Con campañas electorales adelantadas, la oposición usará el nuevo año para acomodar sus internas, plantear objetivos que enamoren e incluir a todos los que quedaron fuera de la gran mesa de conducción. Será clave la aparición de uno o varios liderazgos en torno a los cuales construir, cosa que algunos extrañan.
Si el 2021 fue el año de la ampliación y el mantenimiento de la unidad, el 2022 verá a Juntos por el Cambio con la difícil tarea de encontrar a la(s) persona(s) indicada(s) para conducir el armado. La alianza no sólo tendrá que resolver algunas internas recientes, también deberá acomodar la estrategia en el Congreso de la Nación después de dos duros reveses, buscar uno o varios liderazgos claros que comanden el gran globo opositor y, sobre todo, construir objetivos. La irrupción del grito radical por más protagonismo, la ausencia de Mauricio Macri y el buen resultado electoral derivaron en un gran menú de opciones para el 2023 y una fuerte atomización en las tareas de construcción. Cada uno lleva agua para su molino y habrá que ver hasta qué punto una gran PASO puede ayudar a acomodar las fichas o exacerbar más los ánimos.
Antes del 2015, la construcción del PRO se basó en hacer crecer la figura de Mauricio Macri para llegar a la jefatura porteña y, más tarde, a la Presidencia. Todo se desarrolló en torno a su nombre. Luego, con el nacimiento de Juntos por el Cambio se sumó una UCR menos compacta y fuerte que la actual, tanto que ayudó a la victoria amarilla pero no logró espacios de poder. En el pasado más reciente, la oposición logró encaminar una unidad más sólida durante la pandemia, algo que pudo mantener con las mil y una PASO realizadas en 2021, donde el radicalismo mostró músculo y volvió a aparecer como protagonista. Después de eso, todo incógnita y desafío.
La elección del 2021 no sólo envalentonó a la oposición sino que generó muchos candidatos que empezarán con campañas anticipadas durante el 2022 pero con un inconveniente. Ninguno logró generar lo que generó Macri, que ya no está para ordenar el espacio opositor. Este año todos recorrerán el país, en caso de figuras presidenciables como Horacio Rodríguez Larreta, Facundo Manes, Gerardo Morales, Alfredo Cornejo o Patricia Bullrich, otros irán por sus provincias pero cada uno hará la suya. Buscarán sus votos, fidelizarán a su núcleo, conseguirán fiscales y se instalarán. Ninguno irá detrás de un solo nombre, ninguno empujará la postulación del otro al menos hasta que sea necesario, momento en que el pacto será por conveniencia más que por convicciones y puede generar sorpresas.
En ese mundo interno alborotado, el 2022 servirá para intentar ordenar y generar una lógica que vaya más allá de la unidad por la unidad. Con las últimas elecciones, se dieron cuenta que juntos son mejores que separados y que pueden ser un contrapeso importante para el peronismo. Pero ese incentivo no durará para siempre y se volvió necesario darle un horizonte más profundo, de contenido. Actualmente, por ejemplo, la tentación de recibir beneficios por dar el quórum en el Congreso o facilitar alguna ley se convirtió en un factor fuerte, incluso mayor a las certezas que pudieran dar Bullrich, Larreta o Morales. Nadie conduce, cada uno - en todos los niveles - hace lo que necesita, lo que lo favorece.
Por eso, más allá de recorridas de campaña que harán Larreta, Diego Santilli y María Eugenia Vidal para impulsar al PRO, o las que pueden hacer Facundo Manes y Gerardo Morales, hoy de gira por la costa, para instalar al radicalismo, el gran desafío será el orden. En el Congreso, ya se vio que la fragmentación extrema y la falta de coordinación son casi imposibles de manejar con certeza. La reunificación del bloque de la UCR en Diputados será una de las primeras batallas a dar en el arranque del año, algo que también ayudará a definir la conducción del interbloque. Dos temas pendientes a resolver antes de marzo.
Más o menos durante el mismo lapso de tiempo, la alianza formará mesas de conducción federales, locales en cada una de las provincias, de asesorías y un reglamento interno para intentar resolver aquellos problemas menores que, por falta de un ordenamiento, terminan en batallas públicas. En ese gran armado, algo quedó en claro. Los espacios más importantes de la oposición son el PRO, la UCR, la Coalición Cívica y el Peronismo Republicano, los cuatro con una silla asegurada. El resto, aliados necesarios.
En ese universo, el radicalismo buscará tener más peso del que tiene en la actualidad. De recorrida por Mar del Plata, Morales analizó que la oposición tiene el desafío de avanzar en la elaboración de un plan de gobierno de corte federal, con miras a las elecciones del 2023, y entendió que el objetivo será "demostrar que podemos hacer las cosas mejor de lo que hicimos”, ya que “muchas cosas se hicieron mal entre 2015 y 2019”, entre ellas la operación de funcionarios macristas en contra de dirigentes sindicales, situación a la que calificó de "inaceptable". "No estoy de acuerdo, estuvo mal", sostuvo varios días después de desatado el escándalo que involucra a la gestión de Vidal.
En el día a día, en tanto, la oposición ya demostró que buscará oponerse y trabar el funcionamiento del Congreso por todos los medios posibles. Por ejemplo, los diputados decidieron rechazar en el recinto - por primera vez desde la vuelta de la democracia - el Presupuesto, propusieron el debate de Bienes Personales pero no pudieron garantizar ni el quórum y votaron en contra de las modificaciones hechas por el oficialismo. Una estrategia que buscaron replicar en el Senado con algunos problemas de estrategia. La alianza no bajó al recinto para habilitar el debate, algo que pudo hacer el Frente de Todos por sí mismo, pidió anular la sesión porque el quórum se consiguió a los 39 minutos y no a los 30 pero el Gobierno avaló la sesión mediante una moción de orden que podría no haber tenido ese efecto si Juntos por el Cambio estaba en sus bancas para rechazarla. Cuestiones que habrá que afinar. Organización y unidad. Las palabras mágicas.
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