En escasos 6 meses, la ciudadanía deberá afrontar una nueva elección mediante su voto de distintos representantes. Las PASO seguramente apurarán decisiones de escasa elaboración en sustentación política y más aún en juntar personas que no difieran en sus pensamientos, y que luego prontamente se diluyan en el intento.
Estamos hablando ciertamente del panorama político local, donde la tranquilidad del oficialismo, en base a su organización partidaria y la holgura cierta de ostentar el gobierno en ambos poderes, contrasta con el resto del pelotón con averías diversas, diásporas y evanescencias varias que no muestran un horizonte demasiado diáfano.
Alguna reelección como cabeza de lista ahorraría, según se comenta, la puesta en marcha de una ingeniería política que no ha caracterizado a la UCR, porque no le ha hecho falta. Recordemos que en la última elección obtuvo un porcentual de 50 con 20 de ventaja al segundo, aunque sus dirigentes, los más experimentados saben que ésta es distinta y que el cuchillo cambió de manos.
Tal vez el trabajo más riguroso y aplicado deberá ser encarado por el justicialismo, llámese como se llame. La opinión del presidente del PJ, apuntaría a elegir autoridades partidarias, después de las PASO, aunque deja latente, sin ser tan sagaz, que deberá aflorar un arreglo al menos para las listas de agosto que fundamente una incipiente unidad y comprendería la negociación misma.
Las elecciones primarias aún muy nuevas y marcaron en su oportunidad inaugural tendencias irreversibles que los actores saben evaluar, de allí la importancia de los tiempos a desandar. El capital en juego del PJ-FPV es total, sus dos bancas en el Concejo terminan su período y el anclaje político del partido que gobierna Provincia y Nación, se queda sin representación a nivel distrital. La última elección significó una de las más magras performances del peronismo dorreguero. No conseguir ubicar un concejal fue un infortunio importante que las individualidades tratan de revertir, pero que el conjunto no plasma.
Otro sector como el massismo ha aflorado también en Dorrego, y se verá qué papel desempeña en un futuro muy cercano.
Dirigentes de distinto grado han hecho saber su preocupación y están trabajando para armar el rompecabezas. El hecho político más destacado de los últimos tiempos ha sido el retorno de Hugo Segurola; en el caso de la última elección como candidato a Intendente Municipal con gran suceso poniendo dos de los suyos en el Concejo Deliberante y uno en el Consejo Escolar.
Ya con partido consolidado, un vecinalismo puro sin definiciones certeras a otro nivel, con adhesiones sui generis a nivel local, se convierte en la mayor incógnita; todo por saber si podrá repetir ese gran comicio que, de cualquier manera, así sea mucho menor, lo colocará en el Concejo, ya que anunció su candidatura.
Otra no muy clara aparece en la banca que deja Unión Pro, con la despedida de Guillermo Lozano. Sus referentes Jorge Srodek y Marcelo Di Pascuale hoy definidamente con Macri, aunque nunca se sabe, apartarían definitivamente la agrupación Celeste y blanco con Alejandra Aristegui a otro espacio, hasta con juventud constituida, pero repito nunca se sabe.
Además de todo este colorido ajedrez, todos se proclaman peronistas y siguen hablando de unirse y otras ideas, pero los últimos años no ha ocurrido, como ha sucedido con otras expresiones minoritarias que terminan encontrando alguna afinidad con otras fuerzas.
Esperemos escuchar debates sobre políticas de fondo, aunque personalmente y a los hechos me remito, no se sabe a ciencia cierta sobre las diferencias entre las propuestas, y si realmente existen. Otro tema a priori que habilita ventaja para el resto es instalar un candidato 48 horas antes del cierre de listas. El gobierno vive de campaña y no se lo puede criticar por ello, se presenta aún así, más cerca que el resto en las ganas de conservar una hegemonía histórica en el distrito, que para disputarle algo hace falta más que algunos meses de campaña.
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