Mientras las pymes juntan impotencia en grupos de Whatsapp, Copal, Ledesma, Techint y Arcor traban las críticas públicas al Gobierno y les temen a los escraches.
Por Leandro Renou.
En el marco de la crisis histórica que viven las fábricas por el ajuste del gobierno de Javier Milei, en la Unión Industrial Argentina (UIA) se dispuso, según supo Página/12, un singular pacto de silencio y de censura a los empresarios críticos que, comandado por los gigantes fabriles como Techint, Ledesma y las alimenticias, busca evitar pronunciamientos contrarios al gobierno. Sin potencia pública, algunas pymes resisten y empezó una rebelión precaria de los que se ven al borde de la quiebra en muy poco tiempo. Pero, por ahora, los grandes ganan la pulseada, mientras la recesión derrumba, también, a esos gigantes.
Villa Constitución, la ciudad santafecina que fue el inicio de varios focos de malestar industrial en los períodos de crisis, volvió a encenderse ante recesión auto gestionada del Gobierno de Milei. El cierre de la siderúrgica Acindar por caída de la demanda, que iba a ser por un mes, está siendo reanalizado por sus dueños. Para la multinacional Arcelor Mittal, el parate podría extenderse a más semanas y ya está pegando en las empresas de servicios y abastecimiento que trabajan en las localidades cercanas a las plantas de la firma.
El caso, que parecía aislado, empieza a expandirse como una mancha de aceite. Fuentes cercanas a la operación de Aluar -propiedad de la familia Madanes Quintanilla-, el otro gigante del acero, confiaron a este diario que, en febrero, la venta de metales primarios en el mercado interno se desplomó 85 por ciento. Pocas veces la UIA vio cifras semejantes en tan poco tiempo, y ya tocando todos los rubros posibles, incluido alimentos. El colapso, admiten en la entidad, ya es algo peor de lo que las chimeneas vivieron durante la pandemia de la Covid-19.
En este contexto, los que por afinidad ideológica empujan al silencio son la mayoría de las empresas nucleadas en la Coordinadora de Productores de Alimentos (Copal), la azucarera Ledesma, Techint y una parte de los alineados con la "T" que conducen la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA). Regionalmente, además, los que más piden bancar al Gobierno de Javier Milei son los popes de la Unión Industrial de Córdoba (UIC), donde manda Arcor. En la otra esquina, juntan bronca y, aunque no tienen poder para imponerse en la pulseada, empieza a haber un ruido subterráneo entre las pymes, muchas en situación de riesgo salarial y de puestos de trabajo.
Los textiles, algunas cámaras del interior, los madereros y hasta los metalúrgicos de ADIMRA pelean en grupos de Whatsapp internos y con comunicados individuales, marcando la situación de crisis. Pero por ahora son derrotados: el fin de semana pasado, un día después del pedido de Pacto del 25 de Mayo que hizo Milei en la apertura de sesiones del Congreso, los gigantes elaboraron un comunicado de apoyo de la UIA al gobierno, que ignoró el pedido de disidentes de marcar la crisis fabril que se está dando por el ajuste libertario. Hay un dato que, de no ser real, sería simpático: cuando uno de los pymes preguntó a la cúpula por qué no salían más fuerte a criticar al Gobierno, le contestaron que "hay temor institucional" a los escraches públicos de la Casa Rosada. Inédito.
Liberales desde la cuna
Lo de Copal es particularmente ideológico, pero no es nuevo en la historia corta. El sector es uno de los que más padece el combo caída del consumo y baja de la producción. Una cervecera de las grandes y la firma Coca Cola le mostraron hace unos días al ministro de Economía, Luis Caputo, desplomes de hasta 40 por ciento en las ventas. "No tuvimos verano", le dijeron, en alusión a lo magra que fue la temporada más fuerte de ventas. En consecuencia, se está derrumbando más de 6 puntos la producción de alimentos general. Una escena que es una excepción.
A decir verdad y mirando para atrás, la Copal -que también conduce el presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja- siempre jugó con los liberales: en 2003, tras la asunción de Néstor Kirchner y el inicio del despegue industrial, se enfrentaron fuerte al gobierno diciendo que los números eran "un veranito". Pero había algunos matices y diferencias, contrapesos que permitían que los industriales críticos, en esos años, se expresaran.
Por aquel entonces, Alberto Álvarez Gaiani, de Copal, presidía la UIA, y chocó de frente con el ex ministro Roberto Lavagna, quien lo cruzó diciendo que a Gaiani lo asesoraban economistas de la convertibilidad, por su afinidad con la gestión saliente. "La economía está creciendo al 5 por año, eso no es un veranito", agregó. Por ese affaire durante el Gobierno de Kirchner, la misma UIA emitió un comunicado contra los dichos de su presidente, Gaiani. La otra diferencia con el escenario actual es que, en ese momento, no sólo Techint bancó, en la elección interna, al textil Guillermo Gotelli contra Gaiani; sino que además Roberto Rocca, el padre de Paolo, lideraba una Techint que había decidido acompañar la política fabril del inicio del kirchnerismo. Hoy, la T juega al revés. Quizás sea porque la movida de Milei de alineamiento con los Estados Unidos le sirva para restarle peso a su competidor nato en tubos sin costura, la industria de la China.
Esta semana, de hecho, Paolo mandó a sus laderos, David Uriburu, vice de UIA, y Martín Berardi, de Ternium, a cerrar filas con el gobierno en la cena de apertura de Expo Agro, donde mientras llueven los números rojos para la industria, les dieron a los funcionarios su apoyo "incondicional". La sorpresa es que allí hubo un refuerzo para las filas de Techint: volvió a aparecer Luis Betnaza, histórico vice de UIA y uno de los "retirados" que Rocca considera claves en su esquema de redes políticas.
Esta semana, la Asociación de Concesionarios de Autos (ACARA), reportó un derrumbe de ventas superior al 20 por ciento, que ya se siente en las terminales, muchas alojadas en Córdoba. Esta misma semana, la UIA de esa provincia emitió un comunicado bancando a Milei al que tituló, poéticamente, "En tiempos de encuentros para una nueva Argentina". El texto asegura que "la UIC desea expresar su total apoyo a la propuesta del Gobierno Nacional sobre la firma del Pacto del 25 de Mayo, un acuerdo social necesario al que debemos adherir toda la sociedad y quienes nos representan. Creemos que esta iniciativa marca un nuevo comienzo para una Argentina que viene de décadas de decadencia social, económica y de falta de valores". Y corona, entre otras líneas, diciendo que "consideramos que es fundamental trabajar en conjunto con el gobierno nacional, las provincias y el poder legislativo, para impulsar el crecimiento económico, la creación de empleo y el crecimiento de la industria en nuestra región para lograr un desarrollo sostenible y equitativo. Este acuerdo y las reformas estructurales que se proponen son un paso importante en la dirección correcta y estamos comprometidos a colaborar en su implementación". No hay en el documento ni una frase referente, al menos, a la necesidad de salir de esta pandemia fabril.
La bronca es subterránea
La reacción de los críticos se da, por ahora, en catarsis de Whatsapp. No son pocos que, a la luz de los hechos, observan que cuando Techint y los gigantes operaron contra la candidatura de José "Vasco" De Mendiguren en la última elección la movida fue, precisamente, para consagrar el poder de los gigantes corriendo al único cuadro que, en público, podía transmitir la crisis futura con impacto comunicacional real.
Este diario accedió a conversaciones que se dieron entre pymes, de las cuales se resguarda identidad. "Hay que salir a bancar a la industria nacional, no sirven los informes", escribió un Ceo, en referencia a la encuesta de la UIA en la que buena parte de los empresarios ven un futuro muy complejo.
Otro jugó más fuerte y reclamó que "mientras nuestra entidad no se manifieste, de nada sirve circular información". También pidió llevarle a la gente común el mensaje sobre lo que está pasando, "porque eso se va a empezar a ver en caída de empleo".
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