Pese al renunciamiento de Macri, sigue sin resolverse la interna porteña y bonaerense. El bullrichismo y la UCR disidente, unidos en la fórmula Losada-Angelini en Santa Fe. El jefe de Gobierno suma más peronistas. Espert frenaría el voto a Milei
Por Ricardo Carpena
Pasó una semana desde el renunciamiento de Mauricio Macri, pero por ahora en las filas del PRO no hubo gestos similares ni efecto dominó alguno: el escenario de pelea descarnada se mantiene intacto sin que nadie retroceda un milímetro. Lo más parecido a una señal de pacificación fue la reunión de los máximos líderes del partido, revelada por Infobae, que se hizo este sábado en Olivos.
Sin embargo, casi con una inspiración borgeana, el encuentro no fue por amor sino por el espanto a un agravamiento de la crisis económica. Hasta tal punto, que Macri, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal, los mismos protagonistas de las tensiones que mantienen en vilo a la oposición (y a la gente que los visualiza como una solución a la crisis) insólitamente no hablaron sobre las peleas a todo o nada que entablaron en dos distritos clave como el porteño y el bonaerense. Tampoco pactaron ninguna tregua ni fijaron reglas de juego para no pegarse por debajo del cinturón. Prefirieron concentrarse en escuchar un informe de sus economistas acerca de cómo riesgosamente crecen el gasto público, la emisión monetaria, la falta de reservas y la inflación.
Quizá sea un reflejo de que están sintonizando la misma frecuencia que la mayor parte de la población, cansada de las disputas de los políticos y, sobre todo, de la falta de solución a sus problemas que ya llevan demasiadas décadas. Pero falta que el gesto de Macri contagie a los propios y ayude a terminar con una disputa virulenta que daña a toda la oposición (y beneficia a Javier Milei).
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El nacimiento del Grupo Malbec: Patricia Bullrich con Alfredo Cornejo, Facundo Manes, Rodolfo Suárez, Gustavo Valdés, Carolina Losada, Luis Naidenoff y Emilio Monzó, en la Fiesta de la Vendimia
Hasta ahora, lo que contagió el PRO a otros partidos de Juntos por el Cambio es el clima beligerante y de amenazas de rupturas. Como está sucediendo en el radicalismo, donde la puja Larreta-Bullrich dividió de hecho al partido. Del lado del jefe de Gobierno quedaron el jefe de la UCR, Gerardo Morales, y el senador nacional Martín Lousteau. Cerca de la titular del PRO, dirigentes como Alfredo Cornejo, Rodolfo Suárez, Carolina Losada y Luis Naidenoff, algunos de los miembros del denominado “Grupo Malbec” porque posaron con Bullrich en la foto de la Fiesta de la Vendimia.
Para avanzar en acuerdos electorales, en los que ambos partidos compartirán fórmulas cruzadas para la presidencia de la Nación, se le está complicando a Rodríguez Larreta. No tanto por Morales, quien lanzó su candidatura a la Casa Rosada con la sensación térmica de que quizá termine secundando al alcalde porteño, sino por Lousteau, a quien no puede desairarlo por la importancia estratégica de la UCR en Juntos por el Cambio en la ciudad, pero tampoco conformarlo: el jefe de Gobierno ratificó la semana pasada que habrá un solo candidato del PRO en la competencia de las PASO. Un guiño al ex presidente, empecinado en que ese postulante sea Jorge Macri y en que se bajen Fernán Quirós y Soledad Acuña (algo inevitable que el larretismo remitirá al veredicto de las encuestas para que la decisión no tenga el sabor de la derrota). Fue, a la vez, un mazazo para Lousteau, a quien la falta de un presidenciable de la UCR más competitivo lo perjudica ante Larreta y Bullrich.
Una solución para los larretistas y radicales sería aplicar el esquema del desdoblamiento concurrente, que implicaría que los porteños voten en dos urnas distintas, una para las categorías nacionales (presidente y diputados) y otra, las locales (jefe de Gobierno, legisladores y comuneros). Esa variante destrabaría el dilema de los políticos, pero sería toda una complicación para el ciudadano común. Quizá sin quererlo (¿o sí), el jefe de Gobierno sugirió otra salida para esta encerrona al mencionar a Lousteau entre sus posibles compañeros de fórmula. Eso implicaría un acuerdo con la UCR para que acepte a Jorge Macri como sucesor de Larreta. Algunos critican esa alternativa: “Sería una fórmula muy porteña”. Y otros la valoran: “También lo fue Macri-Gabriela Michetti en 2015 y ganaron″.
Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Martín Lousteau y Diego Santilli
Para Bullrich no hay tantos obstáculos. Aprovecha el clima de malestar que hay en un sector del radicalismo hacia Morales (tanto por su estilo autónomo como por la sospecha de que arreglará con Larreta) y así avanza en acuerdos con el Grupo Malbec que consolidarán una nueva alianza política en JxC. El primer resultado de esa afinidad podría derivar en una fórmula conjunta para la gobernación de Santa Fe entre la radical Carolina Losada y el vicepresidente del PRO nacional, Federico Angelini. Aún no está confirmado, aunque “está firme en un 99,9%”, admiten desde ambos sectores.
La jefa del PRO mostró una carta del mismo palo la semana pasada: dijo que su compañero de fórmula será un “radical del interior”. Ya comenzaron las especulaciones: podría ser el diputado Rodrigo de Loredo si no secunda a Luis Juez para disputar la gobernación de Córdoba o en caso de que tampoco aspire a competir por la intendencia de la capital provincial. Otros creen que el candidato a vicepresidente será un gobernador como Gustavo Valdés (Corrientes) o Rodolfo Suárez (Mendoza).
Sea como fuere, ese postulante para acompañar a Bullrich provendrá del Grupo Malbec, cuyos promotores están organizando otro encuentro para dentro de dos o tres semanas con la idea de consolidar un polo de poder dentro de la UCR que no responda a Morales. Aún lo están esperando a Facundo Manes, quien estuvo presente en la foto de la Fiesta de la Vendimia e incluso tuvo allí una charla a solas con la titular del PRO, que se produjo después de reunirse con Macri. Pero los radicales disidentes están desconcertados: tras el contacto en Mendoza, no dio señales de enrolarse en esta fracción y, además, lo dan como un aliado los peronistas “antigrieta” Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey. ¿Qué hará el neurocientífico? “Soy un outsider”, suele definirse a sí mismo.
Mauricio Macri, Carolina Losada y Federico Angelini, juntos en Rosario
La interna del PRO también precipitó divisiones en el liberalismo. Ricardo López Murphy, el diputado nacional de Republicanos Unidos, se perfilaba como candidato presidencial dentro de JxC para captar votos liberales, auspiciado por Rodríguez Larreta, pero pateó el tablero: decidió postularse a jefe de Gobierno porteño y sellar un acuerdo político con Bullrich. Sus socios de Republicanos Unidos estallaron de bronca: se quejan de que fueron decisiones inconsultas. “Se negocia como partido, no como individuo o camarilla”, disparó el dirigente Yamil Santoro contra López Murphy. El legislador porteño Roberto García Moritán era hasta entonces el candidato del espacio para suceder a Larreta.
En la vereda lopezmurphista repelen las críticas con dardos envenenados: resaltan que el que fogonea el malestar interno en Republicanos Unidos es el larretismo. “Ricardo siempre elogió a Patricia, así que es lógico que se unan”, afirman cerca del Bulldog. Y deslizan que hay dirigentes del partido liberal que son “funcionales” al alcalde porteño y les apuntan en particular a García Moritán y Santoro.
El pase de López Murphy desbarató la jugada de los estrategas larretistas de contar con su candidatura presidencial para quitarle votos a Milei en el electorado liberal. Por eso surgió una alternativa: postular al binomio José Luis Espert-García Moritán para buscar inserción en ese segmento. Bullrich sospecha que se trata de una maniobra de Larreta para sacarle votos.
Patricia Bullrich y Ricardo López Murphy
La idea de esa fórmula circula a paso firme entre los dirigentes de Juntos por el Cambio. Por algo Macri recibió hace dos semanas a Espert y a García Moritán, por separado. Pero el diputado de Avanza Libertad fue el que había tomado la iniciativa de sondear a la dirigencia de JxC sin expectativas personales, afirman en su entorno, y convencido como en 2021 de que el liberalismo debía competir en las PASO dentro del paraguas de la coalición opositora para armar un “megafrente” contra el kirchnerismo. Su expectativa es que Avanza Libertad se integre a la Mesa Nacional de JxC y que esa incorporación permita que las ideas liberales inspiren futuras medidas de gobierno. Cerca de Espert sugieren que, dentro de ese esquema, al economista le gustaría ser presidente del Banco Central.
El diputado liberal ya tuvo contactos con casi toda la dirigencia de Juntos por el Cambio, desde Macri, Larreta y Bullrich hasta Gerardo Morales y Miguel Angel Pichetto, pasando por Elisa Carrió, y prevé inminentes encuentros con Vidal y Margarita Stolbizer. Sus allegados aseguran que todos avalaron la idea de un “megafrente opositor”, aunque sabe que ahora lo ven con otros ojos porque en la principal fuerza opositora hay una obsesión: cómo frenar a Milei y quitarle votos cruciales.
Algunos dirigentes de JxC comenzaron a celebrar anticipadamente: en la primera encuesta de una consultora de primera línea tras el renunciamiento de Macri y con la hipótesis de Espert como candidato a presidente, surge que el voto a Milei baja 2 puntos cuando se suma al escenario de las PASO el diputado de Avanza Libertad, que obtuvo una proyección de 3 puntos aun sin haber confirmado su postulación ni lanzado su campaña. Así, con la figura de Espert, Juntos por el Cambio sube a 41 puntos y sin él lo deja en 39, mientras el Frente de Todos logra 33%. Es decir, el economista liberal pondría a la coalición opositora en posición de ganar en primera vuelta.
José Luis Espert y Roberto García Moritán, ¿la fórmula presidencial del liberalismo?
Esos datos podrían calmar el temor a Milei que existe en Juntos por el Cambio, pero no frenarán la temporada de pases y cambios de camiseta que se abrió en el PRO a partir del paso al costado de Macri. Bullrich consiguió impactar con la incorporación a sus filas del intendente de San Nicolás, Manuel Passaglia, una jugada en la que tuvo mucho que ver Sebastián García de Luca, el armador bonaerense del bullrichismo y dirigente alineado con el referente “antigrieta” Emilio Monzó.
El larretismo, que consideraba al jefe comunal como uno de los propios, quedó dolido: sus operadores comentan por lo bajo que la decisión obedeció a que Passaglia le pidió sin éxito a Larreta el Ministerio de Transporte si llegaba a la presidencia de la Nación. El intendente de San Nicolás, de un perfil muy alto luego de discutir en público con Axel Kicillof y haber hecho retroceder un bloqueo de Hugo Moyano en su ciudad, no fue el primero en tomar partido en la pelea del PRO: hace 15 días, su colega de Campana, Sebastián Abella, dijo públicamente que apoyaba el plan presidencial de Larreta.
Miguel Angel Pichetto, Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli
¿Habrá más definiciones tajantes de este tipo en los próximos días? En una suerte de contraataque, en el larretismo confirmaron que el jefe de Gobierno ya sumó a peronistas de la vieja guardia como Juan Carlos Romero y Miguel Angel Toma, figuras de Encuentro Republicano Federal, y que habría conversaciones similares con el líder de ese espacio, Miguel Angel Pichetto, y Ramón Puerta. Al ex compañero de fórmula de Macri en 2019 lo consideran casi un aliado desde que declaró: “Tenemos que unificar candidatos (en la provincia de Buenos Aires) y el que mejor mide es (Diego) Santilli”.
Aun así, el PRO no logra que el “efecto Macri” aclare el horizonte de la pelea bonaerense, en donde hay 5 candidatos a gobernador que centrifugan los esfuerzos de la oposición para ganar nuevamente en una provincia clave. Para colmo, los que hacen campaña en contacto directo con los vecinos del conurbano están preocupados: admiten que “es muy difícil capitalizar la bronca de la gente porque no le creen a nadie”. Es la descomposición de la política por culpa de la crisis, interpretan. Mientras, Macri, Larreta, Bullrich y Vidal lograron reunirse, aunque no firmaron la paz. Es más, ni siquiera hablaron de la doble pelea, porteña y bonaerense, que los tiene atrapados y mantiene lejos del ciudadano común. El Gobierno y Milei son los únicos que celebran que la oposición siga en un laberinto. O, apelando a la inspiración borgeana, en un jardín de senderos que se bifurcan, que todos esperan que no termine como el título de otro cuento del célebre escritor: las ruinas circulares.
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