Lo dijo el padre de Cristian Puleo, enterado de que no hallaron drogas en la segunda prueba de laboratorio en Buenos Aires. Esto contradice las versiones de 9 jóvenes.
El rugbier Cristian Puleo no había consumido drogas de ninguna clase antes de morir en una finca de Maipú, en una reunión con amigos, el 9 de noviembre de 2013. Así lo revela la conclusión de la segunda serie de estudios químicos realizados a modo de contraprueba en el Laboratorio de Toxicología y Química Legal del Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial de la Nación, a pedido del Cuerpo Médico Forense local, donde se hicieron los primeros estudios.
La frase “No se ha registrado la presencia de compuestos o elementos de importancia toxicológica” aparece cinco veces en el documento oficial fechado en Buenos Aires el 10 de junio, firmado por los profesionales en Ciencias Químicas y en Medicina Mario Raúl García y Ana María Perkins de Piacentino, e incorporado durante las últimas horas al expediente, cuya instrucción está a cargo de la fiscal Susana Muscianisi.
Los especialistas trabajaron aplicando diversas técnicas sobre muestras de sangre, de bilis, de orina, de líquido pericárdico y de contenido estomacal. En esta última materia orgánica detectaron una baja cantidad alcohol etílico: 0,75 gramos por litro. Pero nada de drogas.
Para la familia y su abogado, el resultado de este peritaje, considerado de lo más confiable en todo el país, echa por tierra la afirmación de los nueve amigos que estuvieron con Puleo aquel anochecer y que en sede judicial declararon -algunos de ellos en dos oportunidades- que el deportista había consumido LSD y que esa droga le provocó una gran descompensación previa al fallecimiento.
Ahora, la pesquisa está orientada a determinar qué hicieron los amigos de Puleo por su salud durante la emergencia, especialmente desde que comenzó a pedir auxilio -en esto también coincidieron en la Justicia- hasta que la médica de guardia del SEC Verónica Palavecino llegó al lugar de la tragedia. Esto sucedió “entre dos y tres horas después de que mi hijo falleció. Así lo ha declarado la médica en base al rigor mortis (rigidez) y a otros indicios que presentaba el cuerpo”, dijo a UNO Miguel Puleo, padre del rugbier, en la casa familiar de Chacras de Coria. “Estábamos seguros de que Cristian no había consumido drogas. Antes de hablar decidimos esperar el resultado de esta contraprueba. Como en noviembre, otra vez se demostró que no ingirió LSD, como dijeron los amigos. Ahora, que digan la verdad”.
El estudio clave
La contraprueba se realizó en Buenos Aires a pedido de Raquel Fernández, jefa del Laboratorio de Toxicología del Cuerpo Médico Forense de Mendoza. Los análisis realizados por este organismo días antes habían detectado una cantidad de marihuana que difícilmente causara la descompensación previa al deceso por broncoaspiración, como indicó la necropsia. Pero no detectaron el LSD mencionado por los testigos ni el alcohol descubierto en Mendoza.
Por nota fechada el 29 de noviembre, Fernández le pidió al director del Cuerpo Médico Forense de Mendoza, Gerardo Mazziotti, el envío a Buenos Aires de muestras orgánicas extraídas del cuerpo de Puleo para ser analizadas “en un centro con vasta experiencia” en ciertas técnicas de detección de ciertas drogas.
No porque aquí no supieran hacerlo, de hecho lo lograron por primera vez con este caso, sino porque, según la profesional firmante, “es importante tener una segunda búsqueda de tóxicos con una institución de larga trayectoria y con instrumental más sensible y a su vez con un mantenimiento que le permite trabajar con límites de detección menores a los nuestros”.
Cinco frascos numerados se enviaron a Buenos Aires conteniendo sangre, orina, líquido pericárdico, bilis y material gástrico.
Además de la no existencia de drogas se concluyó que tampoco se hallaron venenos, lo que permitió descartar la hipótesis de que el deportista hubiese muerto envenenado con algún compuesto.
Para aplicar la técnica de análisis denominada ensayo por cromatografía gaseosa se utilizó un equipo más confiable que el de Mendoza. La misma Fernández se lo anticipó al titular del Cuerpo Médico Forense: “Nuestro equipo de cromatografía gaseosa está funcionando, pero no se le han hecho los servicios técnicos y capacitaciones del personal correspondientes, y esto puede repercutir en la calidad y cantidad (sensibilidad) de drogas halladas, otro motivo por lo que se pide asistencia diagnóstica”.
La fiscal
Susana Muscianisi. Con competencia en causas de Luján y Maipú, tiene a su cargo la investigación penal abierta por la muerte de Puleo, que ahora está centrada en los actos de sus amigos. En breve escuchará uno de éstos y al casero.
La madre: “Lo de la droga fue una excusa para tapar lo que hicieron”
Cae la noche y el aire helado de Chacras hace de las suyas. Miguel Puleo, el jefe de la familia, constructor de profesión, se frota las manos para darse calor e invita a entrar a la casa. Giovanna, la esposa, y Víctor, el hijo mayor, se suman.
Ella sirve café y se sienta en el lugar que Cristian ocupó en cada desayuno, en cada almuerzo y en cada cena hasta ese último atardecer.
Víctor come una manzana verde. Habla fuerte. Está dolido. Indignado. Igual que sus padres. Todos están tristes. Se les nota en la mirada.
Cristian está presente durante toda la reunión: en fotos, en anécdotas gratas y de las otras, en el orgullo familiar, en una imagen que lo muestra jugando al rugby y en otra en la que está de pie junto a la heladera, y que al mirarla registra, además, un par de sombras, de figuras que podrían ser la Virgen y Cristo. O no.
“Lo de la droga fue una excusa para tapar lo que hicieron”, dice Giovanna de los que estaban con su hijo.
“Todos dijeron que había consumido droga pero mi hijo no tenía nada. Quiero limpiar el daño que nos hicieron, quiero que digan la verdad, que dejen de mentir”, agrega Miguel. Y sigue: “Todos dijeron que Cristian pidió auxilio porque se sentía mal”.
“En la Justicia uno declaró que lo quisieron aguantar lo más posible pero que se les fue de las manos. Que si todo pasaba se evitarían que los cagaran a pedos. Me hubieran llamado, lo hubiera cargado en el auto y llevado a un hospital. En una de ésas le salvaba la vida a mi hermano”, añade Víctor.
En qué situación murió
“Cristian tuvo un calambre, una indigestión que le provocó la descompensación y el broncoespasmo. En la autopsia se vio que no había hecho la digestión del almuerzo. Pienso que ellos tampoco estaban drogados porque el chico que llamó al 911 habló claro y le dijo al operador lo que pasaba. Hasta declaró que le dijeron que lo llevaran al hospital”, dice su familia.
Para los Puleo, “la verdad sólo la saben los chicos que estaban con Cristian, todos amigos hace 13 años: Gonzalo Ruiz Gei, Timoteo López Frugoni, Máximo Greco, Julián Muñiz, Julián Matas, Ignacio Donadío, Agustín Cocucci, Lucas Haddad y Lucas Valdez. El casero es Alberto Castillo”.
“Estaba rígido, no podíamos doblarlo para levantarlo. La mayoría de los chicos se escondió y el abogado de los dueños de casa, que ya estaba ahí, dijo que murió por drogas. A mí no se me hubiera ocurrido ir con un abogado”, cierra Miguel.
La querella busca saber qué pasó en la finca
“En primer lugar, el objetivo de esta querella es poder determinar que sucedió durante la tarde- noche del 8 noviembre pasado y, eventualmente, determinar si hay responsables penales por la muerte de Cristian Puleo. Teniendo en cuenta que esta causa se encuentra en plena etapa de investigación y de producción de pruebas, considero inopor tuno adelantar cualquier opinión”.
Así habló el abogado Jorge Caloiro, quien representa a la familia Puleo en este proceso judicial que desde el primer momento está caratulado como “averiguación muerte”.
Según establece la ley, el rol de querellante les permite -en este caso a los familiares del rugbier y al letrado- participar activamente en todas las instancias legales, lo que incluye la asistencia a todas las audiencias y declaraciones y el aporte de pruebas.
Pesquisa
Pruebas y labor judicial. Puleo cuenta que testigos de la muerte le dijeron que quemaron el sobrante de LSD por lo cual no quedaron pruebas de la existencia de esa sustancia. Y asegura que están “tranquilos con el trabajo de la fiscal y del abogado Jorge Caloiro. Esta causa no es de los poderosos ni está olvidada. Se trabaja todos los días”.
El caso
La muerte. Apenas sucedió el hecho, los amigos declararon que se reunieron para comer un asado, que todos consumieron LSD y que Cristian se descompensó y murió.
Presencia. La mayoría de los asistentes tiene 21 años. Dijeron que Cristian compró la droga. Según el padre, esa versión “es lógica: mi hijo no puede decir nada: ya está muerto”.
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