Como una convención de apoyo a las campañas contra el cáncer infantil, hoy se lanzó la consigna de vestir remera blanca. Habrá murales y fotos en shoppings y paseos. Los especialistas describen los avances contra la enfermedad y el modo de prevención.
Remeras blancas. Hoy se verán más remeras blancas que otros días, en Buenos Aires y otras ciudades del país, porque esa prenda es la señal de apoyo a los chicos con cáncer, en el Día Internacional contra el Cáncer Infantil. Para poder hablar de este diagnóstico que estremece, hay que saber que, hoy por hoy, el 80 por ciento de los casos pueden curarse; hace 50 años, sólo el 20 por ciento tenía esa posibilidad. En el caso de la leucemia, que alguna vez fue sinónimo de muerte, el 75 por ciento de los casos hoy se cura. Para esto, lo primero es detectar la enfermedad a tiempo. Y la clave para el diagnóstico precoz consiste, simplemente, en que todos los padres tengan su pediatra de cabecera y no omitan ninguna de las consultas periódicas de control: no menos de dos por año, hasta la pubertad. Detectada la enfermedad, es inevitable un largo tratamiento. Existe una red internacional de asociaciones civiles dedicadas a confortar a los padres y a los chicos. Hoy se habilitarán murales para dejar mensajes a los chicos, y, por cada mensaje, un benefactor hará una donación; en Buenos Aires funcionarán en el Shopping Alto Palermo.
Marcela Gutiérrez –médica del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y secretaria del Comité de Oncología de la Sociedad Argentina de Pediatría– señaló que “si hoy se cura el 75 por ciento de los casos es, también, porque contamos con buenos antibióticos. La quimioterapia destruye el tejido enfermo pero afecta las defensas del organismo; entonces, debe haber muy buen soporte ante cualquier signo de infección. Los pacientitos, especialmente en las primeras etapas, deben internarse”.
“En la Argentina, el tratamiento es por ley, para todos los chicos, tengan o no cobertura social, en hospitales públicos de alto nivel. Argentina y Chile son los únicos países del Cono Sur que cuentan con buen tratamiento para esta enfermedad. En otros países limítrofes, lo primero que le preguntan a un padre cuando su hijo recibe este diagnóstico es si tiene alguna propiedad o algo para vender y pagar el tratamiento”, contó la doctora Gutiérrez.
Pero para llegar al tratamiento es necesario “el diagnóstico precoz, que debería obtener cualquier chico que tenga un buen seguimiento con su pediatra. El primer año de vida, el chico suele concurrir mensualmente al pediatra, y a partir de ahí suelen llevarlo en forma más esporádica. Pero no debe tener menos de dos consultas anuales hasta la pubertad”.
Agustín Cardozo, oncólogo del Hospital Materno Infantil de San Isidro, también destacó que “los síntomas deben ser detectados por el médico, ya que los padres pueden confundirse o angustiarse. Por ejemplo, pueden aparecer hematomas, moretones, manchas en la piel que el chico antes no tenía, o dolores de cabeza, pero a todos los chicos les salen, moretones o les ha dolido la cabeza alguna vez: un dolor de cabeza no es signo de cáncer, pero distinto es que un chico despierte a las cuatro de la mañana con un dolor que le parte la cabeza, lo cual tampoco equivale a cáncer, pero justifica una consulta médica. Otro síntoma clásico es la disminución significativa de peso, lo mismo que una sudoración nocturna muy alta”. El profesional insistió en que “hoy la mayoría de los casos tienen buen pronóstico; un neuroblastoma en chicos menores de un año se cura en el ciento por ciento”.
La doctora Gutiérrez agregó que “no hay situaciones por las que un chico necesite ser tratado en otro país: en la Argentina seguimos estándares internacionales. Los especialistas trabajamos en grandes grupos, estamos interconectados y evaluamos año a año los protocolos de tratamiento. Vamos a congresos y, gracias a Internet, nos conectamos permanentemente y compartimos los últimos adelantos”. Tras la curación, “la calidad y la esperanza de vida son similares a las del resto de la población”.
Es cierto que “los chicos de localidades apartadas muchas veces deben viajar a Buenos Aires para atenderse: deben salir de su medio habitual, separarse de sus hermanos; los padres deben venir con él, la economía familiar se deteriora”. Sobre todo en estos casos, “una ayuda muy importante está dada por el voluntariado: es el caso de la Fundación Flexer, que acaba de formalizar un convenio con la Sociedad Argentina de Pediatría. Los chicos salen del hospital, cruzan al local de la fundación, desayunan, juegan, usan la computadora. Y todo suma: que alguien regale juguetes el Día del Niño, que venga Papá Noel”.
Leticia García, coordinadora de la Fundación Flexer, contó que hoy se realiza la campaña Ponete la Camiseta. “Invitamos a la gente a que salga con remera blanca en apoyo a los chicos con cáncer. En el Shopping Alto Palermo estaremos todo el día: a quienes se acerquen con camiseta blanca les sacaremos una foto que subiremos a las redes sociales; en un mural podrán dejar mensajes para los chicos y, por cada mensaje, un benefactor donará un peso.” La fundación trabaja con las familias de los pacientes “desde el momento en que son diagnosticados: ninguna familia está preparada para recibir ese diagnóstico, pero cuatro familias por día lo reciben en la Argentina, donde se registran 1400 casos de cáncer infantil por año. Tratamos de estar en contacto desde ese momento”. Quienes deseen participar como voluntarios pueden contactarse en www.fundacionflexer.org
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