Paradojas de la crisis política

Paradojas de la crisis política

Por: Edgardo Mocca¿Cómo puede tener éxito una política estatal que atenta contra el propio Estado? La experiencia argentina de estos días plantea interrogantes que exceden a nuestro país y a cualquier estado de los existentes. ¿Puede un Estado-nación sobrevivir a la sistemática renuncia de las autoridades a ejercer su soberanía?

Mucho se puede argumentar que el Estado actual no es el Estado de la inmediata posguerra…mucho se puede argumentar en muchas materias. Pero de no funcionar el Estado de la posguerra no se puede saltar sin intervalo a la supresión del Estado. Entremos en la cuestión. Vayamos al hecho de un incidente producido por una jugada del “mercado” en el orden financiero. La jugada no fue del mercado, ni de las fuerzas celestes: fue el resultado de un procedimiento delictivo producido por decisión del propio presidente de la República. Una empresa de sabotaje de la estatalidad producida ¡por el propio presidente de la república! Es el primer acto de una revolución mundial o es una payasada a la que en algún momento la justicia tendrá que enfrentar en tiempos probablemente cortos.

A lo que asistimos es al festival de la clandestinidad en Argentina. El núcleo del espectáculo era la conversación “periodística” acerca del atentado contra nuestras instituciones perpetrada bajo la dirección del presidente de la república. En esa empresa se encontraron una serie de “rarezas” que podían activar a los malpensados que pretenden involucrar al gobierno en conflictos en los que está el juego el estado nación argentino.

Después de lo que vivimos estos días va a tener que funcionar mejor la maquinaria de la mentira en nuestro país. Con la mugre tan visible como fue en este caso, la pérdida de credibilidad puede adquirir una velocidad meteórica y un alcance catastrófico. La saga mileísta de estos últimos días terminará poniendo en la agenda legal algunos temas críticos como es, por ejemplo, los límites a la manipulación mediática. La oposición a la investigación de este mega-escándalo es un acontecimiento histórico en nuestro país: señala la extrema debilidad política de los sectores conservadores: está claro que sin el monopolio de las grandes empresas periodísticas sería imposible sostener este clima de ideas en nuestro país. La ocultación de acontecimientos públicos merecería un lugar importante en nuestro código penal. Se trata de una herramienta muy compleja que, además, soporta el asedio de los grandes monopolios u oligopolios mediáticos, celosos de una “libertad de prensa” que en la práctica reproduce de modo ampliado el monopolio de la palabra.

Milei no solamente consintió en la práctica de un delito, sino que participó de él en forma práctica y concreta. ¿Habrá que esperar la intervención en el caso de los tribunales norteamericanos para “desbloquear” la figura de un mandatario que participa gustoso (si es que directamente no lo crea) en un operativo público de ocultamiento de la verdad? ¿No es incompatible eso con una democracia liberal? Claro que esta defensa incondicional de la conducta del gobierno constituye un avance contra la libertad de argentinos y argentinas.

Probablemente los argentinos terminemos observando las imágenes de lo que inevitablemente será un juicio internacional a la conducta de Milei en algún canal local o extranjero que no tenga más remedio que comunicar los resultados de una investigación criminal que mostrará los peligros de la manipulación mediático-monopólica de los acontecimientos políticos nacionales. Estamos en una instancia histórico-política paradojal. Estamos en un país agredido por el dominio irrestricto de los grandes grupos económicos que operan en su interior que no está en condiciones, no ya de control, sino siquiera de acceso a los sitios donde esta grave manipulación se elabora.

La situación política argentina muestra un aire extraño: se habla de dirigentes que lanzan o preparan su candidatura, de partidos que discuten sobre su táctica electoral próxima, de alianzas y de rupturas. Pero de la crisis orgánica insoluble por sí misma de la democracia argentina nadie opina. Sobre el “golpe” blando de Milei sobre los medios de comunicación para unificar sus políticas genuflexas ante el gobierno, sobre eso no se discute.

Comentá la nota