A casi cuatro meses del próximo vencimiento, Economía ya garantizó los dólares para los tenedores de bonos en moneda extranjera. En tiempos de licuadora y motosierra, el gasto en servicios de la deuda aumentó 36,8% real en el primer bimestre.
Por Juan Strasnoy Peyre
“Para ustedes, sí hay plata”. Ese es el mensaje implícito que, con sus acciones, el Gobierno les envía a los acreedores. Y es la nítida contracara del leitmotiv que impuso Javier Milei para casi todo el resto de la población. Mientras realizaba un ajuste del gasto público a velocidad y profundidad récord, la única partida del gasto que creció en términos reales durante el primer bimestre fue la de servicios de la deuda pública. En las últimas horas, con el objetivo de potenciar el rally alcista de los bonos, el ministro Luis Caputo envió una nueva señal en la misma dirección: más de tres meses y medio antes de su vencimiento, garantizó los dólares para el próximo pago de los títulos en moneda extranjera surgidos del canje de 2020.
La señal llegó tras la licitación de deuda en pesos de este jueves. Allí, el Ministerio de Economía colocó $1,32 billones a través de una LECAP (una letra a tasa fija que no se emitía desde el reperfilamiento forzoso realizado por Hernán Lacunza en 2019) y dos bonos indexados a la inflación, todos ellos con vencimiento en 2025. El resultado implicó un financiamiento neto (nuevo endeudamiento) de $783.077 millones. Caputo y su secretario de Finanzas, Pablo Quirno, confirmaron que ese excedente, junto con “la liquidez acumulada en el Tesoro”, se utilizará para comprarle dólares al Banco Central con los que se pagarán los próximos compromisos con los tenedores de títulos en moneda extranjera.
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El próximo vencimiento de Bonares y Globales surgidos del canje de 2020 está pautado para el 9 de julio. Ese día expiran unos u$s2.660 millones de capital e intereses, aunque la porción en manos de acreedores privados es de aproximadamente u$s1.700 millones, según cálculos de Salvador Vitelli, de Romano Group.
Solo considerando el fondeo neto de la licitación del jueves, el Gobierno comprará unos u$s920 millones destinados a ese fin. Esto implica que, a casi cuatro meses de la fecha de pago, queda garantizado el 55% de los vencimientos de privados. Pero Economía adelantó que también utilizará liquidez acumulada por el ajuste fiscal. ¿Cuánto? Aún no lo detalló. Pero el economista Amílcar Collante señaló que el Tesoro tiene $1,3 billones en depósitos. Entre ambas cosas superaría los u$s2.000 millones y ya estaría garantizado el total del pago a los bonistas privados en moneda extranjera cuando todavía quedan casi cuatro meses por delante.
El objetivo es claro. Caputo quiere potenciar el rally alcista de los bonos en dólares que se aceleró en las últimas semanas ante la euforia desatada en el mercado por la concreción del ajustazo fiscal y monetario, y sobre todo por la confirmación de que el primer bimestre cerró con supéravit financiero (pese a las altas dosis de licuadora y las dudas sobre la sostenibilidad). Los Bonares y Globales a 2029 y 2030 ya cotizan por encima de los u$s50 y todos se ubican en su pico desde septiembre de 2020. El GD30, por caso, ya superó precio con el que había salido al mercado durante la reestructuración.
En el mercado consideran que todavía tienen margen de suba y a eso apuntan las señales oficiales. “A pesar de todo lo que subieron, los títulos aún tienen metido en precios un escenario de reestructuración, lo que quiere decir que todavía hay un claro upside si ‘todo sale bien’. Si bien los precios de los bonos están en máximos históricos, los rendimientos están bien lejos de los mínimos históricos (a 12% de tasa, el GD30 valdría hoy más de u$s70)”, planteó el último informe de la consultora 1816.
El objetivo del Gobierno es bajar el riesgo país (contracara del valor de los bonos) para, a futuro, reabrir el acceso al endeudamiento en los mercados internacionales. Un grifo que se cerró a comienzos de 2018, cuando el propio Caputo (entonces ministro de Finanzas de Mauricio Macri) fue a Estados Unidos a buscar más financiamiento para dar continuidad a los dos años previos de megaendeudamiento, pero los prestamistas le bajaron el pulgar, alertados por el déficit de divisas récord con el que cerró 2017. Dos meses después, se desataba la corrida y la crisis del modelo macrista y, luego, el regreso del FMI.
Lo que miran los inversores y los funcionarios es el perfil de vencimientos de los bonos en moneda extranjera. Este año es el último de magnitudes “bajas”: entre lo que ya se pagó en enero y lo que se cancelará en julio suman alrededor de u$s4.300 millones. El próximo año, salta a u$s9.400 millones. Es para ese momento que en los despachos oficiales consideran imprescindible que Wall Street le vuelva a prestar. El riesgo país perforó esta semana los 1.500 puntos básicos, pero aún sigue en niveles de sobretasas prohibitivas.
Deuda: la única partida que crece
El “no hay plata” de Milei atraviesa a todas las partidas del Estado: jubilaciones, obra pública, subsidios, transferencias a las provincias, salarios públicos, salud, educación, comedores comunitarios, políticas industriales y un largo etcétera. En realidad, a casi todas. La única que crece en términos reales es la destinada a los pagos de deuda.
Un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) calculó que en el primer bimestre de 2024 el gasto en servicios de la deuda pública aumentó 36,8% interanual en términos reales y se salvó de la licuadora y la motosierra. Esto se debió en parte al impacto de la megadevaluación en el encarecimiento en pesos de la considerable porción de la deuda nominada en moneda extranjera (otra porción está indexada a la inflación).
Como contrapartida, la UNDAV estimó, en base a datos del Ministerio de Economía y del INDEC, que las partidas de la seguridad social se desplomaron 30,6% real en el mismo período y fueron las que más aportaron al ajuste total. Desagregado por su finalidad, el gasto que más cayó fue el destinado a agua potable y alcantarillado (90%).
Según el informe, el recorte en las distintas partidas destinadas a servicios sociales representó el 68% del ajuste total; las de servicios económicos, el 27%; las de administración gubernamental, el 2,9%; y las de defensa y seguridad, el 2,1%. “Para dimensionar, el ajuste real del primer bimestre en relación al mismo periodo del año pasado equivale, en seguridad social, a 8,9 millones de jubilaciones mínimas; en salud, a 2.000 tomógrafos; y educación, a 600.000 salarios docentes”, graficó el reporte.
Con todo, la UNDAV planteó que la caída de la recaudación del 6,6% en el primer bimestre (arrastrada por la recesión) muestra que el ajuste se empieza a morder la cola, al tiempo que el recorte vía licuación desplegado hasta ahora “luce irrepetible”.
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