Rolando Figueroa, Ignacio Torres y Claudio Vidal jugaron en equipo para que Alberto Weretilneck se quedara en Río Negro con la megainversión de YPF y Petronas.
Por Ariel Boffelli.
La sintonía fina entre los gobernadores de la Patagonia, aceitada por la relación entre Alberto Weretilneck (Río Negro) y Rolando Figueroa (Neuquén), generó las condiciones para que YPF definiera la inversión millonaria que volcará junto a la malasia Petronas en las costas de Sierra Grande. El dúo sorteó a la corporación de Bahía Blanca con el respaldo de Ignacio Torres (Chubut) y Claudio Vidal (Santa Cruz), en una ofrenda a la unidad regional perdida en el último tiempo.
Con este hito, se reflota parcialmente la liga que supo convocarse en contra de las políticas económicas de Javier Milei, que aplicó la motosierra sobre diversos fondos destinados al normal funcionamiento de las provincias. En el sur, el ajuste impactó sensiblemente en el transporte y el Fondo de Incentivo Docente, entre otras arterias vitales, y generó zozobra por la notable incidencia de los estados en la vida cotidiana. Con todo, en esta oportunidad aprovecharon la cruzada libertaria contra el kirchnerista bonaerense Axel Kicillof, perjudicado por el cambio de sede de la planta.
Originalmente, la liga patagónica ostentaba seis integrantes. Gustavo Melella (Tierra del Fuego) y Sergio Ziliotto (La Pampa) completaban el cuadro, pero su rol opositor al gobierno nacional, en mayor o menor tono, los alejó definitivamente. El más belicoso es Ziliotto, decidido a enfrentar a Milei como sucedió históricamente desde el Centro Cívico de Santa Rosa cuando la Casa Rosada afectó los intereses pampeanos.
Amigos del centro
Weretilneck y Figueroa operaron en tándem. Desde los comienzos, jugaron un partido diferente. Preocupados por las inversiones en el sector hidrocarburífero, con Vaca Muerta de imán, cambiaron el traje de rivales en un giro bien pragmático. El más resonante de los casos es el del rionegrino, que inició su tercer ciclo como gobernador presentándose ultra opositor, hasta negociar con Guillermo Francos la planta en Punta Colorada.
“Ya no somos (las provincias) aquellas que pasivamente aceptamos lo que desde Buenos Aires nos imponen. Y nosotros acá estamos dispuestos a trabajar en forma coordinada para que el país se vea desde el interior”, lanzó Figueroa este martes, con el dato que la planta de GNL se quedaba en el sur. “Algo me huele que hoy va a ser un gran día para mi amigo Alberto”, celebraba el hijo descarriado del Movimiento Popular Neuquino (MPN).
Mientras Rolo se adelantaba unas horas al anuncio, Weretilneck viajaba de incógnito a la ciudad de Buenos Aires. Allí esperaba la carta oficial y una conferencia junto a Horacio Marín, el presidente de YPF.
Desde la tardenoche del martes, en los grupos de WhatsApp del gobierno rionegrino ya se celebraba, pero la bajada de línea fue clara: nadie descorcha hasta que el anuncio fuera oficial. Fue así como el gobernador bajó en las redes toda su energía.
Patagonia en sintonía
Torres y Vidal fueron los últimos en pedir la planta para Río Negro. El chubutense supo recibir a Kicillof y en el Círculo Rojo de su provincia se habían manifestado celosos por la planta que modificará sensiblemente el tránsito marítimo.
A 133 kilómetros de Sierra Grande se encuentra Puerto Madryn. La ciudad balnearia gobernada hace varios períodos por los hermanos Ricardo y Gustavo Sastre concentra inversiones relacionadas al turismo, al ambiente y es sede de Aluar, el gigante del aluminio en Sudamérica.
“Llegó la hora de que el desarrollo industrial y agregado de valor se hagan en la Patagonia, para así vencer el destino netamente extractivista que predominó sobre nuestra región”, marcó Nacho Torres en sus cuentas de redes sociales, sumándose al enclave de la planta de GNL en Punta Colorada.
𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐁𝐔𝐄𝐍𝐎𝐒 𝐀𝐈𝐑𝐄𝐒 𝐘 𝐑𝐈́𝐎 𝐍𝐄𝐆𝐑𝐎, 𝐐𝐔𝐄 𝐄𝐒 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐓𝐀𝐆𝐎𝐍𝐈𝐀, 𝐏𝐑𝐄𝐅𝐈𝐄𝐑𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐋𝐀 𝐏𝐋𝐀𝐍𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐆𝐍𝐋 𝐒𝐄 𝐇𝐀𝐆𝐀 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐏𝐀𝐓𝐀𝐆𝐎𝐍𝐈𝐀
Soy un gobernador patagónico, como tal quiero el puerto para poder… pic.twitter.com/I7Z8YXFNeb
— ClaudioVidal (@ClaudioVidalSer) July 30, 2024
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