El jueves pasado un importante grupo de jóvenes del radicalismo pegó el portazo al centenario partido en la provincia. Adujeron estar cansados de la falta de apertura por parte de la conducción y de la intromisión de la política correntina en el trabajo interno de la UCR misionera. Hoy, con pasacalles en Posadas, otro grupo de jóvenes volvió a manifestarse y se agranda el descontento puertas adentro.
El jueves pasado un importante grupo de jóvenes del radicalismo pegó el portazo al centenario partido en la provincia. Adujeron estar cansados de la falta de apertura por parte de la conducción y de la intromisión de la política correntina en el trabajo interno de la UCR misionera. Hoy, con pasacalles en Posadas, otro grupo de jóvenes volvió a manifestarse y se agranda el descontento puertas adentro.
Los jóvenes radicales expresaron a través de pasacalles que “no quieren ser manejados por un correntino”, en referencia al gobernador de la provincia vecina, Gustavo Valdés, que -vox populi- mantiene un acuerdo político con el diputado nacional por Misiones, Martín Arjol.
El rechazo de este espacio radical se debe a que “Valdés controla y coordina el discurso político de la UCR en Misiones”, aseguran. De allí la consigna de los pasacalles colocados en la capital provincial: “No queremos un partido manejado por correntinos. Nos costó mucho ser provincia. Aguante el misionerismo radical”.
Lo jóvenes rechazan que el radicalismo misionero mire con cariño a la gestión correntina y la quieran replicar en la tierra colorada, ya que -afirman- es una de las provincias con más pobreza del país, que no construye ni la mitad de las escuelas que construye Misiones cada año, ni la mitad de los hospitales. Usan toda la logística y rutas misioneras; la zona norte de Corrientes depende de los servicios bancarios de Posadas, los servicios universitarios, los servicios de salud, el Silicon, el aeropuerto, el comercio, el turismo, la costanera y las playas.
Tampoco están de acuerdo que el gobernador de una provincia anticuada sea el que defina el camino de la UCR de Misiones; un modelo correntino que es para pocos, es del siglo pasado y que solo le funciona a un puñado de grandes empresas.
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