Los bloques que se mostraron negociadores desde el inicio de la gestión, endurecieron su postura y se pegaron al Unión por la Patria y la izquierda. Alianzas tácticas y pase de facturas
Por Joaquín Múgica Díaz
Fue un mensaje claro. Contundente. Quizás haya sido un mensaje que se convierta en un nuevo punto de inflexión en la relación entre el gobierno nacional y la oposición dialoguista, como ya había sucedido cuando la Casa Rosada avanzó con un recorte sobre el presupuesto universitario y recibió un revés legislativo y callejero.
Ayer, el gobierno de Javier Milei se chocó con una pared nueva. Construida con bloques de diferentes espacios políticos. Edificada con ladrillos que los dirigentes del peronismo, la izquierda, el radicalismo, la Coalición Cívica, el PRO y Hacemos Coalición Federal colocaron uno al lado del otro. Una señal manifiesta de que ya no hay manchas venenosas que impidan votar en conjunto.
La Cámara de Diputados rechazó el Decreto de Necesidad y Urgencia 565/2024 que aumentó los fondos reservados destinados al funcionamiento de la SIDE. Eran $100 mil millones de pesos. Fueron 156 votos a favor, 52 negativos y 6 abstenciones.
Hubo una negociación a cinco bandas. En la mañana de ayer hubo una reunión en la sala del bloque de Hacemos Coalición Federal en la que participaron Emilio Monzó, Nicolás Massot, Oscar Agost Carreño y Miguel Pichetto, que oficiaron de anfitriones, el presidente de la bancada peronista, Germán Martínez y la camporista Paula Penacca; Juan Manuel López, de la Coalición Cívica; Nicolás del Caño y cuatro legisladores del bloque de Izquierda y Karina Banfi, vicepresidenta del bloque de la UCR. Al final del encuentro se sumó Álvaro González, diputado del PRO que responde a Horacio Rodríguez Larreta.
Ese circuito puede aceitarse en los próximos meses. A ninguno de los legisladores ya los horroriza que los acusen de votar con el kirchnerismo. Están hartos del maltrato del Gobierno en las redes sociales, de los insultos del Presidente frente a los micrófonos y de la falta de coherencia para negociar proyectos de ley.
“El mensaje que dimos fue contundente. Costó, pero pudimos coordinar entre todos y frenar esta nueva embestida del Gobierno con un tema sensible”, reflexionó uno de los legisladores que estuvo metido en la negociación. Fue la señal de un límite. Un raya que divide la buena voluntad del acompañamiento sistemático.
Los diputados de Hacemos Coalición Federal cerraron la estrategia del recinto con un acuerdo triangular. Buscaron el respaldo de Rodríguez Larreta, con el que hablaron al comienzo de la semana; también negociaron con los gobernadores Ignacio Torres (Chubut) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos) para lograr armar una masa de votos que garantice voltearle el decreto al Gobierno. Lo lograron.
Los legisladores al frente de la negociación acordaron votar sin debatir. Plantearon una estrategia parlamentaria para impedir que les rompan el quórum. Y les resultó. A esos movimientos debería estar atento el Gobierno, que empezó a asfixiarse con sus propias internas en el Poder Ejecutivo y también en el bloque de diputados de La Libertad Avanza (LLA)
Hubo dos mensajes nuevos. El primero fue la decisión de la UCR y Hacemos Coalición Federal de votar con en conjunto con el sector más duro de la oposición que componen Unión por la Patria (UP) y la Izquierda. El segundo fue la decisión del PRO, después de una bajada de línea de Mauricio Macri, de votar en contra de los pedidos del Gobierno.
Ambos son mensajes preocupantes para la Casa Rosada. Hasta aquí han gastado el discurso de que aquellos que no votaban en sintonía con ellos, eran parte de la casta o de la vieja política que solo cuidaba sus beneficios. Pero como muchos de los que hoy se alinearon para enfrentarlos hace pocas semanas acompañaron la Ley Bases, el argumento del principal relato oficialista se desgranó. Perdió impacto.
“Hay imprudencia e improvisación. Y hay fisuras internas, además de la grieta que abrió el PRO en esa sociedad táctica que tenían”, sentenció uno de los legisladores más duros respecto a la gestión del gobierno libertario. Había satisfacción y tranquilidad entre los diputados que coordinaron la estrategia parlamentaria.
En el kirchnerismo también destacaron el acuerdo alcanzado circunstancialmente. Aseguran que sirve para “frenar el avasallamiento del Gobierno” sobre el Congreso y aseguran que cumple con uno de los mandatos que Cristina Kirchner le dio a la fuerza política que conduce: construir alianzas parlamentarias que sirvan para confrontar las políticas de Milei.
¿Puede haber convergencia de ideas para formar un nuevo espacio político? Con la mayoría de los que votaron hoy, probablemente no. Al menos, en el corto plazo. Pero ese no es un tema que le ocupe en este momento a la ex presidenta, sino más bien poder solidificar un muro de legisladores que le impidan al Presidente legitimar sus ideas en el Congreso.
En definitiva, movimientos como el de ayer fortalecen el rol opositor del peronismo y, al mismo tiempo, le dan la posibilidad de mostrar apertura para llegar a acuerdos con bloques que fueron opositores durante los cuatro años del gobierno del Frente de Todos.
El mensaje que recibió el Gobierno fue contundente. Detrás de la decisión de frenar la iniciativa del oficialismo hay un pase de facturas al Presidente y su gobierno. El destrato y la persecución a la que fueron sometidos muchos legisladores que en algún momento no votaron en sintonía con la Casa Rosada, tiene un vuelto político.
Nadie se olvida de las listas negras en las redes sociales. A nadie le gusta que le mojen la oreja. Hay más facturas guardadas. Ya no hay margen para que los proyectos o decretos pasen sin consenso previo. Sin una negociación fina, delicada y estructurada. Ya nada es como era hace un puñado de meses atrás.
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