Qué pasa si en las elecciones el Gobierno pierde mal

Qué pasa si en las elecciones el Gobierno pierde mal

Por Jorge Fontevecchia.

El choque de planes económicos entre el ministro Guzmán y el Instituto Patria, que va teniendo distintos significantes: el no despido del subsecretario de Energía, Federico Basualdo, o el futuro uso de los dólares que aportarán los derechos especiales de giro del FMI, fue atribuido al empoderamiento que genera al ala kirchnerista de la coalición la existencia de más dólares por el aumento del precio de la soja y el resto de las materias primas alimenticias exportables de la Argentina. 

Pero la apetencia por esos dólares serían reflejo de un debilitamiento más que de un empoderamiento. Sería el remedio a un problema: al justificable temor a que el Frente de Todos pueda salir derrotado por Juntos por el Cambio en las elecciones de noviembre por una diferencia nunca vista en la Ciudad de Buenos Aires más un empate en la provincia de Buenos Aires.

En 2019 Kicillof le ganó a María Eugenia Vidal por 14 puntos: 52 a 38%, una diferencia algo menor a la que Alberto Fernández obtuvo sobre Macri en la primera vuelta, que es cuando se eligen gobernadores: 48 a 32% (en el balotaje Macri obtuvo 41% y Alberto Fernández mantuvo su 48%).

En 2017 Cambiemos superó a Unión Ciudadana, el partido con que Cristina Kirchner compitió en ese momento, pero si se sumaran los votos del partido de Massa, los candidatos a diputados por Cambiemos hubieran perdido por 10% y a senadores, donde Cristina Kirchner era la candidata, por solo 1%. Indicando, además, que Macri y Cristina Kirchner fueron peores candidatos que Vidal y Kicillof.

Algo similar se repitió en 2015, cuando María Eugenia Vidal le gana la gobernación con 39% de los votos contra 35% de Aníbal Fernández pero con 19% de votos para Felipe Solá, el candidato bonaerense del partido de Massa. 

Con Madrid como ejemplo paradigmático, desde el comienzo de la pandemia la mayoría de los oficialismos viene perdiendo elecciones en el mundo.

Nuevamente el peronismo unido no ha sido vencido hasta ahora por Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, por lo que si en noviembre de 2021 Juntos por el Cambio llegara a empatar, o peor aún, ganar, en el territorio donde el kirchnerismo ha construido su bastión electoral, se podría producir un terremoto en la coalición gobernante invirtiéndose el peso específico del kirchnerismo con el del peronismo tradicional, tanto de cara a las elecciones de 2023 como al equilibrio de gobierno en los dos años de Alberto Fernández hasta allí.

Solo se podría explicar que Juntos por el Cambio pudiera llegar a lograr un triunfo de tal envergadura después del fracaso económico de Mauricio Macri porque las sociedades, antes que ser guiadas por ideologías, son reactivas a la frustración y castigan al gobernante de turno eligiendo su mejor contrario.  

Y más allá de la recuperación que se vaya produciendo, dependerá si al momento de las elecciones la sociedad culpará de la profunda crisis económica a la herencia del descalabro macroeconómico de Macri y sus devaluaciones 2018/2019, o a la mala gestión de la pandemia por Alberto Fernández.

Los ejemplos mundiales no son muy alentadores para el Frente para la Victoria. Desde el comienzo del coronavirus la mayoría de los oficialismos vienen perdiendo las elecciones. Desde Trump a la presidencia en Estados Unidos hasta Bolsonaro las elecciones de medio turno en Brasil. Trump y Bolsonaro no son el ejemplo de un combate eficiente a la pandemia, pero pierden aun quienes no se caracterizaron por el fracaso: Piñera tiene el más bajo índice de aprobación de todos los presidentes de Chile: solo 8%, hasta el partido de la perennemente exitosa Angela Merkel no tiene garantizado el triunfo en las elecciones de este año en Alemania, y la caída de la popularidad de Boris Johnson en Inglaterra, a pesar de ser modelo de vacunación en Europa, traerá consecuencias para su Partido Conservador en las próximas elecciones.

Pero el ejemplo paradigmático se dio el fin de semana anterior en Madrid ciudad, donde al igual que Buenos Aires con Cambiemos, y antes el radicalismo, siempre gana la centroderecha del Partido Popular, pero esta vez la diferencia a favor de la candidata Isabel Díaz Ayuso sobre el Partido Socialista que gobierna España fue de tal magnitud que presagia un cambio del gobierno nacional. 

Además, hundió al aliado del Partido Socialista, Podemos, cuyo líder y fundador, Pablo Iglesias, tuvo que anunciar su retiro de la política. La palabra que califica el resultado de las elecciones, en que coinciden políticos y analistas, es “debacle”, la debacle del Partido Socialista.

Si se repitiera lo de Madrid, donde la derecha aumentó 20% y la izquierda perdió 10%  respecto de la última elección,  en la provincia de Buenos Aires Juntos por el Cambio pasaría de 38 a 46% y el Frente de Todos, de 52 a 47%, acercándose a un empate.

El impacto electoral del covid castiga al partido del gobierno nacional. Pero hay excepciones, en Portugal, país que no por casualidad nuevamente visita Alberto Fernández, donde gobierna el primer ministro socialista Antonio Costa, fue reelecto como presidente, aunque la función sea poco más que protocolar, Marcelo Rebelo de Sousa, del Partido Socialdemócrata. 

El mejor ejemplo es el de los Países Bajos, donde en febrero volvió a ser reelecto por tercera vez Mark Rutte, del partido de derecha por la Libertad y la Democracia, y se atribuye su triunfo casualmente a las cuarentenas inteligentes con las que se enfrentó la pandemia.

Cuál será la evaluación de la sociedad argentina en noviembre sobre la inteligencia de las medidas con las que se combatió al coronavirus será un punto importante en la decisión de voto, pero en los países con una parte significativa de la población con necesidades básicas insatisfechas o al límite de ellas, el peso de la economía en la intención de voto puede ser mucho más determinante.

Resulta comprensible que desde el Instituto Patria haya aún más preocupación que en el propio gobierno por reducir cualquier riesgo de posibles derrotas electorales porque así como el AMBA fue el núcleo de disputa sobre la forma de enfrentar el covid, ya que allí se concentra la mayor cantidad de pobreza del país, también será el epicentro de la batalla electoral.

Más allá del covid desde Juntos por el Cambio se utiliza la falta de valores republicanos para criticar la gestión del Gobierno y se apela a que nos lleva a Venezuela. Pero, en realidad, mucho mayor incumplimiento de los valores republicanos produjo Néstor Kirchner que hasta cambió la Corte Suprema, la diferencia es que entonces la economía crecía. 

Hoy también la economía es lo determinante en el humor social, solo que Juntos por el Cambio no puede hablar de ella porque el fracaso de Macri en esa materia fue tan grande que corren el riesgo de terminar creando un arma de doble filo. Para muchos, el miedo a ir a Venezuela no es por la falta de valores republicanos sino por el empobrecimiento de Venezuela.

En noviembre, todo podría empezar de nuevo.

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