Terminaron perjudicados por diferentes situaciones, como tener que abandonar precipitadamente los micros en que viajaban o soportar la escasez de colectivos y taxis.
Los principales perjudicados fueron los que debían trasladarse en micros para llegar a sus lugares de trabajo, a su consulta médica o a un trámite particular. Quienes consiguieron un colectivo para llegar a destino, al regreso debieron esperar en las calles varias horas para volver a encontrar en qué movilizarse. Las autoridades locales anunciaron que garantizarían 20% de la prestación del servicio, pero es de público conocimiento que esto no pudo concretarse por la falta de personal y luego por los daños de los transportes que intentaron circular.
Detrás de los piquetes hubo muchas historias. Algunos de los que lograron subirse a una unidad debieron bajar precipitadamente. “Veníamos por la calle Rioja y nos obligaron a descender. Lamentable, porque nosotros no tenemos la culpa”, dijo Gabriela Urrutia (28), una empleada de comercio que hizo caminando el periplo desde la parada de colectivo en la que se truncó su viaje hasta su lugar de trabajo, en Las Heras y Belgrano.
Si cabe hablar de “rehenes” de la jornada en la que se conjugó el reclamo gremial con la presión de las autoridades mendocinas para que los trabajadores del Estado cumplieran normalmente sus obligaciones –bajo pena de descontarles el día–, quienes bien podrían encabezar esta nómina fueron los docentes. Estuvieron en las escuelas que les quedaban más cerca de su domicilio para cumplir con el horario pero sin ninguna actividad productiva prevista.
Algunos taxis circularon, ya sea en manos de sus propietarios o de empleados que hicieron caso omiso a la convocatoria del gremio que los representa. Pero no todos los transeúntes pudieron acceder a esta opción, más costosa. “La verdad es que mucha gente en la calle no hay”, dijo un chofer de estos vehículos que pidió no ser identificado y contó que otros arrancaron a la madrugada pero dejaron de transitar por miedo a que quienes encabezaban los piquetes les dañaran el auto.
En el centro, los comercios trabajaron normalmente y fueron excepciones las puertas cerradas. Por ejemplo, en la terminal de ómnibus, dado que en el predio circundante había cortes de calles y choferes de micro accionando para que otros de su mismo gremio no pudieran prestar servicio, la mayoría de los locales permaneció cerrada. Lo mismo pasó con los bancos del microcentro, que amanecieron con las persianas bajas.
Sin dinero para taxis
Manuel (82) y Elena (59) permanecían a media mañana en una de las paradas de colectivos de la calle Salta. Habían llegado hasta allí por distintos motivos pero su situación era, a esa altura, común: ambos debían regresar a su domicilio y no podían hacerlo por falta de colectivos y tampoco caminando dado que los dos manifestaban problemas de salud. “No voy a trabajar para pagarme un taxi”, dijo la mujer.
Él venía de Guaymallén y debía viajar hasta Godoy Cruz a buscar unas radiografías médicas. Ella consiguió micro para llegar a su trabajo a las 7, pero no tuvo la misma suerte para conseguir en qué volver a La Estanzuela, en Godoy Cruz. Ambos llevaban dos horas de espera cuando fueron entrevistados por este diario. “Me voy a quedar descansando un rato y después sigo como pueda”, aventuró Elena, mientras Manuel se resignó a esperar que se solucionara la situación.
En la terminal
Los pocos que permanecían en la terminal de ómnibus estaban concentrados en la zona de los colectivos urbanos y de media distancia. “Estamos cumpliendo con el 20% del servicio, por lo que salimos cada hora y media”, contó un chofer de una empresa que hace traslados a Lavalle, mientras una mujer le preguntaba cuánto demoraría en salir el colectivo que hace uno de los recorridos a San Martín. “El problema más fuerte lo tuvimos a primera hora, cuando los piquetes no permitían salir de la terminal. Ahora (por el mediodía) la situación se va normalizando”, dijo Oscar, un chofer de la línea Nueva Generación, que se dirige al Este mendocino.
Francisco López (64) es de Villa Alemana, de la V Región de Chile. Venía de Pergamino, en Buenos Aires, y tenía pasajes para viajar hacia su país de origen por Cata, a las 13.30. “Estamos esperando porque nos han informado que no saben si van a salir”, manifestó.
Como en Mendoza la mayoría de los choferes de larga distancia responden al Sindicato del Personal de Micros y Ómnibus de Mendoza (Sipemom), uno de los bastiones del paro a nivel local, el servicio estuvo mayormente afectado. “Esta mañana salió un Chevallier a Córdoba y un micro de Flecha Bus a Buenos Aires, pero después de eso, nada”, contó uno de los empleados de informes de la terminal.
Haciendo tiempo en las aulas
Adriana, Elina, Marina, María Rosa, Estela y Natalia coincidieron en la escuela normal Tomás Godoy Cruz. Debían trasladarse hacia otras instituciones (de Agrelo en Luján de Cuyo, Lavalle y La Paz), pero no pudieron hacerlo por el paro. “Vinimos a hacer sociales”, reconocieron las docentes que hasta ese momento no se conocían y luego reclamaron por los perjuicios que les ocasionó la situación. Muchas de ellas debían tomar trimestrales y no pudieron llegar a sus escuelas, donde aseguraron que de igual modo el ausentismo de alumnos era general. “Sinceramente no sabemos qué hacer, porque si bien hemos programado algunas actividades, esto es una pérdida de tiempo”, dijeron.
Comentá la nota