La protesta docente tuvo una alta adhesión en las escuelas públicas de 21 provincias; siguen las negociaciones
"Mami, ¿y yo cuándo voy al jardín?", preguntaba la pequeña Guadalupe Saud, impaciente porque, como sus hermanos, ella también debía comenzar las clases en la salita de cuatro de un jardín de Vicente López. Desde muy temprano acompañó a cuatro de sus hermanitos a su primer día de clases en el colegio de gestión privada Pedro Póveda, cuyos docentes anunciaron que hoy adherirán a la medida de fuerza y no dictarán clases. En el jardín público al que asiste Guadalupe los docentes ya habían anunciado el paro y ella no entendía por qué los padres llevaban a sus hermanos a la escuela y no a ella. "Tiene una expectativa que deberá mantener suspendida por unos días", dijo la mamá, Adriana.
La incertidumbre de Guadalupe es la misma que reina en miles de hogares de la Argentina. Más de cinco millones de chicos ayer no pudieron comenzar el ciclo lectivo por el paro docente que afectó a 21 provincias, incluso aquellas como la Capital Federal (aún en negociaciones), Córdoba y Tierra del Fuego, donde las clases empiezan mañana. O el caso de Río Negro, Salta, San Luis y Formosa, donde los gremios docentes ya habían cerrado un acuerdo de aumento salarial.
El inicio del ciclo lectivo , así, quedó marcado por el contraste: mientras en la mayoría de los colegios privados se iniciaron las clases normalmente, en las escuelas públicas no hubo actividad. Un dato que deja al desnudo un esquema educativo cada vez más polarizado.
Por ejemplo, la familia Saud se completa con Ana, de 10 años, que comenzó ayer el último grado del primario; Ezequiel, de 9, que empezó cuarto grado; Joaquín, de 8, en tercero; Juan, de 6, que inició el primer grado, y Soe, de un año que se quedó durmiendo.
"A mí me fue bien porque hice un amigo nuevo, que se llama Tomás, y quiero ir a la casa de él", dijo Juan cuando se le preguntó cómo fue el primer día de la escuela primaria, a la que tenía muchas ganas de ir. "Quería empezar porque ahí están mis hermanos", dijo a LA NACION.
Anita, en cambio, comenzó su último año de ese nivel educativo. "Me gustó porque me reencontré con mis amigos, pero sexto grado es más difícil. Por ejemplo, ya el primer día me dieron tarea. Igual, no es complicado porque no es una ficha o algo así, sino que tenemos que llevar algunas cosas de casa para plástica", dijo la niña, y agregó: "De todas formas, lo que no me gustó y nunca me va a gustar es tener que levantarme tan temprano".
La primera jornada escolar en el tercer grado "estuvo buena y también divertida" para Joaquín, a quien lo que más le gusta de ir a la escuela son los recreos. También a su hermano mayor, Ezequiel. "Lo mejor es cuando la maestra dice: «Ahora vamos a ir a jugar todos un juego en el patio»."
Adriana y su esposo, Nadir, luego de visitar y hablar con docentes de varios colegios de gestión pública, ya eligieron un colegio privado para cuando la hija mayor comience la primaria.
"No encontré que en los públicos tuvieran un proyecto educativo interesante y, si bien estaban muy bien desde el punto de vista edilicio, no me gustó que en algunos que tienen pocos alumnos había multigrados, es decir, estaba en una misma aula chicos de quinto grado con los de tercero. Por eso elegimos este colegio y lo volvimos a elegir para Ezequiel, Joaquín y ahora Juan, porque notamos que están muy atentos a cada uno y los tratan según la personalidad diferente que tiene cada uno", comentó la mamá. Hoy ninguno de ellos tendrá clases. ¿Qué harán? "¡Divertirnos!", propuso Anita con entusiasmo.
Escuelas desiertas
El candado se ajusta a la puerta de rejas negras y la escuela parecería guardar un vacío misterioso. No se oían los gritos de los chicos ni las voces de sus padres y los maestros. Sólo algunas hojas muertas sobre la vereda y un cartel que advertía: "Por paro de docentes las clases empiezan el jueves 28 de febrero. Primer grado ingresa: turno mañana, 9 horas; turno tarde, 14 horas".
La imagen es la que dejó ayer la escuela N° 56 Almafuerte, de La Plata, y es un retrato que se repitió, con características particulares pero muy parecidas, en la mayoría de las 17.000 escuelas bonaerenses. La Federación de Educadores Bonaerense (FEB) consideró que, ayer, la medida de fuerza tuvo una "altísima adhesión" en toda la provincia.
En una recorrida por escuelas públicas y privadas aparecieron los contrastes. La medida de fuerza en los establecimientos públicos fue contundente: hasta los auxiliares docentes se plegaron al paro. En la escuela N° 29, situada en la avenida 25 entre 526 y 527, las puertas estaban cerradas y un portero, a través de un ventanal, aseguró que en el lugar no había nadie. "Ni siquiera vino la directora", comentó. A metros de la escuela, un grupo de chicos aprovechaban la tarde libre para jugar a la pelota. En los colegios privados visitados, la medida de fuerza fue dispar. En la Escuela Benito Lynch, en 25 entre 14 y 15, los chicos pudieron comenzar las clases. "Acá todo estuvo muy organizado. Las autoridades nos informaron que sólo la maestra de 4°B se adhería al paro, así mi hija pudo comenzar las clases con normalidad", dijo a LA NACION Rodolfo, padre de una nena que cursa 5° grado.
En el colegio privado San Cayetano, la mayoría de los chicos no tuvo clase. Una mujer que llevaba a su hijo al jardín contó que se había sorprendido por no tener clases. Dijo que eso [el inicio del ciclo escolar] dependía de cada maestra.
Con la colaboración de Jesús Cornejo.
Del editor: qué significa.
Los chicos son otra vez rehenes de los conflictos adultos... A pesar de las declaraciones voluntaristas del Ministro la foto sigue mostrando aulas vacías.
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