El gobernador de Santa Fe metió en un mismo día invitación a su antecesor Omar Perotti y asado con el bloque de Diputados del PJ. Su adversario es otro.
Por: Pablo Fornero.
Por sobre todas las cosas es un pragmático, Maximiliano Pullaro. El gobernador de Santa Fe es un hombre de partido, de esos dirigentes que hacen un culto de la gestión y reverencian la política. De ahí su semana de encuentros afables con patas peronistas, como la invitación a Omar Perotti y el asado con el bloque del PJ de Diputados.
A Pullaro, si quisiese, le alcanzaría con la potencia del frente Unidos. Le alcanzaría para aprobar leyes en ambas cámaras y hasta para comerse la agenda con disputas entre los partidos que conforman la coalición. Pero no: ya tendió puentes con otros sectores y, ahora, se abre juego con el peronismo provincial.
El vínculo que tiene con Perotti es particular. A diferencia del rafaelino, el gobernador nunca apeló a la herencia recibida. El mandatario anterior recibió críticas a montones; en lo político, Perotti se refugió en un liderazgo sectorial y no condujo a todo el PJ. En la gestión, como para arrancar, hizo agua en seguridad y quedó muy lejos de su prometido eslogan de paz y orden.
Maximiliano Pullaro, perdonar es divino
Pullaro, en cambio, nunca atizó la crítica contra su antecesor. Una vez que ganó las elecciones, bajó el perfil en ese rubro. Antes le había dicho de todo al rafaelino, pero bajó tres cambios cuando se convirtió en jefe electo de la Casa Gris.
Pullaro descolocó a Perotti al invitarlo a un acto público organizado en la Embajada de Francia. El radical llamó en persona al peronista, que dubitó al principio y le pidió pensarlo, para devolverle el llamado unos minutos más tarde y aceptar el convite.
Entrega de mando y bastón entre Omar Perotti y Maximiliano Pullaro.
Con Perotti a su lado, Pullaro gana en la venta de otra manera de hacer política, en demostrarle al poder central, en particular al presidente Javier Milei, que el diálogo entre adversarios es propio de un sistema democrático. “Hay otro camino”, parece mensajear el oriundo de Hughes. No todo es agresión y trolleo feroz.
Con Perotti tiene una coincidencia al parecer central, que es la defensa de los intereses de la provincia por sobre todas las cosas, una suerte de santafesinismo. El peronista repitió e insistió con ese mensaje y ahora el radical, en su inicio, navega por las mismas aguas. Se permite levantar el perfil, pero solo para ponderar regionalismos.
Omar Perotti y el desorden del peronismo
Con la cena que mantuvo ese mismo día con Perotti, otra vez, y el resto del interbloque peronista en Diputados, que está partido en cinco bloques, siguió en la misma senda. “Somos una bolsa de gatos”, le confesó a Letra P medio en chiste, medio en serio, uno de los integrantes de la bancada PJ. El peronismo legislativo no tiene cohesión, pero aceptó en conjunto la invitación de Pullaro, en plan de “cuidar las relaciones humanas”.
No hubo planteos concretos ni adelantos de agendas legislativas, sino apenas una breve chicana de Pullaro a Perotti delante de toda la mesa sobre cómo se sintió maltratado en el inicio de la gestión peronista y una tenue respuesta de Perotti. Como para romper el molde, una legisladora preguntó por reforma de la Constitución y rápidamente Pullaro negó que esté el tema en su cabeza. El cumbiero Juan José Piedrabuena le aclaró al gobernador que está a disposición para lo que quiera.
“Es retomar una tradición y poner en valor eso. Hermes Binner convocó a todos los gobernadores cuando fue a la Corte; el diálogo que había en el segundo gobierno de Jorge Obeid, Miguel Lifschitz trabajaba con los intendentes de todos los partidos”, se envalentona un operador de la UCR, otro que disfrutó del asado que hizo un exfuncionario de la localidad de Roldán, encargado habitual de las comidas trascendentes en el mundo Pullaro.
Gremios, mala palabra
“El peronismo no es el adversario para Pullaro”, sintetiza una persona de confianza del gobernador. En este momento, por ejemplo, para el radical es más importante enfrentar a los sindicatos docentes que a un dirigente peronista. Tiempo al tiempo, en todo caso.
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