Hay una donación de un terreno de 55 por 35 metros, en el barrio Toma Nueva, donde se proyectaría la construcción de una casa de retiros espirituales. Perteneció a un hombre que superó sus problemas de salud tras la bendición del sacerdote.
La más usual, los asuntos administrativos y organizaciones de su orden religiosa, la Cruzada del Espíritu Santo, de la cual es superior general a nivel mundial, luego de la muerte del fundador, el sacerdote irlandés Thomas Walsh. Pero ahora lo traen otros asuntos.
La historia de la relación del sacerdote con la ciudad empezó en 2006. Ese año, el entonces arzobispo local, Mario Luis Bautista Maulión, hoy retirado en Rosario, en la Parroquia Natividad del Señor, donde Ignacio es párroco, incardinó a los sacerdotes de la Cruzada en Paraná. Así, Maulión –y ahora su sucesor, Juan Alberto Puiggari– se convirtió en el obispo benévolo de la orden, también conocido como “patrocinante”. Desde entonces, todos los sacerdotes de la Cruzada pasaron a “pertenecer” a la diócesis de Paraná, un lazo más jurídico que territorial.
Ese paso fue necesario por cuanto la Cruzada no tiene aún el estatus de una congregación religiosa autónoma para funcionar. En la vida de las órdenes religiosas, hay distintos pasos a cumplir: la Cruzada es hoy una asociación de fieles de derecho diocesano.
La próxima fase será la de sociedad de vida apostólica, para por fin llegar a convertirse en una congregación de derecho canónico, con reconocimiento de Roma. Pero para eso deben cumplir algunos requisitos, como un número mínimo de integrantes, y pasar por una fase de inspección e informes al Vaticano, tarea en la que trabajaron el canonista Ariel Busso, y el claretiano Daniel Medina.
Sin esa autonomía, la Cruzada necesita de un obispo benévolo, y de una diócesis a la cual pertenecer. Desde 2006, pertenecen a Paraná, aunque ya están transitando su camino de “independencia”. El lunes 17 de junio el padre Ignacio inauguró su casa general en Paraná, ubicada en la calle Comandante Espora al 500, un requisito exigido por el Vaticano. Pero podría ampliar sus posesiones en la ciudad.
El martes a mediodía, el padre Ignacio se entrevistó con la intendenta Blanca Osuna, en el Palacio Municipal, y esa reunión fue muy reservada: no asistió ningún funcionario. A la salida, sin embargo, lo esperaba un equipo de periodistas del área de Prensa del gobierno de la ciudad, y un numeroso grupo de empleados que se ubicó en el patio central, y esperó lo que todos: la bendición del sacerdote.
A la salida de la reunión con Osuna, el padre Ignacio soltó, de modo enigmático: “Ahora estoy en Paraná más tiempo que antes y quiero empezar unas obras nuevas. En el futuro vamos a tener más noticias sobre cosas que ahora recién empezamos”. El sacerdote Leovigildo Escorcia, que está a cargo de la casa de la Cruzada en Paraná, negó conocer los motivos de la visita. “Ni siquiera me enteré que venía”, señaló, ante la consulta. Es más, dijo haberse reunido con él en Rosario el día anterior, con motivo del aniversario de su ordenación, y en esa oportunidad nada se habló de ese viaje.
Hay, de todos modos, un proyecto a futuro del padre Ignacio en Paraná: construir una casa de retiros, en proximidades del barrio Toma Nueva, sobre un terreno donado por una persona, que ha preferido mantenerse en el anonimato. En el predio –de un poco más de tres hectáreas de monte nativo, resguardado por calles Rondeau y Blas Parera– se ocupará un sector de 55 metros por 35 metros para que allí la Cruzada del Espíritu Santo pueda construir esa casa de retiros.
El predio se conoció como el Campo de Las Garzas, por la inmensa población de garzas que supieron anidar allí, alrededor de 20 mil aves, pero que ahora ya no están. El dueño atribuye esa desaparición a una gran fumigación que hubo en las cercanías, tres años atrás, que no sólo espantó las garzas, sino que le provocó daños cerebrovasculares. Cuando escuchó por primera vez que el padre Ignacio esbozó la posibilidad de venir a radicarse en Paraná, por intermedio de un matrimonio conocido le envió el ofrecimiento a Rosario: dejaba en sus manos, en donación, ese terreno, en medio de un campo de tres hectáreas.
Dicen que los abogados de una y otra parte ya están trabajando en la redacción final del documento de traslado de dominio. Pero que todavía el acuerdo no está cerrado.
“Ha ido muchas veces al lugar, y se ha quedado enamorado”, dicen quienes conocen al sacerdote. “Algunos –agregan– consideran que es un lugar santo”.
En una de esas visitas, el padre Ignacio bendijo al dueño del campo y, de modo misterioso, la afección cardíaca que arrastraba desapareció.
La Cruzada del Espíritu Santo es una orden religiosa fundada por un sacerdote irlandés, Thomas Walsh, que desarrolló buena parte de su trabajo en Canadá y los Estados Unidos. La historia propia cuenta que fue en Estados Unidos donde germinó la idea de formar la congregación, que finalmente vio la luz en Salamanca, España, en septiembre de 1966. El objetivo fue preparar y mandar sacerdotes a las regiones de la Iglesia que se encuentren más necesitadas.
Ignacio Peries es el segundo superior general que tiene la Cruzada del Espíritu Santo, después del fundador, Thomas Walsh. Se ordenó en 1979, en Gran Bretaña, y el primer destino que tuvo fue en la Argentina, más precisamente en Córdoba, adonde estuvo por un breve tiempo, y ese mismo año que llegó, 1979, se radica en Rosario, en la Parroquia de la Natividad del Señor.
A la muerte de Walsh, en 1995, se organizó el capítulo general de la congregación, e Ignacio es elegido sucesor, como superior general.
Las constituciones de la congregación religiosa establecían un mandato único por un período de diez años, con la posibilidad de repetir por otros diez años. El primer mandato se extendió entre 1996 y 2006; ahora va por los segundos diez años. En 2016, debería dejar su lugar, aunque de momento no está claro quién tomará la posta.
–¿Hay sucesor? –le preguntó El Diario en mayo último al sacerdote Leovigildo Escorcia, de la Cruzada.
–Tiene que haberlo. Tiene que haberlo. Y si no lo hay, no sé, se podrá hacer una re-reelección (se ríe de la ocurrencia). Pero el reglamento establece que tiene que haber otro. Además, él necesita un poco de descanso. Pero habría que rezar mucho al Espíritu Santo para que suscite un nuevo superior general que pueda hacerse cargo de la congregación.
Del lejano Oriente
Ignacio Peries Kurukulasuriya nació en Sri Lanka, ex Ceylan, en el sur de Asia, el 11 de octubre de 1950.
Pero los estudios religiosos los realizó en Gran Bretaña. Se ordenó sacerdote católico el 29 de julio de 1979, en Gales.
En esos años de formación, vivió en Londres, acogido por un matrimonio polaco, que lo acompañó durante sus años de formación sacerdotal.
En 1979, después de ordenado, fue enviado en misión a la Argentina, al pueblo de Tancacha, en Córdoba.
No estuvo mucho tiempo allí. En diciembre de 1979, el mismo año que llegó a Argentina, fue enviado a Rosario, desde donde llegó a Paraná el martes 24 de abril de 2013, para realizar una misa multitudinaria, reuniendo a 40 mil personas frente a la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús.
Fue la primera salida de su parroquia Natividad del Señor, de Rosario.
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