Dudas sobre qué hará Cristina. Curiosa campaña para conseguirle avales. Pronóstico reservado sobre la elección.
Pasan cosas raras en el peronismo. Por ejemplo, un diputado ultra K integrante del minúsculo círculo de preferidos por Cristina, afirmó ante periodistas de Clarín que la ex Presidenta no quiere ser candidata, aunque pueda y necesite terminar siéndolo; y –lo más interesante- sostuvo que cualquier fórmula sin Cristina les da mejor intención de voto en la elección general que si ella fuese en la boleta.
Hace un mes Clarín publicó que dirigentes kirchneristas de la Provincia admitían que si Cristina era candidata y la polarización se extrema podrían perder hasta 5% de votos por el rechazo social a la ex Presidenta. El paso del trascendido a la admisión de ese fenómeno, por parte de una figura importante del cristinismo, supone un salto cualitativo importante a diez días del cierre de alianzas para las PASO.
Mirá tambiénDiscretas carnicerías en el peronismo
Hebe de Bonafini hizo otra contribución invalorable al zafarrancho general en el kirchnerismo peronista. En la ronda del último jueves de las Madres de Plaza de Mayo, se metió a lo bestia en la complicada interna bonaerense. “Cristina va primero lejos -dijo- más allá de que algunos tarados creen que pueden competir con ella. A ese compañero no lo quiero ni nombrar, que empieza con R. Que se tome el trencito a las nubes así se queda lo más lejos posible”.
Florencio Randazzo, sumergido en dudas existenciales sobre el armado de su candidatura, no pudo más que agradecer la ayuda. Un peronista atacado despierta la solidaridad de otros peronistas, mucho más si el atacante aborrece a ese colectivo partidario. También lo había ayudado Martín Sabbatella, ariete mediático de los ultra K, cuando ironizó “ojalá Randazzo recupere la voz, porque estuvo afónico más de 500 días”, en alusión al tiempo que lleva gobernando Mauricio Macri.
Cada vez que ese no peronismo cerril aparece se debilita el propósito de Cristina de armar una lista de unidad que evite la competencia con Randazzo. Así sucedió cuando su hijo Máximo y el jefe del PJ bonaerense, Fernando Espinoza, fisuraron el frente de intendentes que coqueteaba con Randazzo, los ablandaron mediante un tratamiento intensivo de lectura de encuestas, y hasta les llevaron a Cristina a un asado de camaradería. Pero derraparon cuando armaron un acto donde los alcaldes peronistas debían compartir escenario con sujetos como Sabbatella, Luis D’Elía, Amado Boudou o Leopoldo Moreau. Los intendentes ni asomaron la nariz, porque compañeros somos todos, pero hay cercanías tóxicas que mejor evitar.
Aquel daño tuvo que ser reparado a dúo por Cristina y Máximo, un gesto inusual de humildad que muestra el estado de necesidad política que atraviesa la ex Presidenta. Ella recibió a un puñado de los jefes municipales más leales y Máximo fue hasta Lomas de Zamora para suavizar la relación con Martín Insaurralde, el más influyente y ambicioso de los intendentes que pretenden conservar cierta autonomía.
Hoy Insaurralde es abanderado de la candidatura de Cristina, a la que considera “irreversible”. Sostiene que ella le gana la interna a Randazzo en cualquier escenario. Empuja la lista de unidad evitando las PASO porque entiende que los peronistas se van a pelear entre ellos y terminará ganando el Gobierno. Pero sabe que la unidad que quiere Cristina es difícil de lograr a pesar de la aparente disparidad de fuerzas internas.
“Lista única se parece a pensamiento único. Nadie puede impedirnos participar de las PASO” dijo Fernando Chino Navarro, después de la reunión de la Comisión de Acción Política del PJ bonaerense donde el randazzismo, en absoluta minoría dentro de ese cuerpo, sostuvo su voluntad de ir a la interna.
Navarro integra la Comisión de Acción Política junto al senador Juan Manuel Abal Medina y el ex titular de Diputados, Julián Domínguez. Son tres de los cuatro nombres vetados por Cristina para sumarse a la hipotética unidad. El cuarto es Diego Bossio. Es lógico que esa gente patalee.
Entre los intendentes que volvieron a la orilla de Cristina aseguran que en los próximos días Randazzo podría reconsiderar su situación, incluso la oferta de integrarse a la lista de unidad y hasta encabezar la nómina de diputados. Pero admiten que los dirigentes y sectores que se le sumaron y fueron vetados por Cristina no tienen retorno y seguirán empujando hacia la competencia interna.
Podría tratarse de una hipótesis autocomplaciente. Por ahora Randazzo no da señales de aflojar. Esta semana mandó a su jefe de campaña, Alberto Fernández, a anunciar la recolección y presentación de avales de sobra para anotar su lista en las PASO. En su equipo dicen “nosotros tenemos candidato, tenemos avales y estamos decididos a ir a la interna”. Y desafían: “hay que ver qué hacen los otros”.
Los otros solamente tienen claro que Cristina es la candidata más competitiva. Pero de allí para abajo, entre ellos hay diferencias.
Un grupo de intendentes peronistas, convenientemente auxiliados por un par de ministros de María Eugenia Vidal, reflotaron la idea de armar lista propia yendo por afuera de todo. Allí estarían Mario Ishii de José C. Paz y Alejandro Granados de Ezeiza. También se sumarían caudillos desplazados como Jesús Cariglino en Malvinas Argentinas y Humberto Zúccaro en Pilar. Dicen que no quieren pelearse con Cristina, porque mide bien en sus municipios aunque se cansaron de recibir órdenes vía La Cámpora. Tampoco piensan enfrentarse con Vidal porque “no queremos desestabilizar” y sobre todo porque necesitan plata para la gestión. Prometen presentar listas municipales, provinciales y nacionales. Cada voto que saquen será un voto menos para la oposición peronista.
El sector mayoritario de los intendentes, que busca preservar su propio espacio en los municipios, ya avisa que la pelea con Macri y Vidal será muy dura y se puede perder la elección. Igual suponen que a Cristina entrar segunda y llegar al Senado por la minoría le daría una situación de fortaleza política superior a la que tendría quedándose a cortar flores en su jardín de El Calafate. Tendría seis años de mandato, dicen, un escenario de peso institucional y, último pero no menos importante, fueros parlamentarios que la protegerían de toda acción judicial. “El Senado no entrega a nadie, fíjate si no en Menem”, explica un operador peronista del sur del GBA. Si ella va en la boleta todos se encolumnan. Si no, varios le avisaron a Randazzo que querrían volver a conversar. De promesas y traiciones está hecha la política.
Distinta es la situación de los ultra K no peronistas y de su referencia principal en el día a día, que es La Cámpora, que los cobija y consuela. Días atrás, dieciocho agrupaciones del Frente para la Victoria se reunieron en el Instituto Patria, que regenta el fiel Oscar Parrilli. Había dirigentes llegados desde el Frente Grande, el radicalismo, el humanismo, dos o tres ramas desgajadas del comunismo, otras del socialismo y del piqueterismo socialcristiano. ¿Nombres conocidos? El fervoroso intendente Enrique Secco de Ensenada, los ya mencionados Moreau y Sabbatella, el diputado Carlos Heller, el ex vicencaciller Eduardo Sigal y otros. Una linda conjunción en la que brillaban, como perlas extrañas, un par de kirchneristas peronistas.
El encuentro tuvo como propósito “reafirmar la necesidad de la unidad programática” para enfrentar al macrismo bajo el liderazgo de Cristina, que expresa una oposición “firme y sin dobleces frente al modelo de restauración conservadora”. Lindas palabras, con sonido de epopeya. Pero puede ser áspero el destino de ese grupo si ella no es candidata. El peronismo kirchnerista no los quiere ni ver. Y si hay una improbable unidad con el randazzismo, no les van a dejar lugar ni para aplaudir. Ante tal perspectiva no descartarían ir con lista propia por afuera del PJ. Son cristinismo puro y duro con La Cámpora como nave insignia. Los peronistas no descartan esa posibilidad. Algunos hasta la festejan. Quizás sea un festejo apresurado. A nadie le sobra nada.
Entre los hechos extraños de estos días se anota la campaña de recolección de avales vía Whatsapp que llegó a simpatizantes kirchneristas. El mensaje –gentilmente retransmitido a Clarín por uno de sus destinatarios- decía: Cristina mandó a pedir avales porque el PJ la quiere dejar afuera. Hay que ir a un local de La Cámpora, o Nuevo Encuentro o Kolina para firmar. Pasar la data a quienes puedan. Sólo los de Provincia de Buenos Aires, hasta el miércoles. COMPARTIR.
¿La paranoia como motor de la revolución? Todo puede ser.
Pero suena tan raro como que –según cuentan en la Provincia- durante un plenario de La Cámpora, cuando las chicas y muchachos empezaron a cantar el vamos a volver con Cristina candidata, Andrés Cuervo Larroque los paró en seco y les dijo: Cristina no es candidata, Cristina es conducción. Si alguien entiende, por favor que explique.
Comentá la nota