Carolina Scotto abandonó la banca enojada porque ni sus pares ni los ministros la atienden.
La cordobesa Carolina Scotto tiene decidió dejar la banca de diputados que ocupa por el Frente para la Victoria, donde llegó el año pasado promovida por Cristina Kirchner.
La presidenta apostó a la ex rectora de la Universidad de Córdoba, le garantizó el primer lugar de la lista y celebró los 15 puntos que obtuvo, mucho más de lo esperado en la siempre hostil tierra mediterránea.
Pero su figura duró menos que cualquier otro diputado kirchnerista en estos años. Aunque todavía restaba una charla con Juliana Di Tullio, Scotto ya tiene decidió abandonar la banca.
En el bloque juran y perjuran que jamás tuvieron un cruce con ella porque tampoco pidió nada. Aunque admiten que su relación con su coterráneo Martín Gill es cada vez peor. “Es una guerra de rectores: el de Córdoba contra el de Villa María”.
“Ella se enoja porque nadie le da bola. Antes manejaba un presupuesto de 340 millones y hablaba con Cristina y ahora no logra ni que un ministro le atienda el teléfono. Y se queja todo el tiempo”, confiesan.
El kirchnerismo cordobés está monitoreado por Carlos Zannini. En el último acto que hizo invitó a Scotto al palco, pero no pudo convencerla.
La ex esperaba sumar protagonismo en la Comisión de Educación, pero no tuvo muchas chances porque ni siquiera se reunió una vez.
Menos pudo pelear por la presidencia. El kirchnerismo decidió cedérsela a la UCR pero luego no aceptó que el elegido sea Julio Cobos. Y casi 5 meses todos sus miembros se olvidaron de su existencia.
“Su problema es que así no tiene chance de hacer política. Ya no es una figura para nadie e iba a volverá Córdoba desdibujada”, la interpretan en su provincia.
Scotto no estuvo ajena a su sucesión en la Universidad: la reemplazó su ex pareja Francisco Tamarit. Tal vez intente volver.
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