Profundizó esa faceta en las últimas semanas, a medida que Montenegro también tomaba distancia de las políticas bonaerenses. Sabe que la gran batalla con el kirchnerismo será en la provincia.
Por: Ramiro Melucci.
Pedidos al gobernador para que envíe fondos comprometidos, solicitudes de precisiones sobre obras anunciadas para Mar del Plata, críticas a los hospitales de gestión provincial y hasta advertencias sobre un “adoctrinamiento” en las escuelas bonaerenses. Los últimos embates del bloque oficialista del Concejo Deliberante evidencian que el rol primario de la bancada (el impulso a los proyectos oficiales y la defensa de la gestión municipal y el intendente) empieza a combinarse cada vez más con otro, asimilable al de la oposición a Axel Kicillof.
Ese perfil, que siempre estuvo menos visible, comenzó a adquirir mayor nitidez a partir del protagonismo que tomó el intendente Guillermo Montenegro en el concierto provincial, logrado, entre otras cosas, con cuestionamientos al kirchnerismo y a políticas promovidas por el gobernador, como la del control de precios para combatir la inflación.
No debería omitirse la presencia del ex coordinador de gabinete y hombre de confianza de Montenegro, Alejandro Rabinovich, en el Senado bonaerense. Hay un indudable aporte suyo en los textos de cada pedido de informe presentado en el Concejo que tienen como destinatario al gobernador, firmado casi siempre por concejales del bloque Vamos Juntos, que comanda el PRO.
El escenario político ayuda a explicar esta tendencia. Con el enfrentamiento que se desató en el Gobierno nacional entre albertistas y cristinistas por acuerdo con el FMI (y todo lo que eso podría implicar el año próximo en términos electorales), el Frente de Todos busca revitalizarse desde la provincia de Buenos Aires. En donde el diputado nacional y presidente del Partido Justicialista bonaerense, Máximo Kirchner, y el titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Sergio Massa, hacen sus mejores apuestas. Y donde las negociaciones por las candidaturas podrían derivar en la decisión de que Kicillof vaya por la reelección.
Desde el primero al último militante de Juntos por el Cambio sabe que lo que ocurra en territorio bonaerense será vital para las posibilidades de que esa coalición vuelva al gobierno. Por eso no son casuales los movimientos del bloque más afín a Montenegro.
Hace dos semanas, el presidente de la bancada, Agustín Neme, reclamó con tono crítico el envío a Mar del Plata de las partidas del Fondo de Infraestructura Municipal (FIM). Recordó que antes del 31 de marzo debieron haber llegado los anticipos. El último martes, finalmente, Kicillof activó el fondo. Serán $ 588 millones para obras de bacheo, pavimentación y construcción de cordón cuneta; instalación de luminarias LED en avenidas, la ampliación de la secundaria municipal 204 y de la Escuela de Formación Profesional N° 3 y la reparación del hogar de adultos mayores Eva Perón.
Neme remarcó que las transferencias de los gobiernos provincial y nacional estuvieron “$ 1582 millones por debajo de lo presupuestado”.
El mismo concejal impulsó la semana pasada un pedido de informes sobre la obra de la circunvalación, anticipada en enero por Kicillof y la titular de Anses, Fernanda Raverta, y confirmada por el gobernador en la apertura de sesiones de la Legislatura bonaerense. El texto advierte que no hay novedades sobre la licitación para el primer tramo de la obra y le reclama precisiones al ministro de Infraestructura, Leonardo Nardini.
Las últimas dos sesiones también ilustran sobre la estrategia. Tras una cuestión previa en la que los concejales del Frente de Todos cuestionaron la atención en los centros de salud municipales, el oficialismo doméstico (en este caso con una mayor impronta del radicalismo) contraatacó con críticas al Hospital Interzonal y el Materno Infantil.
Guillermo Volponi, otro de los concejales del PRO, introdujo el debate sobre el presunto “adoctrinamiento” en las escuelas provinciales. Aludió a la entrega de un cuadernillo “con contenido tendencioso y partidario” a propósito de los 45 años de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Disparaba contra Suteba (gremio en el que Roberto Baradel acaba de revalidar su liderazgo con más del 80% de los votos), pero al mismo tiempo hacía corresponsable a la Dirección General de Cultura y Educación.
No es todo. Por estos días el oficialismo vernáculo defiende en el Concejo las rendiciones de cuentas del año pasado. Neme, que calificó al 2021 como un año “realmente complejo” por la pandemia y la inflación, remarcó que las transferencias de capital de los gobiernos provincial y nacional estuvieron “$ 1582 millones por debajo de lo presupuestado”.
Sívori resumió la visión del kirchnerismo sobre la actualidad local: “Hay muchísimas necesidades y una gestión lenta”.
El oficialismo local se convierte, así, en la contraparte exacta del bloque del Frente de Todos, cuyo doble rol siempre estuvo más marcado: tan crítico de las políticas de Montenegro como laudatorio de Kicillof.
De allí, por caso, la definición de Virginia Sívori sobre las rendiciones de cuentas municipales (“un rosario de excusas de lo pendiente”), la evaluación kirchnerista de la actualidad local (“hay muchísimas necesidades y una gestión lenta”) y la valoración de los “casi $ 600 millones de obras para la ciudad” que destinará el gobierno bonaerense a través del FIM. O el pedido de Roberto Páez para que la Secretaría de Seguridad municipal detalle qué va a hacer con los cerca de $ 70 millones del Fondo de Fortalecimiento de Seguridad aportado por la Provincia.
Instantáneas, en fin, de lo que de aquí a las elecciones del año próximo habrá que esperar de la dirigencia local: un fuerte debate sobre el municipio y el gobierno de Montenegro, pero también una disputa tan o más encendida sobre las políticas que se aplican en la decisiva provincia de Buenos Aires y la colaboración que Kicillof haga para que la realidad mejore.
Comentá la nota