarios dentro del espacio, pero que están muy politizados y son más ruidosos. Entre los armadores del jefe porteño hay quienes tildan de “conversos” a los “halcones”. “Bullrich era peronista y pasó por varios partidos. Milman vino de GEN e Iglesias salió de la CC. Nosotros estamos en Pro hace mucho más tiempo”, se jacta un larretista.
Bullrich y Macri hablan sin intermediarios. Intercambian opiniones sobre la actualidad, pero, cuentan cerca de ambos, no suele conciliar posturas. Tras el distanciamiento que generó entre ambos el corrimiento de Macri de las internas por el armado electoral, recuperaron la buena sintonía. La frase “Cuiden a Patricia”, atribuida al presidente por varios laderos de la ministra, genera diversas interpretaciones en Pro. Por un lado, están los que creen que Macri intenta preservar el vínculo del partido con la sociedad. “El ‘cuiden a Patricia’ no significa descuiden a Horacio”, remarca un colaborador de la exministra. Y, por otro, los que consideran que Macri intenta compensar la diferencia de recursos entre Larreta y Bullrich en la competencia por la Casa Rosada. Un dirigente de Pro que dialoga con ambos ofrece otra lectura: “Es un mensaje de Macri para que Patricia no se pase de rosca”.
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