Investigadores del CONICET, el ITBA y el Hospital Italiano lo probaron con éxito en tres mujeres y dos hombres con diabetes tipo 1. Y fue notable la mejora en su calidad de vida.
La Diabetes 1-la sufre uno de cada diez adultos en el país-, es una enfermedad compleja porque sobre todo afecta la calidad de vida de los pacientes, que deben pasar sus días calculando los hidratos de carbono que consumen y haciendo cuentas para ver qué cantidad de insulina inyectan en su cuerpo para regular la glucosa que tienen en su sangre. Con el fin de mejorar su cotidianidad, ingenieros y médicos argentinos se han unido para desarrollar un páncreas artificial que hace esos cálculos por ellos, además de inyectarles automáticamente la insulina.
Un grupo de investigadores del CONICET dirigidos desde el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) desarrollaron un algoritmo que comanda la bomba de infusión de insulina en personas con diabetes tipo 1. Es un sistema de control automático que reemplaza las funciones del páncreas para regular los niveles de glucosa en sangre. Le pusieron un nombre muy simbólico: ARG, que son las siglas de regulación automática de la glucosa en inglés (Automatic Regulation of Glucose). En junio se hicieron las pruebas del algoritmo con cinco pacientes que sólo tuvieron que registrar cuándo empezaban a comer, pero no calcular cuántos gramos de hidratos de carbono iban a consumir. El sistema inyecta automáticamente la cantidad de insulina que la persona necesita en cada momento.
El estudio estuvo dirigido por el ingeniero Ricardo Sánchez Peña, investigador del CONICET y director del Departamento de Doctorado e Investigación del ITBA. “La idea se me ocurrió hablando con una familia amiga que tiene un nene de tres años con Diabetes, por todas las complicaciones que trae, sobre todo en los niños”, contó este martes en una conferencia de prensa en la que se presentaron los resultados de la segunda fase de la prueba clínica.
La primera había sido el año pasado. Aquella vez se usó un algoritmo desarrollado en Estados Unidos, que requería que el paciente calculara y registrara en el sistema cuántos gramos de hidratos de carbono iba a comer para que la bomba le infundiera la insulina necesaria.
En esta segunda fase, con el algoritmo argentino ARG, fue más sencillo para los pacientes, que sólo registraron el inicio de la comida. Fueron tres mujeres y dos varones, que pudieron mantener los niveles de glucosa en un rango aceptable durante las 36 horas en que se probó el páncreas artificial. La prueba se realizó en el Hospital Italiano.
“Algunos de los pacientes tienen un sensor continuo de glucosa y una bomba de infusión subcutánea de insulina. Lo que creamos es la conexión entre estos dos elementos para que no sea el paciente el que esté todo el día calculando”, explicó Sánchez Peña.
Este algoritmo se programa en un celular y es lo que determina la cantidad de insulina que necesita el paciente”. El algoritmo se diseñó para responder a los aumentos de azúcar en sangre luego de las comidas. Ayer se confirmó que todos los pacientes lograron controlar este pico de glucemia con el páncreas artificial.
El objetivo de regular automáticamente el valor de azúcar en sangre es importante para los pacientes no sólo por la gran cantidad de tiempo que usan en calcular y programar la insulina necesaria para mantener sus niveles de glucosa sanguínea, sino por el temor de hacerlo mal: muchas veces sufren hipoglucemias (azúcar baja en sangre) o hiperglucemia (azúcar elevada en sangre) por cálculos imprecisos.
Otro gran temor es sufrir una hipoglucemia mientras duermen. Y es uno de los objetivos del páncreas artificial: lograr mayor seguridad en la disminución de hipoglucemias, especialmente las nocturnas. En esta segunda fase ninguno de los pacientes tuvo hipoglucemias graves, tampoco nocturnas.
“Desde la invención de la insulina, que en el 2021 se van a cumplir cien años, este es el gran avance para la diabetes: sustituir la función de la célula beta del páncreas”, aseguró Luis Grosembacher, investigador clínico principal del estudio, del Servicio de Endocrinología del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Como dijeron los especialistas, todavía “no es infalible”: hubo situaciones de hipoglucemia y de hiperglucemia. Y algo importante también es que se trata de un estudio “en fase experimental”, es decir, todavía faltan muchas pruebas para que sea aprobado y se convierta en una realidad para los pacientes. Para seguir investigando se necesitan recursos.
“Es emocionante cómo ayuda la tecnología”
Silvia Crespo
Silvia Crespo, 49 años, 18 de diabética, fue una de las pacientes que participó en las dos fases. “Es emocionante lo que la tecnología puede ayudar. Hace seis años que uso bomba de insulina con sensor, y está bien, ha logrado que no me desmaye ni me despierte internada, pero con el algoritmo fue genial... yo no tenía que estar todo el tiempo anotando los carbohidratos. ¡Adoramos esas 36 horas! El nivel de glucosa es como una montaña rusa, y en esas horas fue un valle”, dice mostrando fotos. “Fue un milagro”, explica.
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