El sindicato municipal empezó a desplegar su plan de lucha, basado en la exposición de deficiencias. En el Concejo también mutan las voces contra el intendente, que no dudó en anunciar su objetivo bonaerense.
Por Ramiro Melucci.
Una costumbre de más de cuatro años ubica al kirchnerismo como principal opositor al gobierno de Guillermo Montenegro. Pero la semana pasada se produjo una particularidad: las críticas más ácidas no partieron del bloque K. El Sindicato de Trabajadores Municipales (STM), Acción Marplatense y el bloque libertario pegaron con mayor ahínco. Probablemente un puñado de días no alcance para marcar una reconfiguración de la oposición, pero sí para identificar el surgimiento de un nuevo actor y las intenciones de otros.
Como en los años de Carlos Arroyo, el sindicato de Antonio Gilardi se empieza a erigir en un verdadero adversario de la gestión. Hace semanas que la discusión que mantiene con el intendente dejó de ser meramente salarial. El plan de lucha que puso en marcha después de que Montenegro cerrara la paritaria por decreto establece un nuevo punto de quiebre en la relación con el gobierno local.
En solo una semana el gremio difundió otros dos videos sobre la “falta de gestión” (uno vinculado a la salud y otro sobre la maquinaria del Emvial), lanzó acusaciones contra Montenegro y mostró su descontento en las afueras del Polideportivo, donde se desarrolla el torneo internacional de pádel. También reivindicó el convenio colectivo de trabajo consensuado con la gestión de Arroyo, que la delegación local del Ministerio de Trabajo bonaerense acaba de enviar para su discusión al Concejo Deliberante.
El gremio exhibió, de todos modos, una moderación en el tono de sus cuestionamientos que da crédito a su explicación de que la consigna “a matar o morir” persiguió el efecto de una arenga deportiva y no de una amenaza. El secretario general admitió que no fue la frase “ideal”, pero estuvo lejos de la autocrítica que se imponía necesaria para mostrar ese compromiso con la paz social que, según el gremio, Montenegro es el único que no tiene. Tal vez tampoco colaboren expresiones como la del secretario adjunto, Daniel Zacarías, que dio a entender que el gobierno de Montenegro podría terminar mucho antes de lo previsto.
Como en los años de Carlos Arroyo, el sindicato de Antonio Gilardi se empieza a erigir en un verdadero adversario de la gestión
El gremio también transmitió su explicación política del conflicto. Mencionó que el intendente creó “un enemigo” para culparlo “de la falta de gestión” y usarlo como una maniobra de distracción ante “la falta de servicios”. Y agregó: “Se crea un escenario en la política y en los medios nacionales para preparar su salida de la ciudad”. Cerca de Montenegro sostienen que es al revés: que el que busca ese propósito con ayuda de un sector político es el gremio.
La estrategia de denostar la gestión surge a partir de la falta de la principal herramienta que todo sindicato tiene para mostrar su malhumor: el paro. En otro contexto ya hubiera convocado a una medida de fuerza, pero el descuento de los días no trabajados abre un interrogante sobre la contundencia que podría tener. En el municipio ilustran con los paros docentes: el del 4 de abril tuvo una adhesión del 80% en las escuelas municipales, mientras que el del último jueves llegó, de acuerdo con estimaciones del gobierno, a un promedio del 50%.
La profundización de los cuestionamientos del sindicato coincidió con el tratamiento de la rendición de cuentas en el Concejo. Allí donde también hubo una dura evaluación opositora de la administración de Montenegro. Entre tecnicista y coloquial, Eva Ayala, de Acción Marplatense, la consideró una combinación de déficit con humo. Cecilia Martínez, del bloque libertario, disparó que la situación “es calamitosa en varios entes y secretarías”.
El paro del 4 de abril tuvo una adhesión del 80% en las escuelas municipales, mientras que el del último jueves promedió el 50%
La pétrea postura de ambos bloques muestra ciertos movimientos en el mapa político. El que responde a Gustavo Pulti venía de ser un opositor colaborativo en los primeros años de Montenegro. Mientras sus concejales eran clave para la aprobación de los presupuestos, a Montenegro no le faltó ninguno. Pero luego llegó a un acuerdo electoral con Fernanda Raverta, después cambió la composición del Concejo (que le sacó a Acción Marplatense su rol clave) y ahora muestra su dosis de kicillofismo en sangre mientras el gobernador libra una guerra fría con La Cámpora. Una concatenación de acontecimientos que llevan al bloque de Acción Marplatense a ubicarse más lejos que nunca del intendente.
La bancada libertaria, en cambio, aprovecha la falta de una orden en contrario para mantenerse ajena a la gestión local. Pero volvió a hacer excepciones. A la del Ente Municipal de Vialidad (Emvial), conducido por el sector del PRO más afín, le sumó la del Ente de Turismo y Cultura (Emturyc), un gesto para atraer a las fuerzas del cielo a dirigentes de la Coalición Cívica.
El intendente Guillermo Montenegro, el viernes, en la conferencia de prensa en el COM.
La otra gran novedad de la semana se evidenció en la conferencia de prensa del viernes en el Centro de Monitoreo. El intendente dedicó una gran cantidad de minutos a enumerar sus quejas contra la gestión bonaerense. Subrayó, sobre todo, su rechazo al cambio en la ley de indemnizaciones, con media sanción en Diputados. Por el incremento que supone, dijo que nadie se va a animar a invertir y que destroza el empleo nuevo. “Nosotros vamos para un lado y la Provincia para el otro”, resumió con acento en su “apoyo al privado”.
Pero más sorprendió su decisión de revelar con anticipación que su objetivo electoral para 2027 está centrado en la provincia de Buenos Aires. Palabras más, palabras menos, dijo que todos los que no piensan como Axel Kicillof deben estar juntos. Incluye a las porciones desperdigadas del viejo Juntos por el Cambio y a La Libertad Avanza.
Sucedió en la misma semana en que Mauricio Macri ejecutó una jugada de ajedrez para desplazar a los alfiles de Patricia Bullrich del PRO bonaerense: 24 de los 33 miembros del Consejo Directivo renunciaron y dejaron acéfala la estructura para forzar la salida de la presidenta, Daniela Reich, y reemplazarla con el diputado nacional Cristian Ritondo.
Sobre esa trama de tensiones partidarias que marcarían distintas formas de acercarse a Javier Milei le preguntaron a Montenegro cuando él, en lugar de adentrarse y describirla, envió el mensaje de que lo fundamental es unirse contra Kicillof. “Porque en el PRO –explicaron sin pruritos en su entorno– mileístas ya somos todos”.
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