Masivos actos del oficialista Efraín Alegre y el opositor Horacio Cartes en Asunción.
Las últimas encuestas, que en Paraguay no se pueden difundir por la veda, muestran un empate técnico con un final incierto. Le dan a Cartes tres puntos de ventaja, aunque esa mínima diferencia entra dentro del porcentaje de error. “Es una elección sin definición”, asegura Francisco Capli de la consultora First. “La alianza –entre el Partido Liberal y la Unace de los oviedistas– a tan pocos días de los comicios, generó una gran cantidad de indecisos, casi del 10 %, lo que llama la atención”, agrega.
La balanza la podrían inclinar los oviedistas a favor de Alegre, y particularmente los votos del cordón poblacional que rodea a Asunción. Hay que tener en cuenta que en Paraguay no existe el ballottage y que un voto puede darle el triunfo a Cartes o a Alegre.
Los demás partidos están muy atrás. Especialmente la izquierda, que perdió respaldo popular con el desprestigio de Lugo. El único que se acerca al 7 u 8 por ciento de intención de votos, según los sondeos, es Mario Ferreiro, de Avanza País, que se escindió del frente de Lugo.
El gran temor ahora es que ocurra algo similar a Venezuela, donde la exigua ventaja de alguno de los dos provoque la desconfianza del otro y se desconozca el resultado.
Las marchas de ayer movilizaron a todos los militantes de uno y otro bando, con banderas y cánticos bulliciosos, que colapsaron el tránsito de la ciudad.
Las universidades céntricas debieron cerrar y suspender sus clases nocturnas. El entusiasmo de los partidarios contrasta con la apatía general de la población, que no ve en ninguno de los candidatos alguien que cambie las viejas políticas de clientelismo y caudillismo político.
Un episodio que escandalizó ayer en televisión muestra las viejas raíces de esa tendencia. Una cámara oculta que publicó el sitio web del diario ABC mostró al senador colorado Silvio Ovelar negociando la compra de votos con un puntero liberal de Coronel Oviedo, una ciudad próspera 130 km de Asunción.
En el video se lo ve ofreciendo 100.000 guaraníes –casi 24 dólares– por cada voto que le consigan. Lo más gracioso fue la explicación que dio para salir del embrollo. Dijo que era “una estrategia” política para ganarse la confianza del dirigente y así revelar la trama de la compra de votos, algo que hacía su rival, el Partido Liberal. Y cerró con una frase memorable: “Me presté para salvaguardar a mis correligionarios”.
Su jefe partidario, Horacio Cartes, se apartó rápidamente de la escena y continuó con la campaña, donde sigue culpando al presidente Federico Franco de financiar con fondos del Estado la campaña liberal.
Claro, le sobran ejemplos. Esta semana se supo que el gobierno, a través del Instituto Nacional de Desarrollo Rural, le había comprado al senador Jorge Oviedo Mato –supuesto testaferro del fallecido líder Lino Oviedo– una extensa estancia a 12 millones de dólares. Casualmente el pago se dio después de que los oviedistas dieron su respaldo a los liberales.
Estos episodios desnudan el deplorable sistema político que aún perdura en Paraguay, heredado de tantos años de dictadura y de hegemonía del Partido Colorado. Y ayudan a entender el desencanto creciente de la gente.
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