“La ciudadanía formoseña observa en repetidas y frecuentes ocasiones como se pretende enlodar y empequeñecer a la política. Al mismo tiempo percibe que detrás de esos ataques se esconden oscuros intereses mezquinos y politiqueros. Un excluyente actor de estas lastimosas estrategias es el senador de la UCR, Luis Naidenoff”, expuso enfático el presidente del bloque de diputados provincial del PJ, Agustín Samaniego.
Sostuvo que “en los últimos tiempos el senador ha agudizado su modus operandi, cual es calumniar, injuriar y acusar con denuncias siempre falsas y argumentos perennemente inconsistentes e infundados. Está convencido que posee la potestad de realizar vacías imputaciones, con desdichadas puestas en escenas montadas por el mismo o por corporaciones mediáticas porteñas, sin la correspondiente obligación cívica y ciudadana de presentar ante los organismos judiciales las pruebas que respalden la veracidad de sus dichos y declaraciones”.
Para Samaniego, el parlamentario radical “se convierte en un denunciador serial que intenta sembrar –evidentemente de manera infructuosa- dudas en la población mancillando el honor y la decencia de cualquier funcionario que no esté de acuerdo con sus pensamientos. Que el haya perdido hace mucho tiempo valores que deben condicionar el accionar político no significa que pueda impunemente desacreditar el derrotero de otros”.
“Más aun habiendo sido un representaste estelar –continuo recalcando- que cumplió un rol preponderante y decisivo en el gobierno municipal de Gabriel Hernández, recordado, sin lugar a dudas por todos los formoseños, como la gestión corrupta que han sufrido los vecinos de la ciudad de Formosa. Con este ominoso pasado debería primero hacer un sincero y reflexivo mea culpa”
Considera que “es claro que ante el marasmo de ideas, ante el raquitismo de sus proyectos y su traslucida desesperación por sobresalir de cualquier modo, hacen que el senador haya elegido tener esta conducta errática que lastima a las instituciones, desdibuja la critica tan necesaria en democracia, y desvaloriza el rol que debe tener una oposición política en un sistema republicano”.
Entiende Samaniego que “la política es el espacio de la búsqueda del bien común. Disentir, debatir, poner de manifiesto los desacuerdos y diferencias es parte esencial del ejercicio democrático”, para advertir que sin embargo que “la agresión, la hipocresía y la mentira son innegables disvalores para el pueblo formoseño. En reiteradas ocasiones le ha dicho no a los mercaderes del odio y la falacia y a los adulan la política del vale todo. La ciudadanía de Formosa ha optado definitivamente por la política de la fe y la esperanza que promueve un orden de equidad, confianza y solidaridad. Ha elegido por un Modelo Formoseño que incluye a todos en armonía y concordia”.
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